Un mejor futuro para la población indígena de Guatemala

Latinoamérica es una región con paisajes hermosos, vida silvestre y vegetación. La historia de la región y su diversidad de manifestaciones culturales la hacen única. Sin embargo, también es una región llena de contrastes y, como en mi país natal de Guatemala, esos contrastes son difíciles de ignorar.

Según la Asociación de Pilotos y Dueños de Aeronaves de Guatemala, en el 2005 el país tenía una de las penetraciones más altas de aeronaves privadas per cápita (una por cada 26 mil habitantes). Por otro lado, los datos recopilados por UNICEF demuestran que Guatemala también cuenta con la carga más alta de malnutrición crónica en niños menores de cinco años en todo el hemisferio. Es difícil creer que estas dos realidades coexistan en un país que es del mismo tamaño que el estado de Colorado.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, 40% de nuestra población se considera indígena. A pesar de que son los herederos de una cultura milenaria, la triste realidad es que los atrasos en indicadores sociales como la pobreza, la falta de educación y la malnutrición crónica son más evidentes en el pueblo indígena. Pese a las circunstancias, muchas comunidades continúan auto-organizándose alrededor de las Autoridades Indígenas y Ancestrales sin el apoyo del gobierno y ningún tipo de reconocimiento. Estas autoridades luchan por mejorar sus comunidades sin compensación alguna a través de un proceso electoral que ha pasado de generación en generación por más de 450 años.

Una de estas figuras de autoridad es Tomás Calvo, conocido también como Nim Winag, la autoridad moral más alta y más respetada por el pueblo Maya. Don Tomás fue invitado como orador en el Encuentro Nacional de Empresarios (ENADE) del 2012, y el mensaje sencillo pero profundo de sus palabras conmovió a las 3,000 personas que estuvieron presente ese día: “Poner nuestro hombro junto al hombro de cada uno de ustedes, nuestro pie junto al pie de cada uno de ustedes, para hacer un trabajo distinto y obtener cosechas distintas y abundantes, es lo que nos pide el cierre de un tiempo para poder iniciar un nuevo sol.”

El llamado a la acción de Tomás Calvo motivó a muchas figuras del sector privado a prestar sus hombros y sus pies en un esfuerzo colectivo para encaminarnos hacia un país más próspero para todos.

Este año, miembros del sector privado y sus instituciones representativas han participado activamente junto a líderes indígenas en una serie de actividades, como el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU, el panel de discusión “Consulta Previa” en el Consejo de las Américas, y la visita a la Fundación de los Derechos Humanos, entre otras. Todos estos esfuerzos no son únicamente para reconocer y crear conciencia sobre el trabajo que hacen las autoridades en sus comunidades, sino también para demostrar la voluntad de trabajar unidos para conseguir soluciones en conjunto.

Pero la polarización y el conflicto son grandes obstáculos que hay que superar. Han pasado sólo 18 años desde que se firmó el acuerdo de paz de Guatemala, siendo uno de los lugares donde la Guerra Fría se convirtió en una guerra verdadera. En este contexto es difícil distinguir entre líderes legítimos y bondadosos y aquellos que utilizan la compasión internacional y los estereotipos para cubrir la actividad criminal.

Por ejemplo, un grupo local reemplaza los medidores eléctricos, roban la electricidad y le cobran a las comunidades locales. Parte de las ganancias va dirigida a fomentar la agitación social y las agendas separatistas. Es una situación muy distinta a la de los líderes locales que se quejan legítimamente sobre los abusos de los alcaldes locales que cobran por la iluminación pública, cuando ni siquiera existe tal iluminación. El lente de los medios muchas veces no se enfoca en las diferencias obvias y severas entre estas dos facciones.

El panel de discusión “Consulta Previa” o la implementación del Convenio 169 de la OIT, podrían ser herramientas utilizadas para reducir el conflicto. En cualquier parte del mundo es obvio que hay que conseguir el apoyo de la comunidad para los proyectos a gran escala. Sin embargo, se requiere de instituciones estatales sólidas que implementen los mecanismos de consulta apropiados. Para prevenir el abuso también se necesita que esas consultas sean debidamente reguladas y legisladas. Idealmente el proceso ocurriría antes de que el proyecto sea sometido a subasta y las licencias otorgadas, para que así todos los costos sean calculados desde el principio. Finalmente, la educación apropiada de todas las partes en cuanto a los derechos, obligaciones y expectativas sobre los procesos es fundamental para lograr el éxito duradero.

Luego de mucha reflexión sobre las palabras de Tomás Calvo, estoy convencido de que la mejor manera de progresar es diseñando e implementando soluciones colectivas. Nuestro camino será largo, pero debemos celebrar el progreso que hemos hecho hasta ahora. Sólo mediante el esfuerzo como una nación unida, y no como comunidades separadas, seremos capaces de conseguir la nación que hemos soñado. Sin embargo, debemos mirar de cerca a aquellos que resaltan nuestras diferencias sólo para promover el conflicto. Nuestra diversidad es nuestra fortaleza, pero sólo si la utilizamos sabiamente para el beneficio de las generaciones del futuro.

Autor: Salvador Paiz es presidente de FunSEPA, vice-presidente de FUNDESA y miembro del Consejo para la Agenda Global sobre la Prevención de Conflicto del Foro Económico Mundial.

Imagen: Residente local María López sentada con su hija frente a su casa en Syapa, cerca de la frontera de Honduras y Guatemala, 3 de agosto de 2014. REUTERS/Jorge Cabrera