Microbots y microinternet de las cosas: cuando nuestros órganos nos envían mensajes
En el terreno de la salud ya se empieza a hablar de microbots Image: REUTERS
Los avances en miniaturización en diversos campos, como por ejemplo las tecnologías MEM (Micro Electro Mecánico), están permitiendo ampliar el rango de los objetos que se conectan a Internet a objetos de ínfimo tamaño o microcosas. Esta posibilidad cuyo mayor ejemplo de desarrollo se encuentra en la tendencia Smart Dust, que tiene como meta que pequeñas entidades de 1 mm3 puedan conectarse a Internet y tener cierta capacidad de procesamiento, abre la puerta a nuevas aplicaciones que ahora no somos ni siquiera capaces de prever. Se pasaría de una situación en la que unos pocos objetos tienen conexión a Internet y cierta capacidad de sensorizar el ambiente, a poseer auténticos ejércitos de objetos conectados que pueden recibir y enviar datos, e incluso realizar alguna acción sencilla con lo cual se convertirían en micromáquinas.
Las posibilidades de esta tendencia están todavía por definir, aunque ya hay algunos campos en los que se están aventurando posibles aplicaciones para estas micromáquinas o microcosas conectadas a internet. Por ejemplo, en el mundo de la agricultura, un modelo de sensores de pequeño tamaño con capacidad de conexión puede permitir unos niveles de monitorización hasta ahora impensables; así en un viñedo cada una de las cepas podrá enviar datos a un sistema central de gestión, y lo mismo podría suceder con otro tipo de productos como árboles frutales u olivos.
En el mundo de la obra civil, será posible el despliegue de miles de sensores que permitan crear entornos inteligentes o identificar problemas estructurales en los edificios, detectando grietas cuando tienen tamaño microscópico. Este potencial podría trasladarse para la monitorización del medio ambiente, siendo posible monitorizar con mayor granularidad aspectos medioambientales, detectando contaminación, o incluso señalando los puntos en los que es más probable que surjan incendios.
En el terreno de la salud ya se empieza a hablar de microbots (micromáquinas o microrobots) que puedan detectar anomalías en el organismo e incluso realizar algún tipo de acción correctora. La máxima expresión en la miniaturización de este tipo de dispositivos utilizados en el entorno de la salud serían los nanobots que podrían circular por la sangre como una célula más. Por ahora se trata de una idea que se encuentra en su fase embrionaria, y que todavía requerirá de grandes inversiones en investigación y desarrollo hasta conseguir de ellas el grado de desarrollo que permita una difusión masiva.
No obstante, se trata de un objetivo que ya está siendo abordado, y sobre el cual se están realizando desarrollos que empiezan a dar sus frutos. Así, en la Universidad de California, están desarrollando microbots impresos mediante tecnología 3D que se impulsan mediante peróxido de hidrógeno y se controlan magnéticamente. Se denominan micro-fish y se pueden considerar un primer avance en el desarrollo de pequeños robots que puedan depurar el organismo o entregar medicación de una forma controlada y exacta. Así mismo, investigadores de la Johns Hopkins University están desarrollando un nuevo modelo de microbots que prometen tener la capacidad de desatascar arterias.
Se trata por ahora de prototipos, pero que nos muestran como lo que era solamente ciencia ficción se puede convertir en una realidad. De hecho, ya se están realizando pruebas con ratones a los que se suministra unos microbots como los que se muestran en la figura. En estos experimentos por ahora no se observan efectos perjudiciales para la salud del ratón y muestran que mejoran la eficiencia para conseguir llevar elementos al interior del organismo.
Las posibilidades que uno puede imaginar de este tipo de microbots son muchas, desde destruir cánceres hasta influir en los niveles de colesterol o glucosa. Se necesita además desarrollar tecnologías que imiten a la naturaleza y utilicen conceptos como gradientes químicos o presencia de sustancias para guiar su movimiento y comportamiento, lo cual nos ayudará también a conocer mejor ciertas claves de nuestro funcionamiento.
La unión de estas tecnologías con otras como Internet of Things harán que cuando decimos que nuestro corazón nos envía señales, no estemos hablando de una forma metafórica, sino que tengamos en nuestro móvil un mensaje directo de nuestro corazón o de cualquier otro órgano, quien sabe si con el tiempo podremos llegar a chatear con ellos.
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