Cómo ser feliz durante 100 días seguidos de la manera más simple
Image: REUTERS/Zohra Bensemra
Hace unos días, en un momento de especial estrés —me estaban reclamando un artículo que no había empezado a escribir—, seguí el consejo: cogí un lápiz y empecé a mordisquearlo. Durante unos segundos me concentré en hincarle los dientes y en admirar las muescas que estos iban dejando en su superficie. La verdad es que la sensación de presión regresó en cuanto puse los ojos otra vez en la pantalla del ordenador, pero durante un breve lapso me sentí liberado; capaz de tomar las riendas, de hacer algo que quería hacer en vez de lo que otros querían que hiciera; encima, una travesura, lo contrario a la formalidad laboral que se me requería en ese momento. Sonreí de felicidad.
El consejo de morder un lápiz forma parte del centenar que propone el libro Sé feliz durante 100 días seguidos, de Dmitry Golubnichy (Cúpula, 2019). Se supone que, llevando a la práctica una de sus sugerencias cada jornada, se puede experimentar la felicidad durante más de tres meses. Sus propuestas apelan a eso que a veces se nos olvida y que consiste en valorar las cosas sencillas de la vida, el tipo de consejos que no cuesta nada tener en cuenta. Yo probé varios.
Una mañana, desesperado por no encontrar aparcamiento, puse en el coche una emisora de rock (¿qué tiene este género musical que hasta ayuda a estudiar?) y me desgañité entonando Heat of the Moment, de Asia. Al día siguiente, rebañé un cuenco de hummus con los dedos. En jornadas sucesivas, abracé a mi gata Kora (hasta que me bufó y salió por patas), invité a café a un compañero, paseé sin rumbo por un barrio que no conocía y ordené un cajón. Así de fácil.
"La mayoría de la gente no es consciente de lo que provoca que su corazón esté contento", escribe Golubnichy. "Sus días están llenos de rutina y de actividades esperadas", e interrumpir el previsible curso de los acontecimientos con estos pequeños gestos transgresores puede ser suficiente para aumentar la felicidad. Pero, ¿cómo es posible conseguir tanto con tan poco?
Volviendo al ejemplo de morder un lápiz, el autor aporta una explicación científica: "Apretar tus músculos faciales convertirá tu expresión en una especie de sonrisa, y una sonrisa —real o inducida— tiene la maravillosa habilidad de relajar tus respuestas químicas al estrés, que han sido relacionadas hasta con tener un cerebro más pequeño. Cuando las esquinas de tu boca se elevan, tu cuerpo libera la triada de la felicidad (las hormonas dopamina, endorfina y serotonina), que hace que el ritmo de tu corazón y la presión arterial desciendan".
Saborear lo que nos rodea y apreciar los pequeños detalles nos acercan, aunque solo sea un poco, a una vida más feliz.
Golubnichy no es psicólogo, es un nuevo gurú de la autoayuda. Nacido en Letonia, tiene formación financiera y, a principios de esta década, trabajaba en Suiza en el ámbito de la educación; según cuenta, le iba bien, pero sentía que le faltaba algo. En 2014, empezó a subir una foto diariamente a Instagram de alguna actividad que le llenaba, usando el hashtag #100HappyDays. La gente comenzó a imitarlo. Pasó a ser uno de esos retos virales, y ahora asegura que, hasta la fecha, 8 millones de personas han usado la etiqueta en todo el mundo. La vorágine dio lugar a una web, a una fundación, a una sucesión de charlas TEDx y al libro en cuestión.
Los psicólogos avalan su vía para encontrar la satisfacción personal a través de pequeños gestos rompedores. En 2012, un trío de investigadores de las universidades de Victoria y Loyola, en Nueva Zelanda y EE UU, respectivamente, pidieron a 101 personas que hicieran un registro de los "eventos agradables" que habían vivido cada jornada durante 30 días, que anotaran su intensidad y el impacto que había tenido en su estado de ánimo. Los tres psicólogos concluyeron que sus resultados «respaldan la hipótesis de que saborear los pequeños momentos constituye un importante mecanismo a través del cual la gente puede destilar felicidad».
Atención: puede que solo uno de esos detalles no nos reconforte, hay que insistir porque la clave está en encadenarlos, en hacer que salpiquen de forma constante nuestra vida. Así lo explica José Elías, director del gabinete de psicología que lleva su nombre, en Madrid, quien opina que cambiando la percepción que tenemos de nuestra propia existencia, esta dejará de ser gris y monótona para ser excitante e imprevisible. "Apreciar las cosas que tenemos a nuestro alrededor, además de hacernos más sensibles y receptivos, nos aporta una visión mejor, más alegre y feliz de nuestra vida", asegura. Y si eso no es suficiente, siempre puedes estudiarte las seis claves que el profesor de la Universidad de Harvard Tal Ben-Shahar propone para ser feliz. Matricularse en su asignatura vale la pena.
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