China, EE.UU. y la guerra por la Inteligencia Artificial
Image: REUTERS/Kim Kyung-Hoon
Una de las repercusiones más relevantes de la transición del mundo unipolar al tripolar es la carrera por la conquista de tecnologías claves, pues la potencia que tenga la ventaja sobre sus competidores, gozará de tiempo y aplicaciones que pudieran ser cruciales para tener mayor influencia sobre el concierto internacional. Y en esta coyuntura, la Inteligencia Artificial (IA) es una de las tecnologías más añoradas por las potencias.
La batalla más emblemática la protagonizan China —potencia contendiente— y Estados Unidos —país dominante por las últimas décadas. La lucha es por la combinación de las máquinas inteligentes y su aplicación en diferentes actividades diarias, a efecto de recolectar datos de todas partes, y así disminuir las fronteras entre los mundos físico y digital.
Ante ello, vale la pena preguntarse, ¿qué modelo está siguiendo cada país y qué implicaciones tiene? Además, ¿qué factores podrían ser clave para ganar la carrera tecnológica de esta generación, que trae a la mente la carrera espacial de hace más de medio siglo?
Hacia finales de 2016, la administración de Barack Obama publicó un informe sobre el futuro de la IA, donde a pesar de no plantear un financiamiento concreto, sí tenía claro que dicha tecnología debe ser una estrategia clave para el gobierno federal. El documento reconocía que “mi sucesor gobernará un país que estará siendo transformado por la IA.”
Uno de sus señalamientos era la preocupación de que el oficio de conductor de vehículo —en cualquiera de sus facetas y propósito— es una de las fuentes de empleo más socorridas, a nivel internacional, inclusive. Y precisamente, la presencia de la IA en los vehículos autónomos es una de las prioridades tecnológicas del sector privado.
La administración Trump, tan enamorada de la manufactura tradicional sobre la digital, abandonó esta visión aduciendo que, para que la IA florezca en su país, lo mejor es no interferir. Como en ocasiones anteriores, esto ha mostrado no solo el interés de llevar la contraria a Obama, sino un entendimiento deficiente de la tecnología. Lamentablemente, el gobierno de EE.UU. no tiene suficientes expertos, por lo que el tiempo perdido puede ser relevante.
A pesar de esto, Estados Unidos es el líder actual en IA gracias a sus compañías, investigadores y trabajadores calificados en algunos sectores de avanzada. A este respecto, la mayoría de los centros mundiales que lideran la IA siguen en EE.UU. Para llegar a esto, no solo ha sido clave su conducción cuando EE.UU. era la principal influencia en el mundo, sino también su capacidad para introducir tecnologías que incorporan algún grado de IA a sus procesos: apps para sortear el tráfico, sugerencias de compra y el apoyo al diagnóstico médico, logrando un aumento en la productividad o la disminución de costos.
Además, algunas condiciones estructurales son clave para mantener esta ventaja, incluso en tiempos de Trump: EE.UU. tiene unas 34 líneas telefónicas por cada 100 habitantes —casi el triple que China—, unas 120 líneas móviles por cada 100 habitantes —alrededor de 36% por encima de China. También tiene unas 28 conexiones de banda ancha fija por cada 100 habitantes —por unas 23 del país del dragón— y unas 111 líneas móviles —casi el doble que China.
En el rubro privado, hay ciertas compañías clave que dominan los avances en IA; la mayoría originadas en Silicon Valley o pertenecientes a los sectores de consumo, salud y defensa. Una forma de ver estas familias de compañías es en función de su aproximación a la IA:
· Súper ricas – Compañías que hacen IA y aprendizaje automático, además de que tienen sus propios datos. Ejemplos: Google, Facebook, Amazon, Microsoft.
· De servicio – Compañías que ayudan a otras empresas a usar sus datos, generalmente no estructurados. Destacan: Palantir Technologies, Salesforce e IBM.
· Innovadoras – Compañías trabajando sobre problemas específicos, pero que ni tienen sus datos ni proveen de servicios a otras empresas. Sus tecnologías son generalmente de nicho. Ejemplos: Two Sigma, Point72, Cruise Automation, Flatiron.
Para efectos geopolíticos, las empresas súper ricas pueden mover el tablero con mayor fuerza, ya que son las que contratan más investigadores, abren laboratorios y compran startups. Además, dentro de sus prioridades de negocio y cabildeo se encuentran incrementar la inversión de IA, reclutar talento internacional y mejorar la educación en materia de Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, el punto de quiebre se está volviendo el control de acceso a dato, ya que las principales plataformas —sean el acceso a la App Store o las APIs de Facebook o Google— someten a sus usuarios a procesos de supervisión tardados y, sobre todo, heterogéneos. Por ello, la salida al mercado tiende a retrasarse, mientras que el proceso no-estandarizado les da un poder enorme a las plataformas, que ahora son blanco de los políticos estadounidenses por escándalos como el de Cambridge Analytica.
