Nuestro planeta está en un momento crítico. Pero no es tarde para salvarlo
El último año fue inestable para nuestro planeta. Por un lado hemos visto récords históricos en 2016: el Acuerdo de París entró en vigencia antes de su primer aniversario; cuatro años antes de lo esperado, con poblaciones de tigres incrementadas por primera vez en un siglo; y el ícono del movimiento conservacionista (y WWF), el panda, que se alejó un paso de la extinción.
Pero por otro lado, 2016 fue oficialmente el año más caluroso y el calentamiento del Ártico fue mucho más rápido de lo previsto. La última edición de Living Planet Report del WWF demostró que en casi 40 años el mundo ha evidenciado una disminución de casi un 60 % en la vida salvaje terrestre, marina y de agua dulce, y se dirige a una reducción sorprendente de dos tercios en 2020. Esto se ha producido en menos de una generación.
En efecto, si el índice de biodiversidad se considera similar al índice del mercado de valores para monitorear la salud y las expectativas de la empresa, nuestro planeta definitivamente se dirigiría hacia una caída financiera, a menos que actuemos con urgencia. Una colisión de sistemas naturales no es algo que cualquier banco central pueda solucionar con facilidad.
La gran aceleración
La verdad incuestionable es que continuamos haciendo un gran daño al planeta y no hemos aprendido cómo desarrollar nuestra economía sin perjudicar la naturaleza. En los últimos 50 años, realmente un abrir y cerrar de ojos en comparación con los más de 2 millones de años de la historia de nuestras especies, hemos observado una aceleración exponencial de la utilización no sustentable e irresponsable de los recursos naturales. Si continuamos produciendo, consumiendo y alimentando nuestras vidas en la forma en que hoy lo hacemos, los bosques, océanos y sistemas meteorológicos podrían sobrecargarse y sufrir un daño irreversible.
La biodiversidad —la compleja red humana compuesta de millones de especies, plantas, bacterias y hongos— sustenta muchos de los sistemas de la Tierra que subestimamos, sistemas que nos proveen el aire que respiramos y los alimentos y el agua que consumimos. Mantiene los ecosistemas que la sociedad y sus diversas iniciativas necesitan para desarrollarse, garantizando el acceso a las materias primas, lo productos y los servicios.
Aun así, por primera vez en la historia mundial, la gente y las empresas están afectando gravemente el planeta con el uso de recursos, más rápido de lo que pueden regenerarse. La agricultura no sustentable, las industrias pesqueras, las minerías y la energía conducen a una degradación y pérdida como nunca antes del hábitat, la degradación, la contaminación y el cambio climático. Mientras que sus impactos son cada vez más evidentes en el medio natural, las consecuencias en las personas y las empresas también lo son. Desde la escasez alimentaria y de agua hasta los indicios de desarrollo de riesgos relacionados con el clima y afrontados por las personas, las empresas y los países, la evidencia nunca ha sido tan clara.
¿La Tierra se encuentra en un momento crítico?
Un planeta al límite, con el tiempo se pondrá en nuestra contra. Notamos un aumento en la frecuencia y la intensidad de eventos climáticos extremos que perturban la vida y subsistencia en toda la región. Las sequías como nunca antes vistas en el sur de África han obligado a las empresas a cancelar la producción, y las ciudades han ordenado suspensiones diarias a causa de la falla de los suministros hidroeléctricos. Fábricas en Pekín constantemente reciben la orden de disminuir la producción para atenuar el gran esmog tóxico que cubre la ciudad.
La inestabilidad climática, los eventos climáticos extremos y la escasez de agua se encuentran en la cima de la lista de riesgos para las empresas del Foro Económico Mundial y, a medida que el planeta se encuentra en una encrucijada, el desafío de los gobiernos y las empresas es equilibrar el desarrollo ecológicamente sustentable con el crecimiento económico. La ecuación es simple: no formaremos un futuro estable, exitoso y equitativo para la humanidad en un planeta degradado. Particularmente cuando se espera que la población mundial alcance los 10 mil millones en tres décadas.
La protección del medioambiente junto con el desarrollo económico y social es fundamental para nuestro bienestar y para el instinto empresarial. Producir mejor y consumir de forma correcta es la clave para establecer mercados resistentes que permanezcan dentro del espacio de funcionamiento seguro de nuestro planeta, proteger nuestra riqueza natural y contribuir al bienestar económico y social de manera integral. Se espera que cada vez más empresas puedan abordar, y no perjudicar, la degradación ambiental. Se vuelve parte de la licencia social para funcionar.
Para las empresas, los riesgos y las oportunidades son significativos. Las organizaciones pueden marcar el camino con un enfoque responsable a largo plazo que valore el capital natural y ayude a evitar las consecuencias financieras de la escasez de recursos y el daño ambiental.
Un buen ejemplo sería la industria del aceite de palma. Cada año, las prácticas ilegales de tala de bosques causan incendios devastadores y humo que se plasman en los titulares de todo el mundo, con un impacto en los ecosistemas forestales, así como en las vidas y en el bienestar de millones en el Sudeste Asiático. Al transformar la forma en que se crean y se mantienen las plantaciones de aceite de palma en la región, que representan el 85 % de la producción mundial, las empresas pueden establecer una nueva forma sustentable para las empresas, las marcas y los consumidores en todo el mundo.
En la actualidad, el estado del planeta empeora y las presiones sobre los sistemas naturales se profundizan. Sin embargo, quizá por primera vez, también notamos un incremento en las respuestas. Ya sea impedir la deforestación, cambiar a energías renovables o pescar de forma sustentable, también hay muchas señales positivas.
Sin dudas hemos comenzado una gran transición hacia una vida sostenible. Hoy, necesitamos enfocarnos en la escala y la velocidad de esta transición si planeamos desvincular el desarrollo económico de la degradación ambiental. El impulso se está formando y las empresas deben estar a la vanguardia del cambio. Más que nunca el planeta necesita un liderazgo receptivo y responsable con un gran compromiso con el desarrollo inclusivo y el crecimiento equitativo, tanto a nivel nacional como internacional. No hay tiempo que perder.
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