El fútbol deja fuera de juego a las nuevas tecnologías
Image: REUTERS/Lucas Jackson
Los aficionados llevamos años quejándonos de que el fútbol es reticente a la incorporación de nuevas tecnologías. Protestando por los goles fantasma que han perjudicado a nuestro equipo. Reclamando que los árbitros puedan detener el juego y consultar un vídeo, como ya ocurre en otros deportes. Sin embargo, desde hace algunos años, los avances tecnológicos se dirigen casi siempre a mejorar la preparación física de los jugadores – cámaras hiperbáricas que permiten incrementar el oxígeno en sangre del futbolista -, a conseguir el máximo rendimiento del equipo y a innovar en las retransmisiones televisivas. Casi nunca van destinados a corregir errores humanos y “arbitrariedades” que se producen durante la disputa de los partidos.
Tal y como se deriva de un estudio de Telefónica I+D, existen claras similitudes entre el “tiki taka” del FC Barcelona en la etapa de Guardiola y el funcionamiento y desarrollo en internet de la compartición entre ordenadores, la llamada peer to peer o P2P. Es un ejemplo de estructuras dinámicas, aplicadas al fútbol, pero que no afectan, por el momento, a la estructura del reglamento deportivo, donde impera todavía el inmovilismo.
La tecnología está muy bien, pero el fútbol es pasión. Sentimiento. Y tiene sus propios códigos no escritos. Sólo así se explica que las autoridades deportivas sean tan reticentes y precavidas a la hora de experimentar con sistemas de información eficaces, que – sin modificar el reglamento – puedan evitar errores e injusticias. El deporte rey conserva las mismas reglas de sus inicios, con algunas incorporaciones tecnológicas sometidas, previamente, a consulta.
En estos momentos, por ejemplo, se debate sobre la conveniencia de introducir en el rectángulo de juego balones inteligentes, que llevan implantado un microchip de 1,5 cm. a prueba de golpes. ¿Con qué fin? Pues con el fin de que este diminuto dispositivo transmita señales de radio, que servirán para conocer la situación de la pelota en tiempo real. El árbitro, a través de una señal luminosa en su reloj, sabrá si la circunferencia total del esférico ha traspasado la línea de meta.
De haberse inventado antes este dispositivo, nos habríamos evitado muchos disgustos: por ejemplo, el gol anulado a Michel, en partido contra la selección de Brasil, en el Mundial de México 86, o el gol fantasma de Frank Lampard a Alemania en el Mundial de Sudáfrica, que ganamos los españoles. Hay otros muchos errores sonados, como la mano de Maradona contra los ingleses, más conocida como “mano de Dios”, o el famoso gol de Hurts que debió de ser anulado a la selección de Inglaterra en la final del Mundial de 1966 contra Alemania.
Con el fin de que no pudieran repetirse situaciones como las anteriores, en el pasado Mundial de Brasil se colocó un dispositivo de siete cámaras de alta definición en las porterías – GoalControl -, que le indicaban al árbitro al instante si el balón había sobrepasado la línea de la portería o no.
Aunque ya dispongan de micrófonos inalámbricos para comunicarse con sus ayudantes en las bandas y en los fondos de las porterías, la tecnología prestó en el mundial de hace dos años un inestimable servicio a los árbitros en este tipo de jugadas muy difíciles de apreciar por el ojo humano. El vídeo empieza a ser un elemento a tener en cuenta, pero con reticencias. Provocaría un número indeterminado de tiempos muertos que incidirían negativamente en la atención del espectador, aunque esos paréntesis podrían verse pronto recortados a la mínima expresión.
Las cámaras diminutas también pueden ser de gran utilidad, pero no sólo para el gremio arbitral. En Italia se ha abierto un debate sobre la colocación de mini cámaras en las camisetas de los jugadores, para poder así obtener imágenes más cercanas e impactantes, al mismo tiempo que se siguen incorporando innovaciones en la ropa deportiva, con el fin de reducir la resistencia al correr. Ropa que consigue estabilizar los músculos y hacer más aerodinámicos los movimientos del jugador.
En el fútbol, deporte rey que ven miles de millones de personas en el mundo, los cambios se realizan con cuentagotas. Las principales novedades tienen que ver, sobre todo, con las retransmisiones y con la paulatina adaptación de sistemas que llevan años aplicándose en otros deportes, como el ojo de halcón en el tenis, con el que ya se está trabajando en la Premier League.
Los códigos del fútbol llevan más de un siglo funcionando, pero no son inmutables. Es difícil imaginar el fútbol sin la salsa del error humano. Con árbitros que puedan equivocarse.
Pero también es cierto que el fútbol no puede vivir al margen de los cambios tecnológicos y sociales. El día que todo esté controlado y el error humano deje de ser un factor añadido a la pasión futbolera seguro que seremos capaces de inventarnos otros motivos que alimenten la polémica y el debate.
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