Cuarta Revolución Industrial

Éste es el mercado más importante que abre el coche autónomo (y no, no es el transporte)

A BMW i Inside Future sculpture is shown during the 2017 CES in Las Vegas, Nevada January 6, 2017. The sculpture is used for car technology demonstrations. REUTERS/Steve Marcus - RTX2XU3M

Image: REUTERS/Steve Marcus

DerBlaueMond

El coche autónomo está en boca de todos. No sólo por la fascinación que la gente siente cuando ve un coche conducido por un robot, no sólo por las futuristas cuestiones legales y jurídicas que nos obliga a plantearnos, sino también porque a la sociedad le encanta palpar un futuro que súbitamente ya está aquí al lado. El coche autónomo supone un indudable y disruptivo hito en la acelerada carrera del progreso tecnológico, y las posibilidades que abre sorprenden a propios y ajenos al sector. El coche autónomo transformará nuestras sociedades y socioeconomías llevándolas a un punto en el que ya no las reconoceremos ni nosotros mismos.

Pero más allá de todo lo anterior, que no por evidente es menos relevante, lo cierto es que en torno al coche autónomo gira todo un universo paralelo al comúnmente conocido y publicitado. Entre esas posibilidades que les decía que abre este nuevo concepto de vehículo, hay algunas que pasan más desapercibidas, y que en realidad son el mercado más importante que van a abrir estos vehículos no pilotados (al menos para sus primeros impulsores y creadores). Hoy analizamos para ustedes en El Blog Salmón ese otro escondido mercado que se abre ante nosotros, o más bien, debería decir ante los ojos de algunas multinacionales.

El coche autónomo: de la fiebre a los prototipos reales en nuestras carreteras

Fue en el siempre disruptivo Digital Enterprise Show (DES) del pasado mes de Mayo donde ya dedicaron un bloque al completo a la automoción, dentro del cual el coche autónomo no podía sino ocupar un rol destacado, como de hecho ocurrió. A este bloque de presentaciones y coloquios le reservaron el Revolution Theater: muy indicado para el tema, y a la vez muy ilustrativo sobre cómo ven en el sector de la IT al coche auto-pilotado. Por palabras del propio Director de Estrategia del DES, Lluis Altés, pudimos saber que el motivo de este "especial" es que escogen temas y tecnologías que son punta de lanza del sector, pero que a la vez tienen un impacto real ahora, sin tener que esperar una década para ver sus consecuencias en nuestras socioeconomías.

Una vez que les he introducido donde empezaron mis reflexiones para dar a luz este análisis, podemos pasar a ponerles brevemente en antecedentes sobre el coche autónomo (¿O debería decir ya abiertamente el Google Car?). Efectivamente, en la industria al coche autónomo se le llama por este nombre, pero más allá de términos sectoriales, lo cierto es que es la innovadora Google la que ha traído no sólo este concepto, sino también los primeros vehículos que en un tiempo récord están ya circulando por las carreteras de varias ciudades y estados.

Son muchos los interrogantes que estos vehículos nos hacen plantearnos, interrogantes sobre la tecnología del futuro, interrogantes sobre si reconoceremos en algo a nuestras socioeconomías dentro de unos años, interrogantes jurídicos y legales, y así hasta completar un largo etcétera. Por que se hagan idea de la transcendencia de algunas de estas cuestiones, pueden ustedes pensar en qué comportamiento debería adoptar un coche autónomo a la hora de, por ejemplo, anticiparse a una colisión inevitable en la que a un lado hay otro vehículo que viene frontalmente, y al otro un ciclista.

Es sabido que los reflejos que dirigen las últimas maniobras de los conductores que se ven en esta situación inconscientemente acaban optando por colisionar con el ciclista (su inconsciente lo hace por autoprotección, porque minimiza la gravedad de la colisión y posiblemente las víctimas, incluído él o ella mismo). Pero, ¿Es censurable programar un vehículo autónomo para que actúe de esta manera? Como poco es temerariamente imprudente (y hasta violento) escribir el código para que un vehículo autónomo opte siempre por arrollar al ciclista ante estas situaciones. La cuestión obvia entonces es ¿Y cómo programamos entonces la lógica que dirige el comportamiento de estos vehículos en estos casos? Porque lo que está claro es que algo hay que programarle a la CPU del vehículo: mientras que la Inteligencia Artificial no evolucione más y los robots no puedan programarse a sí mismos a gran escala, nada puede ayudarnos a eludir esta responsabilidad.

