Cinco hechos que son necesarios para entender el nuevo orden global
Image: REUTERS/Lucas Jackson
En la reunión del Foro Económico Mundial en Davos la semana pasada, se abordaron al menos tres versiones diferentes sobre el futuro orden mundial. Una de ellos fue la difundida por un combativo Donald Trump, que pedía una retirada estadounidense a gran escala del orden actual. Otra provino de los líderes chinos, que propusieron un nuevo sistema económico global organizado en torno a Pekín. Paralelamente, el canadiense Justin Trudeau y el francés Emmanuel Macron instaron a los líderes occidentales a redoblar la apuesta del actual orden liberal.
Sería un error desestimar sus discursos por considerarlos insustanciales. Este debate es extremadamente serio. Los resultados probablemente determinen el futuro de la estabilidad mundial, así como la seguridad y la prosperidad de todos. Si los líderes de los principales países y organizaciones internacionales no pueden coincidir en sus posturas, nos esperan momentos difíciles. En lugar de retirarse, lo que se necesita hoy más que nunca son nuevas ideas, instituciones y proyectos para superar la próxima tormenta.
Estamos viviendo momentos inusuales. El orden liberal mundial se encuentra en un avanzado estado de crisis. Y a medida que el mundo cambia rápidamente de una realidad unipolar a una multipolar, el sistema internacional mismo está expuesto a una profunda inestabilidad. Si la situación no se maneja con extremo cuidado, la posibilidad de un colapso de proporciones es real. La pregunta es si nuestros líderes mundiales son capaces de asimilar plenamente lo que está sucediendo en tiempo real y si pueden concentrar la acción colectiva para establecer nuevas reglas de conducta.
El viejo orden liberal mundial ha servido como fundamento de la paz y la estabilidad desde 1945. Fue concebido expresamente por los Estados Unidos y sus aliados occidentales para evitar conflictos armados y el nacionalismo económico que los originó. Está compuesto por las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, el G20 y un conjunto de tratados y acuerdos. Aunque experimenta sus altibajos, establece las reglas para un juego estable beneficioso para todos.
Si bien prácticamente todo el mundo está de acuerdo en que un sistema basado en reglas es fundamental para administrar la seguridad y el comercio, se está librando una lucha de poder sobre quién las escribe y las aplica. El espectacular auge de China en las últimas dos décadas y el declive relativo de los EE. UU. significa que la tensión finalmente estallará. Sin embargo, la mayoría de los occidentales solo son ligeramente conscientes de lo que ocurre ya que se les retiró el apoyo demasiado pronto. La posibilidad de errores de cálculo graves —incluidas las acciones comerciales de los Estados Unidos contra China— está aumentando, con efectos en cadena potencialmente devastadores para la economía mundial.
Para comprender los cambios abruptos que están sucediendo, tenga en cuenta estos cinco hechos.
Según algunas mediciones, el 35 % del crecimiento mundial de 2017 a 2019 provendrá de China, el 18 % de los EE. UU., el 9 % de la India y el 8 % de Europa. Para el año 2050, las cinco mayores economías mundiales probablemente sean China, India, EE. UU., Brasil e Indonesia.
El proyecto de 900 mil millones de dólares "La Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda" (One Belt and One Road, OBOR) ya se encuentra en su quinto año e incluye nuevas carreteras, vías de navegación y proyectos de construcción que se extienden a más de 65 países. La idea es reconfigurar literalmente el comercio global de China a través de Asia, Medio Oriente, África y Europa. Si bien los detalles son muy vagos, bancos estatales chinos están financiando OBOR, con el aporte de una modesta contribución estratégica por parte de un nuevo Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura respaldado por China, en asociación con otras instituciones.
China señaló su intención de liderar la mitigación del cambio climático después de firmar el Acuerdo de París sobre el clima 2015. Para el año 2025, la mayoría de los automóviles nuevos en China serán vehículos completamente eléctricos. China está reduciendo agresivamente el uso del carbón. Actualmente, más del 60 % de los trenes de alta velocidad del mundo están en China (10 veces la longitud en Japón, por ejemplo). Recientemente, China también se comprometió a lograr cielos azules en todas sus ciudades principales dentro de tres años. Los cambios ya se están sintiendo: el aire de Pekín es un 30 % más limpio este invierno que el invierno pasado.
