¿Cómo varían las redes sociales alrededor del mundo?

Hu Yong
Takeshi Natsuno
Senior Vice-President, NTT DoCoMo

El potencial alcance global de las redes sociales es una de sus características esenciales. Por primera vez en la historia es igualmente fácil tener una conversación por video y compartir noticias cotidianas con amigos en otras partes del mundo que con amigos en la misma ciudad.

No obstante, la penetración de las redes sociales difiere notablemente de un lugar a otro. Por ejemplo, de acuerdo con datos de Reach de junio de 2013, WhatsApp se instaló en más del 90% de iPhones en Latinoamérica, pero sólo en menos de 10% en Estados Unidos; Line se encuentra en 44% de aparatos móviles en España pero en menos de 1% en Francia; y KakaoTalk es prácticamente universal en Corea del Sur pero casi desconocido más allá de Asia Oriental.

Facebook domina el medio de las redes sociales en Asia, con 82% del mercado, mientras que Google+ sólo tiene el 2%; en América del Norte, las cifras son más cercanas: 47% y 31%, respectivamente.

Y después está China, con un medio de redes sociales propio. Gracias a que Great Firewall les impide el acceso a los monstruos globales Facebook y Twitter, los nichos del ecosistema de las redes sociales están divididos entre servicios como Sina Weibo, Tencent Weibo, Renren y Qzone. A pesar de tener apenas penetración más allá de China, WeChat tiene un total de usuarios mayor al de WhatsApp, Line, Viber o Skype.

De la misma manera que el aislamiento facilitó la evolución de diferentes criaturas en las Islas Galápagos y Madagascar, la equivalencia entre las redes chinas y sus homólogos globales está muy lejos de ser exacta. A pesar de que Weibo se parece a Twitter en el hecho de que limita los mensajes a 140 caracteres, se parece a Facebook al permitir cadenas de comentarios y “me gusta”.

Algunas de las diferencias en el uso de las redes sociales son impulsadas por circunstancias culturales. A diferencia de Twitter, por ejemplo, es común que los usuarios de Sina Weibo suban archivos jpegs de fragmentos de texto más largos, ya que es más fácil que las imágenes se les escapen a los censores, quienes están en busca de palabras clave. También se debe a que por lo general los usuarios chinos no tienen la paciencia de seguir los enlaces internos en los mensajes de Weibo.

La censura determina el medio de las redes sociales en China de otras manera. Después de una agresiva campaña de represión en 2013 durante la cual se arrestó a varios comentaristas sociales de Weibo y en el cual también se borraron las cuentas de algunos líderes de opinión política, los usuarios han optado por WeChat; la facilidad para transmitir algunas cosas públicamente y compartir otras en privado con un pequeño grupo se usa cada vez más para la organización social, así como para que los fanáticos de deportes se conecten y para que los maestros se reúnan con sus alumnos.

Más allá de las circunstancias únicas del mercado chino, existen ejemplos sobre cómo las compañías no han podido adaptarse lo suficiente a las circunstancias locales para crear una masa crítica. Pero, en general, las diferencias culturales que subrayan las diferencias entre las redes sociales no se debe exagerar.

Muchas de las diferencias culturales en el uso de las redes sociales se explican mejor no por medio de la cultura, sino por medio de las tendencias históricas en el uso de los dispositivos. En Europa y Norteamérica, por ejemplo, muchas personas estaban acostumbradas a acceder a las redes sociales por medio de computadoras personales antes de adquirir teléfonos inteligentes como dispositivo adicional; en Asia es más común que el primer contacto de una persona con Internet y las redes sociales sea por medio de un teléfono inteligente.

La optimización móvil subraya por qué, por ejemplo, a Skype lo han alcanzado de una manera tan rápida los servicios como WhatsApp, Line y Viber, a pesar de llevarles seis o siete años de ventaja: Skype fue optimizado para usarse en computadoras personales y ha tenido que adaptarse al uso de móviles, mientras que sus nuevos competidores aparecieron ya con la idea de la tecnología móvil.

Skype no está solo: todas las redes sociales que evolucionaron en un contexto anteriormente dominado por las computadoras personales y donde el acceso a Internet móvil dependía de un WAP han tenido que reorganizarse para funcionar en un mundo dominado por los teléfonos inteligentes. Su éxito al hacerlo –o al adquirir nuevas compañías diestras en el medio móvil– determinará qué parte del mercado podrán retener al enfrentar a los competidores más jóvenes.

Conforme los mismos dispositivos de telefonía inteligente se vuelven ubicuos en todo el mundo, es posible que el panorama de las redes sociales pueda gradualmente convergir. En cualquier cultura donde hayan crecido, los jóvenes con iPhone tienden a encontrar las mismas aplicaciones útiles.

Autores: Hu Yong es profesor asociado de periodismo y comunicaciones en la Universidad de Peking en la República Popular de China. Takeshi Natsuno es profesor invitado en la Universidad de Keio en Japón.

 

 

No te pierdas ninguna actualización sobre este tema

Crea una cuenta gratuita y accede a tu colección personalizada de contenidos con nuestras últimas publicaciones y análisis.

Inscríbete de forma gratuita

Licencia y republicación

Los artículos del Foro Económico Mundial pueden volver a publicarse de acuerdo con la Licencia Pública Internacional Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0, y de acuerdo con nuestras condiciones de uso.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no del Foro Económico Mundial.

Comparte:
World Economic Forum logo

La Agenda Semanal

Una actualización semanal de los temas más importantes de la agenda global

Suscríbete hoy

Quiénes somos

Participe en el Foro

  • Iniciar sesión
  • Asóciese con nosotros
  • Conviértase en miembro
  • Regístrese para recibir nuestras notas de prensa
  • Suscríbase a nuestros boletines
  • Contacte con nosotros

Enlaces directos

Ediciones en otros idiomas

Política de privacidad y normas de uso

Sitemap

© 2024 Foro Económico Mundial