COVID-19

Marruecos celebra el Ramadán con las calles y las mezquitas vacías

La enfermera Chaimaa ayuda a la doctora Meryem Bouchbika a ajustar su equipo de protección en el hospital Príncipe Moulay Abdellah mientras la propagación de la enfermedad coronavirus (COVID-19) continúa en Sale, Marruecos, el 22 de abril de 2020.

La enfermera Chaimaa ayuda a la doctora Meryem Bouchbika a ajustar su equipo de protección en el hospital Príncipe Moulay Abdellah mientras la propagación de la enfermedad coronavirus (COVID-19) continúa en Sale, Marruecos, el 22 de abril de 2020. Image: REUTERS/Youssef Boudlal - RC2CIG97BU7H

Marc Ferrà
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Hay dos lugares que durante el Ramadán siempre están llenos: las mezquitas y, cuando llega la noche, los cafés. Este año los feligreses viven el mes sagrado sin poder acudir a ninguno de estos lugares. Además del confinamiento y las restricciones, durante el Ramadán las autoridades marroquíes también han declarado el toque de queda entre las siete de la tarde y las cinco de la madrugada.

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Las calles y el zoco de Rabat, y de otras ciudades de Marruecos, echan de menos el ambiente que se respira normalmente. Durante esta época, tras romper el ayuno, miles de personas salen a pasear, las tiendas aprovechan para abrir hasta la madrugada y muchos jóvenes se encuentran para tomar un té o simplemente pasar la noche juntos.

Videollamadas

El de este año es un Ramadán de añoranza y videollamadas en una fiesta muy familiar

El de este año es un Ramadán atípico de calles vacías, videollamadas y añoranza. Las restricciones de movimientos impiden a muchas familias reunirse o desplazarse entre barrios o ciudades. “Para nosotros la familia es sagrada y más en Ramadán. Normalmente toda la familia se une, rompemos el ayuno juntos, rezamos juntos. Es un ambiente que no solemos tener el resto del año, espiritual y al mismo tiempo familiar”, explica Issam Atmani, un joven estudiante que hace dos años que vive en Tánger.

Las restricciones no le permiten celebrar este mes sagrado con su familia. Por teléfono relata que como mínimo quiere pasar el final del Ramadán con su madre y hermanos en su pueblo, situado en la zona central del Atlas. Explica que muchos compañeros de la universidad estuvieron a tiempo de volver con sus familias, pero no fue así su caso. Estas semanas de ayuno las va a pasar con dos estudiantes más con los que comparte piso y se encuentran en una situación similar.

Otras familias van a vivir este mes sagrado con el mar de por medio. El cierre de fronteras, a mediados de marzo, sorprendió a decenas de marroquíes que viven en España y estaban de visita en su país natal. Amina Lajaate explica que está las 24 horas pendiente de su teléfono por si le contacta la embajada es­pañola. Hace un mes y medio que intenta volver a Girona con sus ­padres y hermanos. Vino a Marruecos para el bautizo de un hijo de su prima y ya no ha podido regresar.

Comunicaciones cortadas

Decenas de marroquíes que viven en España han quedado atrapados en el país

Amina tiene 21 años, nació en el país norteafricano pero desde pequeña vive en Catalunya: “Todos tenemos el mismo derecho a volver a nuestra casa, yo estoy en Marruecos, vine por una semana y aquí no puedo trabajar ni pedir el paro, mi familia me mantiene pero no puedo estar mucho más tiempo, mi vida está en Girona”. La situación de Zoubairi Amin en muy similar, está confinado en Tetuán y solo quiere volver a Ibiza para pasar el Ramadán con su mujer e hijos dónde hace 30 años que viven. Vino a visitar a sus padres a esta ciudad del norte de Marruecos y no ha podido regresar.

El Ramadán también es sinónimo de solidaridad. Muchos hogares se han quedado sin ingresos después de las restricciones para trabajar y dependen económicamente de las ayudas públicas o de los vecinos. En el céntrico barrio rabatí de Hassan, decenas de vecinos se han organizado a través de un grupo de Facebook para recolectar dinero y preparar varias cestas con alimentos para hogares con dificultades.

Uno de los vecinos del barrio que participa de la iniciativa, explica que de momento han ayudado a 40 familias en situación muy vulnerable. “Una persona lanzó la iniciativa para ayudar a los vecinos y la gente empezó a mandar dinero, incluso varias personas nacidas en este barrio y que ahora viven en otro lugar también han aportado a la iniciativa”. Esta acción está destinada a las personas que trabajan aparcando los coches en la calle, para mujeres viudas y sus hijos o gente que se ha quedado sin recursos. “La población es más solidaria, no sólo por estar en Ramadán”.

Marruecos ha informado de 6.380 contagiados y 188 muertos. Aunque las autoridades no han concretado aún cómo será el desconfinamiento, ya han avanzado que va a ser gradual y por zonas. Está previsto que el estado de emergencia sanitaria finalice el 20 de mayo. Este es el Ramadán de las primeras veces, sea por celebrarlo alejado de la familia, por no poder rezar en las mezquitas o por pasarse el día sin salir de casa. Según los expertos religiosos, el ayuno tiene muchos beneficios para el cuerpo y la mente, entre ellos el aprender a ser paciente. Seguramente este sea el aprendizaje más importante para superar este confinamiento.

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