¿Puede la tecnología del bitcoin ayudar a un mundo más justo?
Image: REUTERS/Clement Uwiringiyimana
El 'blockchain' tiene usos que van más allá de las criptomonedas. Puede servir, por ejemplo, para rastrear las donaciones en cooperación.
El blockchain se hizo famoso en todo el mundo por ser la tecnología que hay detrás del bitcoin y, tras ella, de múltiples criptomonedas. Pero las cadenas de bloques tienen un recorrido mucho más amplio. Pueden ser una herramienta para la inclusión financiera, para enviar remesas con menos costes, para hacer donaciones a cualquier rincón del mundo, para rastrear que el dinero que llega a las emergencias se gasta correctamente o, incluso, para dejar testimonio de la reputación de las personas.
Simplificando, esta tecnología es capaz de crear un registro de procesos en una base de datos compartida, descentralizada, que es virtualmente imposible de piratear. Es una especie de notaría virtual que garantiza que lo que se hace con ella no puede ser duplicado ni falsificado. Cada vez está más afianzado para referirse a ella el término Internet de la confianza.
En 2016 se hicieron las primeras donaciones a Siria por medio de esta tecnología. “Yo conocía a mucha gente que no quería hacer aportaciones porque no se fiaba de dónde iban a ir. Cada año, 1,1 billones de dólares de cooperación son robados por culpa del fraude y la corrupción. Con blockchain, quienes ayudan pueden estar seguros de dónde va su dinero”, aseguraba Joseph Thompson, fundador de AID:Tech, en Foromic 2018, que se ha celebrado esta semana en Barranquilla (Colombia).
Lo que hicieron en Siria fue canalizar ayudas a través de Cruz Roja. Estas llegaban a los beneficiarios mediante una tarjeta con un código QR que les proporcionaba la ONG. Con ella, podían ir a los establecimientos asignados, que simplemente con un smartphone escaneaban el código y registraban la transacción. Los donantes tenían capacidad incluso para saber qué se estaba comprando con el dinero que habían mandado.
Esta misma empresa ha participado, de la mano de la ONU, en otro proyecto en Serbia, un país que recibe cada al año más de 3.000 millones de euros en remesas. Buena parte de este dinero se va en comisiones. Hoy en día todavía es complicado mandarlas directamente por criptomonedas, ya que su valor es demasiado volátil para usarlas en estos contextos, pero la tecnología sí permite, por ejemplo, pagar remotamente los recibos del agua, luz o Internet desde la otra punta del mundo. “De esta forma, en la práctica están enviado dinero, pero se están ahorrando las comisiones”, subraya Thompson.
En 2016 se hicieron las primeras donaciones a Siria por medio de la tecnología de las cadenas de bloques.
En España se está desarrollando una iniciativa similar a la que experimentó AID:Tech en Siria. Moisés Menéndez, responsable del laboratorio de blockchain de la Universidad de Comillas, detalló cómo están ensayando esto con ayudas de bancos de alimentos. “Si en una parroquia se hace una donación, esta va al monedero electrónico del beneficiario, que puede acudir al supermercado y pagar con el móvil, sin el estigma que puede suponer sacar cupones. Lo hace como quién paga con la aplicación más moderna de Apple”, explicó en Foromic. “Esto puede ser el futuro de las ayudas sociales, de una forma en la que además se garantiza la transparencia. Es finalista, trazable: ves la donación y su uso”, apuntó.
Pero las cadenas de bloques pueden ir incluso más allá del intercambio de dinero o servicios. En Argentina la están probando para medir la reputación personal. El proyecto lo explicó Diego Gutiérrez Zaldívar, de RSK Labs, que está trabajando en la Villa 31 de Buenos Aires, un barrio marginal donde las personas están fuera del sistema en todos los sentidos: a menudo ni siquiera están inscritos en los registros dando fe de que existen. “El blockchain, que es un libro contable inviolable, tiene el poder para registrar identidad y, sobre la base de eso, cada interacción de una persona con la sociedad: cada vez que transacciona, que contribuye con la comunidad, va construyendo una reputación. Y con ella, para esta gente que no tiene bienes materiales, ni nómina ni auto... cuentan con algo de valor: queda registrado cómo se comportan con la sociedad. Y esto puede ser la puerta de entrada, por ejemplo, a pedir un crédito”, explica. Su idea es replicar esta experiencia en toda Latinoamérica.
Precisamente, en el encuentro de Barranquilla se lanzó LAC-Chain, una nueva alianza para impulsar el desarrollo de un ecosistema de blockchain en América Latina y el Caribe “incluyente, eficiente y seguro para todos”. Auspiciada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en alianza con algunas de las empresas más punteras del sector, pretende “que los beneficios de la expansión de esta tecnología lleguen a las poblaciones más desatendidas de toda la región”, en palabras de su gerente, Irene Arias.
“Con esta iniciativa esperamos poder materializar el sueño de contar con un gran espacio común de blockchain panamericano, interoperable y abierto, que consiga que sea accesible para toda la ciudadanía para garantizar un futuro más próspero e inclusive en América Latina y el Caribe”, añadió Arias.
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