Hacia un uso más prudente y responsable de los antibióticos en ganadería
Image: REUTERS/Rodolfo Buhrer
Los antibióticos son medicamentos indispensables para el tratamiento de la mayoría de las enfermedades infecciosas que afectan tanto al hombre como a los animales. Sin embargo, las bacterias son capaces de desarrollar mecanismos que les permiten hacerse resistentes a ellos. Es decir, pueden no solo sobrevivir, sino incluso continuar multiplicándose en su presencia.
Hoy en día, nos enfrentamos ya a bacterias que son resistentes no a uno, sino a varios antibióticos (bacterias multiresistentes). Hay incluso bacterias resistentes a todos los antibióticos disponibles (bacterias panresistentes), para las que no existe tratamiento. Así, las bacterias resistentes se han convertido en una amenaza a nivel mundial.
El uso de antibióticos en ganadería es necesario para que los animales estén sanos y por tanto se pueda garantizar su bienestar. Por otro lado, su uso es también fundamental para garantizar la seguridad de los alimentos provenientes de estos animales. Una cabaña ganadera sana permite producir alimentos sanos y de calidad.
En ganadería, los antibióticos se emplean fundamentalmente para el tratamiento de las infecciones bacterianas (uso terapéutico). Su administración para prevenir enfermedades (uso profiláctico) se recomienda solo en situaciones muy excepcionales.
En Europa, el uso de antibióticos para favorecer el crecimiento de los animales (uso como agentes promotores del crecimiento) está totalmente prohibido desde 2006. Sin embargo, esto no es así en otras regiones del mundo donde aún se pueden añadir a la dieta de animales sanos.
En cualquier caso, el ganado sigue estando expuesto a cantidades de antibióticos superiores a las necesarias y su modo de uso es mejorable. Además, muchos de los antibióticos empleados en veterinaria se utilizan también en medicina humana, incluso algunos de los considerados críticamente importantes para la salud de las personas.
Respetar los periodos de supresión (tiempo que debe transcurrir desde que se deja de administrar el medicamento al animal hasta que este o sus productos puedan ser destinados al consumo humano) y los programas oficiales de control de residuos (Plan Nacional de Investigación de Residuos) garantiza que en los alimentos de origen animal no se superen los niveles de residuos antibióticos establecidos por la normativa vigente.
Sin embargo, el ganado puede actuar como reservorio de bacterias resistentes. Estas pueden transmitirse de los animales al hombre por distintas vías:
- A través de los alimentos.
- Por contacto directo con los animales.
- A través del medio ambiente.
Las bacterias (resistentes o sensibles) no respetan barreras geográficas ni son exclusivas del hombre o de los animales. Se estima que alrededor del 75 % de las enfermedades infecciosas que afectan a los humanos tienen su origen en los animales.
Además, las bacterias resistentes pueden transferir los genes responsables de la resistencia a otras bacterias con las que conviven en un mismo entorno, como el intestino de los animales o del hombre y el medio ambiente. Puede suceder que una bacteria no patógena, es decir, una de las “buenas” presente en nuestra flora intestinal, reciba un gen que la hace resistente. O incluso peor; una bacteria patógena, pero sensible a los antibióticos, puede convertirse en resistente al recibir un gen de otra bacteria. En ese caso, tendremos un problema cuando enfermemos y deban tratarnos con antibióticos.
Está demostrado que existe una asociación entre el uso de antibióticos en medicina veterinaria y las resistencias observadas en los animales. Sin embargo, es difícil determinar qué proporción de la resistencia observada en las infecciones humanas tiene su origen en el uso de antibióticos en ganadería.
Cada caso es distinto y se han descrito ejemplos en los que la resistencia parece haberse originado en los animales y de ahí haber pasado al hombre, pero también otros con un origen humano y posterior diseminación a los animales. Lo que está claro es que cualquier uso de antibióticos (tanto en medicina humana como veterinaria o en la agricultura) favorece la aparición y diseminación de bacterias resistentes.
En nuestro entorno se están desarrollando acciones para luchar contra la resistencia a los antibióticos en ganadería. Las principales actuaciones siguen las directrices que marcan la Unión Europea y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Se podrían resumir en tres:
- Vigilancia del uso de antibióticos y de las bacterias resistentes. Conocer el tipo y cantidad de antibióticos que se usan y la clase de bacterias resistentes y frecuencia con que se detectan nos proporciona información muy útil desde el punto de vista epidemiológico. Entre otras cosas, permite identificar asociaciones entre el consumo y la aparición de resistencias, analizar tendencias y diseñar medidas eficaces para frenar el problema.
- Promoción del uso prudente a través de actividades formativas para el sector y la elaboración de guías de uso prudente. Recientemente, basándose en un informe elaborado por expertos, la Comisión Europea ha propuesto categorizar los antibióticos veterinarios según el impacto que su uso puede tener en la salud humana. Cada una de las cuatro categorías se acompaña de recomendaciones específicas de uso.
- Prevención de las infecciones. Puesto que los animales sanos no necesitan ser tratados, reducir las posibles infecciones ayudará a reducir el uso de antibióticos. Medidas para lograrlo incluyen la mejora de la higiene y la bioseguridad en las explotaciones ganaderas, la potenciación del sistema inmune de los animales y la puesta en marcha de planes sanitarios específicos para cada explotación.
Todas estas acciones son fundamentales para frenar el problema de las resistencias, y parece que empiezan a dar frutos. En España se ha observado un descenso del 14 % en el uso total de antibióticos en ganadería entre 2014 y 2016. La reciente implementación de la receta electrónica en medicina veterinaria ayudará también a conocer mejor el uso que se está haciendo de los antibióticos en ganadería.
Sin embargo, aún hay tareas pendientes. A nivel internacional, es fundamental una mayor coordinación a nivel legislativo, de vigilancia e intervención. Es también fundamental hacer más fluida la colaboración entre la medicina humana y la medicina veterinaria, sin olvidar el impacto sobre el medio ambiente. Cualquier actuación para combatir el problema de las resistencias debe plantearse desde la perspectiva One Health (Una Salud). Según esta, la salud del hombre, los animales y el medio ambiente están interconectadas.
Finalmente, es necesaria más investigación para comprender mejor los mecanismos por los que se generan las resistencias, desarrollar nuevas herramientas de diagnóstico, así como nuevas alternativas a los antibióticos y mejores medidas de control de las enfermedades.
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