En las principales ciudades, hasta el 90 % de todas las transacciones comerciales y minoristas en tiendas de conveniencia y cafés se realizan a través de Alipay y Wechat. Las entregas del comercio electrónico en las grandes ciudades chinas a través de Alibaba son actualmente las más rápidas del mundo. Una compañía, Alibaba, efectuó ventas de 25 mil millones de dólares en solo un día, lo que hizo que las ganancias de los llamados Black Friday y Cyber Monday de los Estados Unidos parezcan pequeñas.
Dos escuelas, la Universidad de Pekín y la Universidad Tsinghua, pasaron de estar muy por debajo de las 200 mejores a las 30 mejores en cinco años. Hay otras 40 universidades que no se quedan atrás y que ingresarán a la élite en los próximos años. Si bien los estudiantes chinos aún buscan educación en las mejores escuelas de Norteamérica y Europa Occidental, pronto no tendrán que hacerlo.
Al mismo tiempo, el oeste parece estar dormido al volante. Existe una cierta ironía en nuestra situación actual. Por un lado, el mundo está experimentando niveles de prosperidad y conectividad sin precedentes, debido en gran parte al orden liberal mundial respaldado por los Estados Unidos. Sin embargo, estos avances están asociados con una complejidad cada vez mayor y riesgos sistémicos, lo que aumenta la vulnerabilidad del derrumbe del orden liberal. Las instituciones globales y nacionales del mundo pierden paulatinamente la capacidad de manejar las tensiones en el sistema. Resulta que las democracias carecen de los sistemas de incentivos para responder a las exigencias de orden superior y de largo plazo.
Ante las amenazas, que van desde el cambio climático hasta el avance tecnológico masivo, el mundo necesita desesperadamente un gobierno global estable y capaz. Y sin embargo, existe una creciente resistencia a la gobernanza liberal debido al aumento de las desigualdades y la frustración con los supuestos fracasos del orden liberal. Francis Fukuyama y Jan-Werner Müller consideran el populismo y el surgimiento del nacionalismo económico local como una de las amenazas más graves para la estabilidad futura. El riesgo de un colapso desordenado del sistema es más real que nunca.
Si queremos sobrevivir a la transición geopolítica mundial, antes debemos aceptar que la era de la hegemonía de los Estados Unidos llegó a su fin. En su lugar, el mundo está cambiando a un nuevo orden multipolar con los Estados Unidos y China en su centro. Debemos restaurar y reconstruir instituciones estables y normas que consideren el nuevo contexto. Tendrán que ser más inclusivas, representativas y legítimas. El rol de los mecanismos internacionales de cooperación (como el G20), las organizaciones regionales, los actores no estatales, en especial los actores financieros y filantrópicos, también deberá ser elevado. Más aún, las ciudades reclaman su lugar, afirma Urban20, un espacio de colaboración entre las ciudades más grandes del mundo, que se lanzará formalmente en octubre de 2018.
Todo esto será un trago amargo para los fieles del orden liberal global. También será necesario explicárselo a un público que está acostumbrado al cambio lineal. Las transformaciones actuales son tanto no lineales como cada vez más exponenciales, procesos que son difíciles de comprender para los humanos. Estamos obsesionados con la marcha de las democracias y los principios subyacentes en los que se basan, pero debemos aprender a comprometernos y adaptarnos a sistemas de valores múltiples.
El próximo orden será más complejo y probablemente más precario, pero ese es el nuevo mundo feliz que enfrentamos.
Este artículo forma parte de la Iniciativa Phil Lind en la serie de estudios de Estados Unidos sobre el futuro del orden liberal. La serie está dirigida por Robert Muggah y Taylor Owen y presenta a Edward Luce, Steven Pinker, Anne-Marie Slaughter, Francis Fukuyama, Susan Rice y Misha Glenny, y está organizada por la Escuela de Política Pública y Asuntos Globales de la Universidad de Columbia Británica.
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Marcela Guerrero Casas
22 de noviembre de 2024