Tecnologías emergentes

Los robots empezarán a repartir pizzas este verano en Hamburgo

Balloons are seen on the front of a newly opened Domino's Pizza franchise in London, Britain, early morning March 14, 2017.    REUTERS/Russell Boyce - RTX32J6Q

Image: REUTERS/Russell Boyce

Tan pronto como el próximo verano, Domino's Pizza empezará a llevar pizzas a domicilio utilizando robots. La ciudad elegida para el piloto es Hamburgo, y si todo va allí según lo planeado, extenderán la experiencia de los repartidores robóticos a otros países, con la siguiente estación en Holanda. Esta iniciativa ha podido materializarse gracias a la rúbrica de un acuerdo entre Domino's y la firma Starship Technologies, que ofrece servicios de reparto personal (realmente sin mucho personal propiamente dicho).

Según habrán leído en la noticia anterior, los robots de Starship Technologies no tienen ningún aspecto humanoide: son robots más bien funcionales, cuya fisionomía se adapta a las tareas concretas que deben desempeñar en este caso. Este hecho, además de resultar más que lógico desde el punto de vista ingenieril, hace que los repartidores robóticos tengan más bien el aspecto de un carrito de la compra autónomo. Gracias a sus seis ruedas son capaces de alcanzar un velocidad máxima de 6.5 kilómetros por hora, siendo capaces de transportar una carga de hasta 18 kilos. Su autonomía y características físicas los hacen un repartidor ideal para los planes de Domino's, que pretende utilizarlos (al menos inicialmente) para repartir pizzas en zonas urbanas dentro de un radio de 1.5 kilómetros.

Pero ésta no ha sido la primera aproximación al mundo de la robótica autónoma de una Domino's que siempre ha visto en la tecnología un poderoso e innovador aliado. En Nueva Zelanda, Domino's ha empezado ya también a realizar repartos utilizando drones. Con una densidad de población distinta, además de una geografía muy diferente, Nueva Zelanda plantea otras necesidades de reparto muy diferentes a las de Hamburgo. Domino's ha sabido ser visionaria y ha tenido en cuenta este punto desde el primer momento, motivo por el cual selecciona repartidores autónomos distintos segun las necesidades de cada tienda: una decisión inteligente que saca el máximo provecho de los diferentes robots, que, al fin y al cabo, son una mera herramienta.

Por que se hagan una idea de la proyección que estas iniciativas van a tener (y están teniendo ya ha día de hoy), habrán leído que la Federación Internacional para la Robótica (IFR por sus siglas en inglés) prevee que entre 2016 y 2019 las empresas de logística habrán empezado a utilizar al menos 175.000 robots para prestar sus servicios. La cifra llama poderosamente la atención especialmente cuando es comparada con los 100.000 camiones de la flota global de UPS a día de hoy.

El riesgo y la ventaja de ser el primer disruptor

Pero ya saben que, en temas de tecnología, un servidor siempre les recomienda que se informen sobre las últimas funcionalidades y versiones, pero que adopten para sus empresas la "última versión-1", que les dará unas mínimas garantías de estabilidad. No obstante, una vez dicho esto, también he de decirles que hay ocasiones en las que llegar el primero da una valiosa ventaja que permite distanciarse enormemente del segundo competidor, hasta tal punto que la ventaja puede tornarse en liderazgo indisputable.

No hace falta que les recuerde el caso de ese Google+, que era una excelente red social desarrollada por Google, pero que llegó en segundo lugar tras la distancia que tomó Facebook por ser pionero. La gran base de usuarios que logró Facebook en poco tiempo, unido a que sus usuarios se acostumbraron a su interfaz de usuario, y, todo hay que decirlo, que esos usuarios son en muchos casos usuarios con limitaciones técnicas que les hacen muy dependientes del interfaz ya conocido, hicieron que Google+ fuese un fracaso, a pesar de lo fuerte que Google apostó por ella y de que era una muy buena alternativa. En este caso, ser el primero en innovar fue una de las principales claves del éxito actual de Facebook.