Los principales mercados y cambios socioeconómicos tangibles que ha abierto el coche autónomo

Empezaremos esta sección a título meramente introductorio con los cambios más difundidos y obvios, puesto que alguno se les ha podido pasar por alto. El primer cambio es el referido a la conducción eficiente y a un descenso del consumo energético (eléctrico o de combustibles fósiles según sea el mix energético de cada país). Otro cambio es que el número de conductores aumentará, no sólo porque la sencillez hará que más adultos se animen a comprar un vehículo, sino también porque se expandirá la banda de edad a partir de la que se permitirá utilizar uno de estos vehículos sin acompañantes adultos.

Un tercer cambio importante es el que, de forma tan evidente, va a traer al sector de la logística y el transporte. De hecho, estos cambios trascienden el transporte por carretera, y ya se está avanzando en barcos cargueros autopilotados, o mejorando con Inteligencia Artificial los sistemas de navegación aérea existentes desde hace décadas. Otro cambio es el que se refiere al sector de las aseguradoras; las cuestiones que se plantean en este campo afectan a determinar quién es responsable subsidiario de un accidente cuando un vehículo autónomo esté involucrado, ¿El ocupante? ¿La compañía de seguros? ¿El fabricante del vehículo? ¿O la empresa que ha programado el sistema de navegación?

Sin una relación necesariamente directa, el mercado del alquiler por minutos de vehículos en grandes ciudades, que está despegando desde hace unos meses, tiene unas proyecciones exponenciales cuando además entran en escena los coches autónomos. No me pregunten exactamente por qué, pero parece un hecho que los jugadores del sector asumen que un coche autónomo será visto por los consumidores como una commodity sin gran diferenciación, y por lo tanto entiendo que por ello tenderán mucho más a optar por el alquiler por uso que por la propiedad: a efectos prácticos la "share economy" parece ir de la mano del coche autopilotado.

Pero otro de los cambios, especiamente relevante desde los puntos de vista socioeconómicos que les suelo traer, es que los coches autónomos circulando masivamente por nuestras carreteras van a ser literalmente una inmensa flota de dispositivos muy avanzados e inteligentes, con muchísima más capacidad de cómputo, de portar sensores, y con medios técnicos muy superiores o incluso complementarios de los de nuestros smartphones. Efectivamente seremos nosotros mismos los que involuntariamente, al viajar en nuestro coche, vayamos poblando los mapas con recorridos, fotos, datos de sensores de lluvia o viento, atascos, accidentes, estado de las carreteras, gasolineras... y así hasta el infinito.

Ahora mismo, cuando usted viaja, su smartphone ya capta y transmite mucha información, pero ésta será mucho mayor, más fiable, y omnipresente cuando sea su coche el que lo haga por sí sólo y de forma permanente. El coche autónomo será autónomo no sólo por la conducción, sino también toda la infinidad de "otras" nuevas funciones que va a asumir.

Por último, no podemos cerrar este apartado sin incluir entre esos cambios socioeconómicos que va a traer el coche autónomo a los fabricantes del nuevo vehículo y a la industria automovilística. Simplemente decirles aquí que el coche eléctrico ya era un importante reto de transformación para el sector tradicional de la automoción, pero a esto va ahora y se le suma el coche autónomo. Una combinación de retos que va a transformar una de las industrias clave de nuestras socioeconomías, por su capacidad industrial, y por el producto que pone en manos de los ciudadanos con todo lo que nos permite.

Y el principal mercado que abre el Google Car oculto tras los titulares es...

¿Nunca se ha preguntado por qué Google se ha podido decidir a embarcarse en un proyecto tan apartado de su negocio tradicional como es el Google Car? Es cierto que la fama (ganada por méritos propios) de innovador de Google trasciende ampliamente los límites de la búsqueda online y la publicidad dirigida, pero estarán ustedes de acuerdo en que una cosa es desarrollar una aplicación como el fantástico Google Sky Map, y otra muy distinta es meterse en sector tan complejo como el automovilístico.

No puedo negarles que resulta obvio que Google tiene uno de los pilares de su futuro en Google Maps y todas las posiblidades que abre a la publicidad geolocalizada y a las búsquedas online. Es seguro que en Mountain View tienen muy claro, desde hace años, esa futura flota de vehículos inteligentes que, provistos de múltiples y potentes sensores, van a ayudarles a poblar y enriquecer sus ya descomunales bases de datos y su modelo de mundo digitalizado.

