Una historia visual de las pandemias
Las enfermedades infecciosas han sido compañeras constantes de los humanos a lo largo de la historia. Image: REUTERS
- Incluso en la era moderna, los brotes son casi constantes, aunque no todos los brotes alcanzan el nivel de pandemia como lo ha hecho el coronavirus.
- Esta visualización esboza algunas de las pandemias más mortales de la historia, desde la peste Antonina hasta el COVID-19.
Pan-dem-ic /panˈdemik/ (de una enfermedad) que prevalece en todo un país o en el mundo.
Así como los humanos se han extendido por el mundo, también lo han hecho las enfermedades infecciosas. Incluso en esta era moderna, los brotes son casi constantes, aunque no todos los brotes alcanzan el nivel de pandemia como lo ha hecho el novel Coronavirus (COVID-19).
La visualización de hoy esboza algunas de las pandemias más mortales de la historia, desde la peste Antonina hasta la actual COVID-19.
Las enfermedades y dolencias han plagado a la humanidad desde los primeros días, nuestro defecto mortal. Sin embargo, no fue hasta el marcado cambio a las comunidades agrarias que la escala y propagación de estas enfermedades aumentó de manera drástica.
El comercio generalizado creó nuevas oportunidades para las interacciones entre humanos y animales que aceleraron tales epidemias. La malaria, la tuberculosis, la lepra, la gripe, la viruela y otras aparecieron por primera vez durante estos primeros años.
Cuanto más civilizados se volvieran los humanos -con ciudades más grandes, rutas comerciales más exóticas y un mayor contacto con diferentes poblaciones de personas, animales y ecosistemas- más probable sería que se produjeran pandemias.
Aquí están algunas de las principales pandemias que han ocurrido a lo largo del tiempo:
Nota: Muchas de las cifras de muertes mencionadas anteriormente son las mejores estimaciones basadas en las investigaciones disponibles. Algunas, como la plaga de Justiniano, están sujetas a debate en relación a nuevas pruebas.
A pesar de la persistencia de enfermedades y pandemias a lo largo de la historia, hay una tendencia constante en el tiempo: una reducción gradual de la tasa de mortalidad. Las mejoras en la atención sanitaria y la comprensión de los factores que incuban las pandemias han sido herramientas poderosas para mitigar su impacto.
En muchas sociedades antiguas, la gente creía que los espíritus y los dioses infligían enfermedades y destrucción a aquellos que merecían su ira. Esta percepción no científica a menudo conducía a respuestas desastrosas que provocaban la muerte. no de miles, sino de millones.
En el caso de la peste de Justiniano, el historiador bizantino Procopio de Cesarea rastreó los orígenes de la peste (la bacteria Yersinia pestis) hasta China y el noreste de la India, a través de las rutas comerciales terrestres y marítimas a Egipto, donde entró en el Imperio Bizantino a través de los puertos del Mediterráneo.
A pesar de su aparente conocimiento del papel que la geografía y el comercio desempeñaron en esta propagación, Procopio culpó del brote al Emperador Justiniano, declarándolo un demonio o invocado el castigo de Dios por hacer el mal. Algunos historiadores encontraron que este evento pudo haber frustrado los esfuerzos del emperador Justiniano para reunir los remanentes occidentales y orientales del Imperio Romano, y marcó el comienzo de la Edad Media.
Afortunadamente, la comprensión de la humanidad de las causas de la enfermedad ha mejorado, y esto está dando lugar a una drástica mejora en la respuesta a las pandemias modernas, aunque sea lenta e incompleta.
La práctica de la cuarentena comenzó durante el siglo XIV, en un esfuerzo por proteger a las ciudades costeras de las epidemias de plagas. Las cautelosas autoridades portuarias exigían que los barcos que llegaban a Venecia desde puertos infectados se quedaran anclados durante 40 días antes de desembarcar. El origen de la palabra cuarentena proviene del italiano "quaranta giorni", o 40 días.
Uno de las primeros casos de análisis estadístico y geográfico fue a mediados del siglo XIX en Londres, durante un brote de cólera. En 1854, John Snow, un médico inglés precursor de la epidemiología, llegó a la conclusión de que el cólera se estaba propagando a través del agua contaminada y decidió mostrar los datos de mortalidad del vecindario directamente en un mapa. Este método reveló un grupo de casos alrededor de una bomba específica de la que la gente estaba sacando su agua.
Si bien las interacciones creadas a través del comercio y la vida urbana desempeñan un papel fundamental, es también la naturaleza virulenta de determinadas enfermedades la que indica la trayectoria de una pandemia.
La comunidad científica usa una medida básica para rastrear las tasas de contagio de una enfermedad llamada el número básico de reproducción, también conocido como factor R0. Este número nos dice a cuántas personas, de media, podría contagiar cada persona enferma: representa el máximo potencial epidémico de un patógeno.
El sarampión encabeza la lista, siendo el más contagioso con un factor R0 de entre 12-18. Esto significa que una sola persona puede infectar, de media, a 12 a 18 personas en una población no vacunada.
Aunque el sarampión puede ser el más virulento, los esfuerzos de vacunación y la inmunidad de grupo -también llamada colectiva o de rebaño- pueden frenar su propagación. Cuantas más personas sean inmunes a una enfermedad, menos probable es que prolifere, por lo que las vacunaciones son fundamentales para prevenir el resurgimiento de enfermedades conocidas y tratables.
Es difícil calcular y pronosticar el verdadero impacto de COVID-19, ya que el brote aún está en curso y la comunidad investigadora aún están aprendiendo sobre esta nueva forma de coronavirus.
Llegamos al lugar donde empezamos, con el aumento de las conexiones e interacciones globales como fuerza motriz de las pandemias. Desde las pequeñas tribus de cazadores y recolectores hasta las metrópolis, la interdependencia de la humanidad también ha provocado oportunidades para que la enfermedad se extienda.
La urbanización en el mundo en desarrollo está llevando a cada vez más residentes rurales a barrios más densos, mientras que el aumento de la población sigue ejerciendo una mayor presión sobre el medio ambiente. Al mismo tiempo, el tráfico aéreo de pasajeros casi se duplicó en el último decenio. Estas tendencias globales están teniendo un profundo impacto en la propagación de las enfermedades infecciosas.
Mientras que las organizaciones y los gobiernos de todo el mundo piden a la ciudadanía que practique el distanciamiento social para ayudar a reducir la tasa de infección, el mundo digital está permitiendo a la gente mantener las conexiones y el comercio como nunca antes.
Nota del editor: La pandemia de COVID-19 está en sus primeras etapas y es obviamente imposible predecir su futuro impacto. Este artículo e infografía pretenden proporcionar el contexto histórico, y continuaremos actualizándolo a medida que pase el tiempo para mantener su exactitud.
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