Esta es la historia de los chatbots y cómo revolucionaron tu vida
Image: REUTERS
A principios de 2016 fuimos testigos de un boom en la inteligencia artificial. Plataformas sociales como Facebook o Whatsapp, abrieron sus códigos para que los desarrolladores incluyeran en sus cuentas agentes inteligentes llamados chatbots.
Este tipo de software interactúa con nosotros como si habláramos con otra persona mediante el procesamiento del lenguaje natural a través de nuestra voz o mediante escritura. Los chatbots de Facebook Messenger, por ejemplo, ahora nos asisten por medio de mensajería instantánea para agendar citas, obtener noticias o resolver dudas.
Las aplicaciones de los chatbots en nuestra vida van más allá de simuladores de conversaciones, de sistemas de atención al cliente o distribución de contenidos.
Siri por ejemplo, se ha convertido en el asistente personal de miles de personas. O Watson de IBM, que fue una de las grandes sorpresas del año, se hizo pasar por un asistente online para una clase universitaria. Los alumnos -que jamás sospecharon que Jill, la maestra mejor evaluada del semestre, no era real– aprendieron mejor que con el profesor presencial, o así lo sugería su nominación a los TA Awards, premios que reconocen a los profesores de excelencia académica en la universidad.
Sin embargo, para llegar hasta donde estamos en este momento, se tuvo que recorrer un largo camino de ensayos y errores.
A mediados de los años 50, a Alan Turing -considerado padre de la informática moderna- se le ocurrió la posibilidad de que las computadoras se comunicaran como lo hacen los humanos. Así, desarrolló un “examen” basado en un juego cuyo objetivo era determinar cuál de los dos interlocutores en la conversación era la computadora.
Años más tarde, otro científico llamado Joseph Weizenbaum creó un programa que a simple vista había aprobado el examen de Turing: Eliza. “Ella” era capaz de reconocer palabras clave en el texto que ingresaba el usuario, y al hacerlo respondía con otra oración, de no reconocer una palabra clave, contestaba con frases genéricas o con algún comentario anterior. Después de algunas pruebas, Eliza fue capaz de engañar a más de una persona, y hacerles creer que hablaban con otro ser humano.
Ambos casos fueron muy populares en su tiempo. Pero dadas las limitantes de tecnológicas y de programación de la época, llegaron a un punto donde no podían profundizar más la conversación y se volvieron obsoletas.
¿Recuerdas a Clippy? ¿Ese muñeco animado en forma de clip que se activaba por defecto en Microsoft Office? Clippy nació con el objetivo de hacer los programas de cómputo más fáciles de utilizar mediante una manera amigable de brindar ayudar, tratando de dejar el formato “manual” a un lado y apostando por la interacción.
Este pequeño asistente ofrecía consejos y asistencia a los usuarios de Office de manera inteligente y automatizada por medio de burbujas de diálogo. Si comenzaban a escribir lo que parecía un formato de carta, sugería ayudar con una plantilla precargada; o si detectaba que era hora de guardar el documento, les recordaba hacerlo en ese momento. Si querían contactarlo “personalmente”, bastaba con que hicieran clic en el ícono de ayuda.
El problema con Clippy fue que era demasiado intrusivo y pasó de ser educacional a molesto (e irónicamente robótico). Sin embargo, demostró que la aplicación de los chatbots y la inteligencia artificial iba más allá de una simple conversación: también podían enseñar.
Tras el anuncio de Facebook para incluir chatbots en su plataforma, y el avance en materia de Inteligencia Artificial, los horizontes de éstos, como tutores o maestros, se ampliaron enormemente.
En México, por ejemplo, ya se empieza a experimentar con esta tecnología, como es el caso de yeirabot. Este chatbot educacional enseña a la gente, por medio de una conversación, a crear su propio chatbot en Facebook Messenger.
Además de ser una especie de tutorial, resuelve dudas, y ofrece consejos, haciendo el aprendizaje algo más natural y cercano. El caso Clippy ha quedado solo como un recuerdo agridulce.
Desde el experimento de Turing, los chatbots se han posicionado como una de las tecnologías más prometedoras para la sociedad. Empresas como Apple con Siri, o Microsoft con Cortana, esperan que de aquí en adelante la conversación entre chatbots y humanos sea más fluida y que éstos sean capaces de entendernos a la perfección.
Además otras tendencias como el Internet de las Cosas, el Big Data y el Machine Learning, potencializarán la inteligencia de estos asistentes. Por ejemplo, podrían conectarse a las cuentas personales bancarias, al calendario, email, y la cuenta de Netflix para configurar nuestra nueva Smart TV con solo decir “Oye Siri, configura mi televisión”.
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