Pero ¿Cree usted que ésta era la única motivación para un proyecto tan complejo en un sector tan competitivo? Puede usted estar pensando en que, además, el Google Car puede ser en el futuro un absoluto éxito de ventas y añadir muchos ceros a la cuenta de resultados de Google. Puede ser otra motivación, no se lo voy a negar, pero realmente es un beneficio extremadamente potencial para los recursos que el proyecto está requiriendo. ¿Qué hay si le digo que hay otra motivación que está muy ligada al negocio core de Google, y que le va a reportar pingües beneficios desde el primer día? ¿Qué hay si les digo que además el proyecto de Google Car puede no traducirse en un liderazgo de Google, e incluso en un sonoro fracaso, pero sin embargo esos beneficios seguirán nutriendo las cuentas en Mountain View?

Un nuevo yacimiento de la materia prima del siglo XXI

Pues ni más ni menos ese mercado que abre el Google Car, que va a reforzar su negocio core, y que le va a aportar beneficios desde el primer día es usted. Sí, ha leído bien: el objetivo (una vez más) es usted, o, más bien, su tiempo. El Google Car para Google no solo supone abrir un nuevo mercado, no sólo es un nuevo producto... Es reseñable que se trata de un nuevo producto cuyo modelo de negocio no deja obsoletos otros productos de su portfolio, pero el tema es que es un producto que además refuerza y da negocio al resto de sus principales líneas de producto y a su modelo de negocio principal y tradicional. Literalmente, el Google Car supone una mina de oro para Google, o, teniendo en cuenta que los datos son la materia prima del siglo XXI, llamemos las cosas por su nombre y digamos: una mina de datos.

Debemos tener en cuenta que el tiempo de los conductores es un preciado tesoro para Google. Google es la primera interesada en que sus usuarios tengamos el máximo tiempo posible para navegar y usar nuestros dispositivos. Si multiplica usted el número de vehículos en el mundo, por el uso diario de esos vehículos, y lo traduce en horas de navegación (que es en lo que en su mayoría se van a traducir), las cifras resultantes son apabullantes. En efecto, el principal negocio de Google se deriva de nuestra navegación, y tenga presente que los datos son la materia prima del siglo XXI, como ya analizamos en el artículo "Nuestros datos son la nueva materia prima de la economía, regular la "data economy" es esencial".

Por lo tanto, para Google el coche autónomo equivale a haber encontrado una de esas inconmensurables reservas petrolíferas por explotar que a veces leemos en los titulares que acaban de descubrir en un punto recóndito del globo. Google ha encontrado una mina de oro, un yacimiento por explotar de tiempo de sus usuarios y datos para sus bases de datos. ¿Por qué pensaba si no usted que Google podría tener tanto tanto interés en el Google Car? Su interés va más allá de venderlo por millones de unidades, o utilizarlos para digitalizar nuestro mundo: Google es una de las compañías del mundo que mejor (y más) monetiza nuestro tiempo online.

Y lo mejor es que explotando este tiempo Google no perjudica a nadie , es más, incluso beneficia también a la competencia, porque usted también navegará por iTunes o Amazon. Y también le beneficia a usted, porque no nos reportaba más que nervios tener a millones de conductores cada día en un atasco durante horas y con las manos en el volante. Es literalmente un nuevo yacimiento descubierto de tiempo de los usuarios, y (en principio y pontencialmente) puede traer muchas ventajas: a usted porque dispondrá cada día de un precioso tiempo extra nada desdeñable para usarlo en lo que usted guste (sea Google-made o no), y para las empresas del sector porque van a competir por que usted dedique ese tiempo a sus servicios online, y lo podrán monetizar.

Además será un tiempo con un alto porcentaje de navegación y/o online, pues es un tiempo en que usted estará solo, tranquilo o tranquila, sin niños a los que dedicar su atención, y con ganas de informarse, trabajar, buscar, entretenerse, comprar... Un win-win a todas todas. Más allá de abrir meramente un mercado con un producto propio, y de convertirse en una automovilística, a Google le interesaba ser la bujía que prendiese la chispa que iniciase la combustión de este nuevo mercado por explotar. Sean los coches del futuro Google Cars, de Ford, o de Volkswagen, incluso aunque Google no sea finalmente un futuro fabricante automovilístico, Google ha conseguido uno de sus principales objetivos: nuestro tiempo. Es lo que tiene la innovación: una vez que un jugador prende la chispa, ya no hay marcha atrás.

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