Te observan... porque eres importante
Image: REUTERS/Valentyn Ogirenko
Cualquier normativa relativa a la vigilancia siempre ha suscitado polémica. El conglomerado de cámaras en la vía pública en ciudades como Londres, aunque debidamente señalizadas, han sido tema de numerosos debates. Actualmente, en casi cualquier ciudad eres grabado por cámaras situadas en las calles, los bancos, los comercios o los vehículos. Si un empresario quiere instalar sistemas de vigilancia en el espacio de trabajo, debe avisar a los trabajadores; pero la normativa le permite implementarlo.
Las obras de ficción han tratado ampliamente el tema de lo que pasaría si el gobierno o alguna institución instalara dispositivos de visionado y escucha en los hogares. Lo hizo Orwell en 1984 con su Gran Hermano, lo hicieron películas como Colossus y más recientemente series como Black Mirror. La preocupación de ser vigilados es una constante desde que existe la tecnología.
Pero, en 2017, nos encontramos con que no son los gobiernos los que han instalado las cámaras y micrófonos: hemos sido nosotros, llenando nuestros hogares de dispositivos por los que hemos pagado y que permiten la grabación de nuestros actos.
Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, publicó una foto en su Instagram en la que se apreciaba en un segundo plano que había tapado la cámara y el micrófono de su ordenador con cinta adhesiva. A pesar de que la cámara de los portátiles Mac no puede activarse sin que se encienda antes una luz verde (la energía pasa antes por ese dispositivo que por la cámara), el hecho de que una persona a la que se presupone informada de los temas tecnológicos tome unas medidas en apariencia rudimentarias para preservar su privacidad ha dado mucho que pensar y ha provocado que mucha gente le imite.
Alexa, el dispositivo inteligente de Amazon, escucha todo el rato. Esto ha provocado situaciones como que varios dispositivos Alexa hayan pedido simultáneamente casas de muñecas tras escuchar su nombre en la tele. O que la policía haya solicitado acceso a un dispositivo Alexa que fue testigo de un asesinato, lo que podría abrir la caja de Pandora si se sienta como precedente y dentro de unos años comienza a permitirse el acceso a la escucha de lo que ha pasado en un hogar por casos mucho menos graves.
Hay que cambiar la mentalidad de «mi vida no le interesa a nadie» y adaptarla a una realidad en la que el poder lo tienen precisamente las personas anónimas.
Ellas son las que construyen el cotizadísimo big data a fuerza de hacer transacciones, escuchar música o geolocalizarse cuando hacen una foto. Incluso los que no tienen Facebook están también en Facebook, y los que nunca usan internet pueden aparecer en una búsqueda de Google.
Ellas son las que tienen el poder de denunciar a una entidad por una mala práctica o de dar visibilidad a historias de injusticia que de otra manera jamás saldrían a la luz.
Los anónimos, las personas «de a pie», influyen más que nunca en las grandes decisiones. Y también en las más pequeñas: en su mano está descatalogar un producto del mercado o hacer, con sus costumbres y preferencias, que se lancen otros nuevos.
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26 de noviembre de 2024