El capítulo más reciente de IA en territorio estadounidense se escribió en marzo pasado, cuando Donald Trump bloqueó la oferta de compra de la china Broadcom para hacerse de la estadounidense Qualcomm, especializada en la producción de chips y tecnologías móviles. Una empresa de este tipo es el gran anhelo de China, el cual quiere atacar con su modelo de innovación. Pero Trump firmó un decreto prohibiendo la venta por razones de seguridad nacional.
Como conclusión parcial, el gobierno estadounidense tuvo buen olfato y acertó en bloquear la compra de Qualcomm, además de que señaló que comenzará a estudiar todas las operaciones de esta naturaleza sobre la mesa. Inclusive ha impuesto sanciones a Huawei y ZTE.
Pero la falta de una visión que vaya más allá de las transacciones confirma que el diagnóstico es bueno, pero el plan es malo. Y lo seguirá siendo mientras no utilice la tan temida migración como forma de reinvención… Al día de hoy, 216 de las empresas en la lista de Fortune 500 fueron iniciadas por inmigrantes o por sus hijos.
Un año después del lanzamiento de la iniciativa de innovación “Hecho en China 2025”, el gobierno del Presidente Xi Jinping publicó el “13º Plan Quinquenal de Informatización Nacional,” donde se esbozan las directrices de desarrollo e industrialización digital hasta el 2020. En él, la administración sina apuesta por fuertes inversiones en materia de investigación y desarrollo, así como por dos temas controvertidos: el subsidio a la industria de los chips de procesamiento y a una regulación más laxa en tecnologías prioritarias —vehículos autónomos, inteligencia artificial y recolección masiva de datos— siempre y cuando sean desarrolladas por chinos.
La asimetría no puede ser más grande: Por un lado, el bloqueo directo o indirecto del gobierno sino, aunado a un mejor acoplamiento al lenguaje y cultura chinos, han impulsado la popularidad de apps como WeChat, Alibaba, Wibo, TamTam, KakaoTalk, Baidu, YouKu y JD sobre las Google, Facebook y Twitter. Por el otro, cualquier compañía estadounidense que quisiera entrar al mercado chino, tendría que encarar al menos 6 diferentes revisiones de seguridad —cada una con potencial para retrasar o bloquear el acceso al mercado.
Pero quizá la gran diferencia entre la coyuntura de EE.UU. y China es el apoyo del gobierno del país del dragón a su sector privado, principalmente el llamado BAT (acrónimo de Baidu, Alibaba y Tencent) de cara a la IA, lo cual tiene varias implicaciones. En primer lugar, el Ministerio chino de Ciencias designó a Baidu como la plataforma base de IA para vehículos autónomos, a Alibaba para ciudades inteligentes y a Tencent para cuidado de la salud.
A partir de ello, Baidu acaba de hacer una gran coalición llamada el proyecto Apollo, que incluye a Daimler y Ford (armadores), NVidia e Intel (chips), Bosch y Continental (autopartes), Grab (servicios de viaje), TomTom (prospección y mapeo), Microsoft (servicios en la nube) y Blackberry QNX (sistema operativo).
En su propio tenor, Alibaba desarrolló City Brain para conectar cámaras, sensores, datos de gobierno, información compartida en redes sociales y otra información desagregada para utilizar algoritmos de IA que permitan predecir y actuar en asuntos de planeación urbana, gestión de tráfico, servicios ambientales, entre otras. Actualmente, el proyecto se está implementando en Hangzhou y Macau (China), así como en la Ciudad de Malasia.
En segundo lugar, las empresas BAT son el principal motor de inversión en emprendimientos de todo tipo, —aplicaciones de industria cruzada, tecnología automotriz, cuidado de la salud, IA corporativa, hardware para IA, materiales para industria avanzada, ciberseguridad, tecnologías financieras— logrando con ello tres hitos importantes: 1) China rebasó a EE.UU. como el país que más invierte en startups de IA en el mundo (46% sobre 44%, respectivamente); 2) ensambló con procesadores chinos la Sunway TaihuLight, la supercomputadora más potente del mundo; y 3) invirtió a través de Alibaba en SenseTime Group, que con una valuación de $3 mil millones de dólares, lo que la convirtió en la empresa de IA más valiosa del mundo.
En tercer lugar, la inversión en SenseTime así como la explosión de patentes de parte de Tencent en los rubros de reconocimiento facial y video vigilancia serán clave para acelerar el gran sueño del gobierno chino: unir la vigilancia digital con el crédito social, con fines de control político.