Pero en el caso de Domino's y sus "pizzeros" sobre ruedas, el tema va algo más allá de arriesgarse a apostar por una nueva tecnología a cambio de la posibilidad de adquirir una valiosa ventaja por ser el primero en innovar. Ya les comentamos en este artículo sobre cómo Domino's ha supuesto una auténtica revolución tanto bursátil como sectorial en el ramo de la comida rápida, que aparentemente estaba tan maduro. Al igual que en el caso de Netflix, Amazon, Google o Apple, esta revolución les ha hecho líderes, y han sabido utilizar adecuadamente el gran catalizador de nuestros días: la innovación tecnológica.

Domino's supone un nuevo e irrefutable caso de éxito gracias a la tecnología, del que deberían tomar buena nota algunas de nuestras grandes empresas. La transformación digital no se trata meramente de adoptar nuevas tecnologías. Es mucho más que eso. Se trata de aprovechar todas las nuevas posibilidades que brindan las nuevas tecnologías para darle la vuelta a la empresa de arriba abajo, y revolucionar tanto los productos y servicios que se ofrecen, como el modelo y cultura empresarial, y, aunque casi siempre se olvide, también a los empleados. No olviden que realmente resulta mucho más sencillo implantar una nueva tecnología, pero que la verdadera transformación digital viene de utilizar esa tecnología para transformar la empresa y, el reto más ambicioso, transformar a los empleados y gestionar el talento. Sin esto último el fracaso está asegurado. No vean la transformación digital como un fin en sí mismo: es tan sólo un medio. Eso sí, es el medio más potente y disruptivo de la historia empresarial.

Pero el tema es además que, en este caso de Domino's, tenemos más riesgos latentes aparte del meramente tecnológico, y que, como verán, no son nada desdeñables. Aquí el gran riesgo es la absoluta falta de regulación en un sector incipiente, una regulación que sin duda deberá acabar llegandoa un mundo en el que un robot puede provocar un accidente de tráfico, o atropellar a un peatón.

La incertidumbre que abre esta falta de regulación no impacta sólo a la forma en que se va a concebir un negocio cuyas reglas del juego pueden cambiar súbitamente y de forma radical, sino también al riesgo de que la regulacion y la legislacion final puedan acabar impactando al proyecto y a su ROI (rentabilidad-coste). Hablando del ROI, por supuesto hay que tener también en cuenta que el sector deberá convivir con unos costes a la baja que son co-naturales a la tecnología, y además al hecho de que las nuevas generaciones de robots superarán por mucho las capacidades de los actuales, y por lo tanto el servicio que permitirán dar. Ambos factores, costes a la baja e innovación, son especialmente importantes en este caso, puesto que su evolución ha demostrado ser exponencial en toda tecnología naciente.

Pero Domino's está claro que opta por un modelo empresarial en el que ser el primero le aporta buena imagen de marca y gran publicidad, además de poder dar un servicio innovador. A pesar de lo que les decía antes de que a veces es más prudente renunciar a ser el primero primerísimo, y adoptar la nueva tecnología cuado el panorama y el entorno regulatorio estén ya un poco despejados, tampoco hay que quitar ni un ápice de mérito a estos necesarios techies "punta de lanza": realmente sin ellos las nuevas realidades tenológicas no empezarían a tomar forma, porque ya saben que la legislacion viene siempre posteriori, forzada casi siempre por la evolución del mundo real.

Eso sí, Domino's debería tener en cuenta otros condicionantes locales, porque tal vez en el hanseático Hamburgo los robots puedan cumplir puntualmente con su cometido, pero lo que también es seguro que, en otras ciudades, lo más probable es que los robots vuelvan maltrechos a la pizzería, sin haber podido entregar las pizzas al cliente, y, si se descuidan, también sin la recaudación. Eso si no es el robot completo el que desaparece.

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