Cómo construir una cartera de inversiones resiliente en tiempos de incertidumbre

El año 2023 estuvo lleno de acontecimientos inesperados. A pesar de las predicciones generalizadas de una recesión mundial, la economía desafió las expectativas. Los acontecimientos geopolíticos tomaron desprevenidos a muchos, sobre todo el estallido del conflicto en Oriente Próximo.

Mientras tanto, la adopción entusiasta de la inteligencia artificial (IA) provocó una importante subida del mercado bursátil estadounidense. Se batieron récords climáticos, convirtiendo a 2023 en el año más caluroso jamás registrado y experimentando la subida del nivel del mar más rápida registrada. Los fenómenos meteorológicos extremos causaron trastornos generalizados en todos los continentes.

La incertidumbre es un hecho para cualquier inversor, pero los acontecimientos de los últimos años la han intensificado hasta un nivel profundo, desafiando los prejuicios fundamentales de las últimas cuatro décadas. El orden mundial se está reconfigurando, la política interior de varios grandes países está en plena ebullición, los rápidos cambios tecnológicos sacuden las sociedades y los efectos del cambio climático son cada vez más intensos e imprevisibles.

Ya no basta con que los inversores consideren únicamente en qué punto del ciclo macroeconómico nos encontramos o la futura trayectoria de los tipos de interés. Las preocupaciones en materia de seguridad nacional, las normativas impulsadas políticamente, las repercusiones y la política climáticas y otras cuestiones también deben formar parte del cálculo. Esta incertidumbre sin precedentes se traduce en un abanico más amplio de posibles resultados. Nos esperan peligros y beneficios inesperados por igual.

No existen mapas que ayuden a los inversores a navegar por este terreno incierto. Las viejas teorías y los modelos típicos no cubren semejante historia: la reversión a la media - que dicta que las variables cíclicas, como las valoraciones o los márgenes, vuelven al valor medio con el tiempo- es menos segura y hay pocos antecedentes.

Para navegar por lo desconocido, los inversores deben confiar en dos cosas:

- Su ancla: el propósito y los principios fundamentales que definen su organización.
- Su brújula: sus fortalezas distintivas.

Para un inversor a largo plazo como GIC, esto significa redoblar nuestros principios de disciplina de precios, un enfoque granular de la diversificación y nuestros puntos fuertes, como nuestro capital flexible a largo plazo.

La disciplina (o fijación) de precios (N. del T.: se refiere al conjunto necesario de capacidades, reglas y normas de fijación de precios que permite a una empresa obtener precios e ingresos óptimos por sus productos y servicios) es una parte esencial de un enfoque de inversión a largo plazo, ya que proporciona una capitalización constante de los rendimientos totales de la cartera. A pesar de las fluctuantes condiciones macroeconómicas y geopolíticas, algunos mercados aún no han valorado el nivel de incertidumbre al que se enfrentan los inversores. En su lugar, muchos están preparados para una economía de Ricitos de Oro, "ni muy caliente, ni muy fría". Es un escenario probable, pero sólo uno de muchos.

Las primas de riesgo, es decir, el rendimiento adicional esperado por encima del tipo sin riesgo, son bajas en varios mercados, como el de crédito y el de renta variable. Esto sugiere que la confianza de los inversores podría no corresponderse con los riesgos reales. En esta situación, los inversores deben tener cuidado con sus precios y evaluar a fondo los riesgos y recompensas de sus inversiones para asegurarse de que son compensados adecuadamente por los riesgos que asumen.

La IA es un ejemplo concreto. Muchas empresas de IA en fase inicial alcanzan valoraciones muy elevadas, justificadas únicamente si resultan triunfadoras. Sin embargo, es difícil predecir quiénes serán los ganadores y quiénes los perdedores. Los fabricantes de hardware, incluidas las empresas de semiconductores y las empresas de infraestructuras, como las plataformas en la nube, tienen menos riesgos, aunque sus valoraciones también han aumentado recientemente. Cada caso requiere una evaluación cuidadosa de sus posibles compensaciones entre riesgo y rentabilidad.

Una diversificación eficaz ofrece la mejor protección en tiempos de incertidumbre. Sin embargo, no basta con diversificar entre distintas clases de activos, como ya hace la mayoría de los inversores. Diversificar con mucha más granularidad, especialmente en los mercados privados, puede proporcionar a los inversores una ventaja.

Tomemos como ejemplo el sector inmobiliario. La diversificación en subsectores, como los centros de datos, las residencias para estudiantes y la logística, así como en diferentes zonas geográficas, ha ayudado a los inversores a sortear condiciones macroeconómicas y microeconómicas adversas, como la reciente fuerte subida de los tipos de interés y el cambio en el sector inmobiliario comercial estadounidense.

La incertidumbre conlleva riesgos, pero también oportunidades. La capacidad de los inversores a largo plazo de aportar capital flexible a largo plazo les permite aprovechar oportunidades que otros inversores podrían pasar por alto.

La transición climática es un buen ejemplo de cómo el capital flexible y a largo plazo puede marcar la diferencia. Los inversores ven ahora que la financiación de la transición puede implicar costos de oportunidad a corto plazo que no están dispuestos a asumir. En 2023, las empresas de tecnología climática tuvieron que seguir reuniendo capital en medio de unos niveles de valoración reducidos. Los inversores vieron menos salidas y la inversión de riesgo y crecimiento en el sector disminuyó un 30% respecto al año anterior. La desaceleración se produjo a pesar de la clara oportunidad a largo plazo que presenta la transición energética.

El capital paciente de los inversores a largo plazo, incluido GIC, es idóneo para navegar por la posible curva J de la tecnología climática. El año pasado, el Grupo de Soluciones de Sostenibilidad (SSG) de nuestro departamento de capital riesgo identificó empresas que necesitaban importantes inversiones para ampliar proyectos de tecnología climática "pioneros". Estos primeros proyectos piloto o de demostración, que han superado la fase de laboratorio pero aún no se han ampliado comercialmente, a menudo se sitúan entre las categorías de capital tradicionales.

Estas inversiones no alcanzarían el nivel de rentabilidad del capital emprendedor y, al mismo tiempo, carecerían del historial necesario para atraer financiación de infraestructuras. Lanzamos un programa de inversión en activos verdes para cubrir este déficit de financiación, aprovechando la trayectoria y el conocimiento del sector de SSG. Este capital flexible, habilitado por un mecanismo de financiación que se ajusta al riesgo, nos permite invertir en la comercialización de estas soluciones de descarbonización.

En un mundo en el que la incertidumbre ha sacudido los cimientos del ámbito de inversión, anclarnos en nuestro propósito y en nuestros principios básicos de inversión, al tiempo que aprovechamos nuestras fortalezas, será vital para navegar por estas aguas desconocidas.

Obtenga más información sobre el enfoque de inversión de GIC en el Informe GIC 2023/24.