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"La vanidad puede más que el miedo": cómo es abrir una peluquería tras el confinamiento por covid-19

Manuel, peluquero de la peluquería Hair Concept Grecht, usa una máscara protectora mientras trabaja durante el brote de la enfermedad coronavirus global (COVID-19) en Viena, Austria, el 2 de mayo de 2020.

Manuel, peluquero de la peluquería Hair Concept Grecht, usa una máscara protectora mientras trabaja durante el brote de la enfermedad coronavirus global (COVID-19) en Viena, Austria, el 2 de mayo de 2020. Image: REUTERS/Lisi Niesner - RC2DGG9ZXNHJ

Sin salas de espera, revistas o cortes en seco, y con mascarillas obligatorias. El de las peluquerías es un negocio que se está viendo transformado en algunos de los países en los que se ha empezado a levantar la cuarentena por covid-19. Alemania es uno de ellos.

Allí estos locales y los salones de belleza acaban de abrir las puertas por primera vez desde el 23 de marzo, cuando se decretó el confinamiento. Y lo han hecho con muchos cambios.

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Además de las mencionadas al principio de esta nota, entre las medidas emitidas por el Ministerio Federal para la Economía y el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales están el mantener una distancia de 1,5 metros entre los clientes y no usar secadores de pelo.

Asimismo, los peluqueros deben usar guantes para lavar el cabello del cliente y retirar de él cualquier bacteria), aunque se los pueden quitar después, para realizar el corte.

¿Y la famosa conversación de salón de belleza? También desaparecerá.

No se permite hablar cara a cara, dicen las reglas. Cualquier comunicación sobre el tipo de corte o color de cabello debe hacerse por medio del espejo y debe ser el mínimo imprescindible.

Estas normas son necesarias, señala el ente regulador, por la naturaleza propia del negocio.

Un peluquero con una máscara facial y una visera atiende a un cliente después de reabrir su salón, mientras la propagación de la enfermedad coronavirus (COVID-19) continúa en Barcelona, España, el 5 de mayo de 2020.
Un peluquero con una máscara facial y una visera atiende a un cliente después de reabrir su salón, mientras la propagación de la enfermedad coronavirus (COVID-19) continúa en Barcelona, España, el 5 de mayo de 2020. Image: REUTERS/Nacho Doce - RC2BIG987X9I
Cuando la vanidad vence al miedo

Análisis de Damien Guinness, corresponsal de la BBC en Berlín

"¿Cómo se ven actualmente los peinados de la mayoría de la gente?", le pregunté a Reno Harms, copropietario del salón Harms en el distrito de Prenzlauer Berg, en Berlín.

"Bastante chistosos. Mucha gente se ha cortado su propio cabello. Algunos incluso se han teñido ellos mismos. Ahora estamos haciendo mucho trabajo de reparación", dice riéndose.

Sus clientes regulares compraron cupones para usar una vez la peluquería abriera las tiendas y ayudar así a que no quebrara por la clausura, como lo hicieron cientos de berlineses con sus tiendas, cafeterías y restaurantes favoritos.

Esa venta previa supuso un 50% de su ingreso normal, gracias a lo cual el salón Harms se mantuvo a flote.

Pero eso también significa que ahora Reno ha estado trabajando casi gratis.

Además, por las nuevas regulaciones solo puede atender a la mitad de los clientes a los que solía cortar el pelo por día, ya que es la única manera de mantener la distancia social obligatoria. Y entre uno y otro debe desinfectar todo el equipo. Ciertamente, no hay escasez de clientes.

De hecho, en muchos salones en Berlín puede ser difícil conseguir una cita.

Es que muchos clientes llevan semas sin cortarse el pelo, incluso desde antes del confinamiento, ya que varios cancelaron sus citas por temor a infectarse en la peluquería.

Ahora, Reno tiene la impresión de que la gente sigue estando nerviosa por el tema, aunque no dejan de pedir citas.

"La vanidad definitivamente puede más que el miedo", bromea.

Contacto directo

En las peluquerías los clientes tienen un contacto mucho más cercano con los empleados que en las tiendas, explica el organismo regulador.

Los salones de belleza también tienen que registrar los nombres de sus clientes para que puedan llevarse a cabo los rastreos de infecciones si es necesario.

Un peluquero con una máscara protectora y guantes corta el pelo de un cliente en la peluquería más antigua de Madrid, el primer día de apertura durante el cierre, en medio del brote de la enfermedad coronavirus (COVID-19) en Madrid, España, el 4 de mayo de 2020.
Un peluquero con una máscara protectora y guantes corta el pelo de un cliente en la peluquería más antigua de Madrid, el primer día de apertura durante el cierre, en medio del brote de la enfermedad coronavirus (COVID-19) en Madrid, España, el 4 de mayo de 2020. Image: REUTERS/Sergio Perez - RC2LHG9FWMXC

En toda Europa, los peluqueros están siendo los primeros a quienes se les ha permitido abrir sus negocios con el levantamiento de la cuarentena.

En España, los salones de belleza también reabrieron el 4 de mayo, pero deben funcionar al 30% de su capacidad normal como máximo y sólo con cita previa.

Cuando el 17 de abril se anunció la reapertura de los salones en Dinamarca, uno de los principales sistemas online para pedir cita se colapsó.

Pero ¿cuán fácil serán de seguir todas las reglas y cómo podrían cambiar nuestros cortes de pelo por ello?

Alison Badrick, quien trabaja como peluquera a domicilio en Inglaterra, está esperando que el gobierno británico de algún lineamiento sobre cuándo podrá regresar a trabajar.

Le preocupa tener que esperar mucho tiempo.

Dice que la mayoría de las regulaciones parecen sensatas, pero difíciles de seguir, en particular la de cortar el cabello de un cliente que lleva la mascarilla puesta.

Y es que las gomas de la mascarilla dificultan el corte en el área que rodea las orejas.

"A menos que produzcan una mascarilla que se pegue a la cara, no sé cómo va a funcionar eso”, dice.

Así las cosas, todo parece indicar que después del confinamiento, cortarse el cabello será una experiencia muy distinta.

El distanciamiento social significa que los salones no podrán atender a tantos clientes como antes.

La cadena de salones Blue Tit de Londres calcula que sus establecimientos funcionarán al 50% de su capacidad normal.

Su plan es, una vez que puedan abrir, reservar 15 minutos entre cliente y cliente para desinfectar todo el equipo y el local y ampliar el horario de atención.

Además, sean cuales sean las nuevas medidas, todo indica que el precio por los servicios aumentará.

"Esto provocará mayores costos con citas más largas, además del gasto en equipos de protección personal. Pero la seguridad de nuestros clientes y personal será la prioridad”, explica Blue Tit.

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¿Y seguirá habiendo cotilleo?

"Lo que pasa es que a los peluqueros nos gusta hablar. Es lo que marca la diferencia", dice Badrick.

"Gran parte de la experiencia de que te corten el cabello es la plática. Va a ser interesante ver lo que ocurrirá a partir de ahora".

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