Equidad, Diversidad e Inclusión

El camino chileno hacia la paridad de género (y lo mucho que falta)

Shoppers are seen at the rooftop of a commercial center in Santiago, Chile May 19, 2017. REUTERS/Ivan Alvarado - RTX36O9M

Image: REUTERS/Ivan Alvarado

Paula Escobar Chavarría

Desde que el el influyente Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) me hizo parte de su organización al elegirme como Young Global leader en 2006, no deja de sorprenderme cómo es una institución que vive revitalizándose , buscando nuevos retos, desafiándose en nuevos territorios, tratando de hacer carne su misión de “mejorar el estado del mundo”.

Considerándome una feminista hace ya muchos años -escribiendo y editando sobre estos temas-, me parece que una de estas mejores y mayores incursiones es el ya famoso y canónico Global Gender Gap Report, cuyo ranking se ha convertido en una herramienta utilizada globalmente para medir la brecha de género entre los países, así como su evolución en el tiempo. Hace unos años decidieron, además, pasar del estudio a la acción, creando task forces o "grupos de tarea" experimentales para impulsar cambios más allá de lo que dicen los estudios. La meta es romper techos de cemento y cristal; empujarlas hasta donde su ambición las que quiera llevar, combatir la desigualdad salarial y aumentar por cierto la cantidad de mujeres trabajando. El año pasado IPG Chile se lanzó y el WEF nuevamente me honró nombrándome como parte del grupo de liderazgo.

Partimos el 2016 como alumnos malos.... en el lugar 70 de 144 países en brecha de género.

Pero la buena noticia es que doce meses después, Chile mejoró: no todo lo que quisiéramos, pero ya se ve avance: estamos en la posición 63. Lejos de nuestros sueños de un país sin injusticias de género, pero ya sintiendo que la velocidad de los cambios ha aumentado.

¿Cuáles me parecen que han sido factores clave para que esto esté funcionando en Chile? Primero, tender puentes entre los distintos stakeholders, muy al estilo WEF.

Los grandes problemas globales de nuestro tiempo no los resuelve ni una persona, por genial que sea, ni una organización: deben sentarse a la mesa y encontrar espacios de colaboración (más allá de las legítimas diferencias) los distintos involucrados. Es así como en Chile técnicos diversos en su proveniencia y trayectoria están trabajando codo a codo para sacar a Chile del lugar de los peores alumnos en esta materia. El BID, los ministerios del gabinete de la Presidenta Michelle Bachelet han trabajado con líderes de la sociedad civil, con headhunters y con las empresas, que deben hacer estos cambios, bajo la secretaría ejecutiva de ComunidadMujer. Ya son casi 100 empresas (que suman varios miles de empleados) que han adherido a la IPG Chile, algo que nos da un profundo orgullo, pues su adhesión implica esfuerzo y no solo aparecer sonrientes en la fotografía: deben estar dispuestos a contestar cuestionarios complejos sobre sus empresas y sus políticas de género, de salarios, de promociones, y una larga lista que luego se traduce en recomendaciones que deben ir cumpliendo –y reportando- cada seis meses. Hemos visto el enorme interés de empresas de todo tipo, desde grandes bancos y empresas líderes en la Bolsa, hasta empresas B, pequeñas y medianas. Hay ganas y energía por mejorar la inequidad de género, y faltaba quizás este aliciente de una institución prestigiada y seria como el WEF para que esas empresas dieran el salto.

Esto es solo el comienzo: el 2018 debemos saltar mucho más alto y más rápido... Somos especialmente los y las más privilegiados quienes debemos cambiar el mundo y darle al talento y la dignidad femeninas todo el espacio que se merecen.

Muchos estudios reflejan que esto es, además un excelente negocio, para las empresas y para los países. Pero yo prefiero apelar a la ética de la convicción. Simplemente no es justo que más de la mitad de la población tenga peores trabajos, gane menos o no pueda acceder a los cargos más altos de la organización. No es aceptable desde ningún punto de vista. Felicito al WEF por su liderazgo decisivo en esta materia. En los encuentros de los Young Global Leaders (y los Alumni), nos enseñan muchas cosas, pero especialmente una me ha inspirado mucho a mí: liderar es servir con todas tus fuerzas a una causa más grande que uno mismo, con pasión, optimismo y gran sentido de urgencia. Esta iniciativa hace realidad esta enseñanza.

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