Seis pensamientos tóxicos habituales en las personas inteligentes
Los monólogos internos (esos pensamientos que tenemos todos sobre nuestros sentimientos) pueden hacerte resurgir o pueden hundirte. Cuando se comete un error, esos pensamientos pueden intensificar la negatividad o servir de ayuda para convertir ese fallo en algo productivo.
Los monólogos internos negativos son poco realistas, innecesarios, contraproducentes y nos hacen caer en una espiral emocional de la que es difícil salir.
Todo monólogo interno es impulsado por las creencias que tenemos sobre nosotros mismos y desempeña un papel sencillo pero muy importante en el éxito, ya que puede dar fuerzas para lograr los objetivos o puede ser un lastre.
De todas las personas a las que hemos estudiado en TalentSmart, el 90% de las que mejores resultados obtuvieron tenían un nivel elevado de inteligencia emocional. Estos individuos emocionalmente inteligentes poseen una aptitud muy importante: la capacidad de reconocer y controlar los monólogos internos pesimistas para que estos no les impidan aprovechar todo su potencial.
En Estados Unidos, este tipo de personas ganan al año una media de 28.000 dólares más, son ascendidas con más frecuencia y son mejor valoradas en las evaluaciones de rendimiento que aquellas que tienen una inteligencia emocional menor. La relación que existe entre la inteligencia emocional y el sueldo es tan directa que cada punto más de inteligencia emocional supone un aumento de 1300 dólares en el salario anual.
Con respecto a las conversaciones con uno mismo, hemos descubierto que hay ciertos pensamientos que son más habituales. Sé consciente de tus tendencias a sucumbir a este tipo de pensamientos para que no afecten a tu carrera profesional:
1. La perfección equivale a éxito. Los seres humanos, por naturaleza, son falibles. Si tu objetivo es la perfección, siempre te quedará sensación de fracaso y acabarás perdiendo el tiempo en lamentarte por no haber logrado lo que te proponías, en vez de disfrutar de lo que sí has podido conseguir.
2. Mi destino está escrito. Muchas personas sucumben a la idea irracional de que están destinadas a triunfar o a fracasar. Que nadie se confunda: tu destino está en tus manos, y responsabilizar de tus éxitos o de tus errores a fuerzas que escapan a tu control es escurrir el bulto. En algunas ocasiones, la vida te dará malas cartas, pero, en otras, te dará ases. La disposición para darlo todo en cada mano es la que determina el triunfo o el fracaso.
3. "Siempre" o "nunca" hago x. No hay nada en la vida que hagas siempre o que no hagas nunca. Puede que haya cosas que hagas mucho o que no hagas lo suficiente, pero etiquetar un hábito con los términos "siempre" o "nunca" es caer en la autocompasión. Es hacerte creer que no tienes control sobre ti mismo y que nunca podrás cambiar. No te dejes llevar por ello.
4. He triunfado si recibo la aprobación de los demás. Independientemente de lo que la gente piense de ti en un momento concreto, una cosa está clara: nunca serás tan bueno ni tan malo como dicen que eres. Es imposible desactivar las reacciones a lo que piensan los demás, pero siempre puedes tomarte las opiniones ajenas con reservas. De esta manera, independientemente de lo que la gente piense o haga, la autoaceptación depende de ti.
5. El futuro será como fue el pasado. La repetición de ciertos errores puede minar la autoestima y hacer que sea más difícil creer que las cosas irán mejor en el futuro. La mayoría de las veces, esos errores son consecuencia de haber corrido riesgos o de haber intentado conseguir algo que no era fácil. Recuerda que el éxito reside en la capacidad para levantarse después de un fracaso. Todo aquello que merece la pena lograr requiere que se asuman ciertos riesgos, y no debes permitir que el fracaso te haga perder la fe en tu capacidad para triunfar.
6. Mis emociones representan mi realidad. Si has leído Inteligencia emocional 2.0, sabrás cómo analizar tus sentimientos desde un punto de vista objetivo y cómo separar los hechos de la ficción. En caso contrario, tal vez te resulte interesante. Si no adoptas una perspectiva objetiva, tus emociones seguirán sesgando tu percepción de la realidad y serás vulnerable al efecto de los monólogos internos pesimistas, que pueden impedirte aprovechar todo tu potencial.
En resumen
Espero que estas reflexiones sean tan útiles para ti como lo han sido para mí a lo largo de los años. Al escribirlas, recuerdo lo poderosas y útiles que son en el día a día.
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