Con respecto a la vigilancia social, el proyecto maestro es el llamado Skynet, que data del 2005 y que privilegia la seguridad nacional sobre la privacidad para crear un sistema de 600 millones de cámaras y dispositivos, que lo mismo identifique pasajeros usando el transporte el público, que personas sin hogar pernoctando en las plazas, o que verifique identificaciones.
Sobre el sistema de crédito, que data del 2014, el gobierno sino busca dar un crédito personal a sus 1.4 mil millones de ciudadanos basado en su comportamiento y grado de confianza, para el 2020. Se anticipa que, de entrada, el sistema impedirá que 11 millones de personas ya no puedan hacer uso de aeropuertos y que otras 4 millones tengan prohibido el acceso al sistema de trenes.
En síntesis, las políticas del gobierno —que siguen la visión del presidente Xi de volver a China una “ciber-superpotencia” en la que se pueda exportar la tecnología nacional y se tenga una postura revisionista sobre la entrada de externos al mercado sino— tienen como objetivo que el país del dragón domine la batalla por la IA para el 2030. ¿Lo conseguirán? Eric Schmidt, quien en enero dejó el cargo de Director Ejecutivo de Alphabet, piensa que lo lograrán para el 2025.
A partir de los antecedentes anteriores, se pueden subrayar los aspectos clave para alcanzar la victoria en la Carrera de la IA:
1. Coordinación de la Quíntuple Hélice – Consiste en la alineación de objetivos y visión, aunada a la repartición de trabajo y el establecimiento de sinergias entre gobierno, sector privado, universidades, emprendedores e inversionistas. En este sentido, la iniciativa del gobierno sino está mucho más articulada y coordinada que la estadounidense.
2. Educación STEM – Se requiere formar un significativo número de especialistas en las áreas STEM para continuar con el desarrollo de IA. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, hasta 6% de los graduados chinos se concentran en esta área, por menos de 1% de estadounidenses, lo que equivale a 4.67 millones de graduados por 0.57 millones, respectivamente para el año 2016.
3. Cantidad de datos – Los algoritmos requieren datos para mejorar: mientras más datos, más poder y velocidad. Al tiempo que EE.UU. es el país que más ha recolectado datos al día de hoy, China está incrementando exponencialmente sus capacidades, ya sea a través del Internet de las Cosas, del aprendizaje automático o del número de usuarios de sus startups. Por su número de teléfonos móviles y de usuarios de internet, China pronto rebasará a EE.UU. en recolección de datos.
4. Tamaño de Mercado – Por un lado, no todos los usuarios valen igual y en este sentido, la industria estadounidense es hasta tres veces más grande que la china. Sin embargo, el PIB y el engagement de los usuarios en las apps también tendrán un peso importante, y en ambas China llevará la ventaja.
5. Capacidad de Innovación e Industrias Clave – Por un lado, las empresas de Silicon Valley han impreso su huella en buena parte del mundo, con gran adopción. También tienen más empresas “súper ricas” así como de seguridad nacional que las que tiene China —incluyendo semiconductores, fabricación de chips, sistema financiero y reconocimiento facial. De ahí que el país sino haya querido comprar empresas como Qualcomm, Lattice Semiconductor, MoneyGram y la Chicago Stock Exchange, y que EE.UU. haya bloqueado las operaciones. Aún así, sus capacidades de innovación están creciendo rápidamente.
6. Inversión Privada – De acuerdo con The Economist, “el presupuesto absoluto chino en tecnología es apenas 30% tan grande como el estadounidense[…][…] pero la brecha se reduce en las partes más dinámicas de la industria. En e-commerce e internet, las empresas chinas son colectivamente 53% más grandes que las de EE.UU. en función del valor de mercado. Los unicornios chinos representan un 69% de valor de los unicornios estadounidenses.”
7. Lenguaje – Por un lado, los EE.UU. tienen a favor que su procesamiento de lenguaje natural es más avanzado dada la proliferación internacional del inglés. Sin embargo, los chinos están usando su idioma a su favor: están trabajando en inglés —que dominan al llegar a la universidad— y tanto tomando decisiones como haciendo estrategia en chino, idioma que la mayoría de los estadounidenses desdeñaría hablar.
En conclusión, como se ha visto aquí, las implicaciones por la Carrera a la Inteligencia Artificial son multidimensionales. Para ganarla, se requieren recursos, coordinación, estrategia inteligente y buena implementación. En el pasado, la victoria moral estadounidense en la carrera lunar derivó en innovaciones, estandarización tecnológica e influencia geopolítica por varias décadas. Pero esta carrera entre China y EE.UU. tendrá implicaciones más grandes, ya que moldeará buena parte del desarrollo del Siglo XXI y lo hará a través de la innovación más transformadora y revolucionaria de la historia de la humanidad.
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