Cinco prioridades de liderazgo para 2017, por Klaus Schwab

Klaus Schwab
Founder and Chairman of the Board of Trustees, World Economic Forum

Como se ha demostrado el año pasado, los líderes deben responder a las demandas de las personas que les han encomendado liderar, al mismo tiempo que proporcionan una visión y un camino adelante, para que la gente pueda visualizar un futuro mejor.

El verdadero liderazgo en un mundo complejo, incierto y ansioso como el nuestro, requiere que los líderes naveguen con un sistema de radar y una brújula. Deben ser receptivos a las señales de un paisaje siempre cambiante, y deben estar dispuestos a hacer los ajustes necesarios; sin desviarse de su verdadero norte, es decir, una visión basada en valores auténticos.

Es por eso que en el Foro Económico Mundial hemos hecho de "Liderazgo responsable y que responde" el tema principal de nuestra reunión anual de enero en Davos. A medida que los líderes en el gobierno, las empresas y la sociedad civil marquen una hoja de ruta para el próximo año, cinco desafíos clave fijarán su atención.

En primer lugar, tendrán que enfrentarse a la Cuarta Revolución Industrial, que está redefiniendo industrias enteras, y creando otras nuevas desde cero, gracias a los innovadores avances en inteligencia artificial, robótica, Internet de las Cosas, automovilismo, impresión, nanotecnología, biotecnología y computación cuántica.

Estas tecnologías solo han comenzado a mostrar su pleno potencial; en 2017, veremos cada vez más lo que solía ser ciencia ficción convertido en realidad. Pero, mientras que la Cuarta Revolución Industrial podría ayudarnos a resolver algunos de nuestros problemas más acuciantes, también está dividiendo las sociedades, entre aquellas que aceptan el cambio y las que no lo hacen. Y eso amenaza nuestro bienestar de varias formas que tendrán que ser identificadas y tratadas.

En segundo lugar, los líderes tendrán que construir un sistema dinámico e inclusivo de gobernanza global para las múltiples partes interesadas. Los desafíos económicos, tecnológicos, ambientales y sociales de hoy en día sólo pueden abordarse mediante la colaboración público-privada global; pero nuestro marco actual para la cooperación internacional fue diseñado para la era de la posguerra, cuando los Estados-nación eran los actores clave.

Al mismo tiempo, los cambios geopolíticos han hecho que el mundo de hoy sea verdaderamente multipolar. Al tiempo que los nuevos actores globales aportan nuevas ideas sobre cómo configurar los sistemas nacionales y el orden internacional, el orden existente se está volviendo más frágil. Mientras los países interactúen sobre la base de intereses compartidos, en lugar de valores compartidos, el alcance en el que serán capaces de cooperar será limitado. Además, los actores no estatales son capaces de interrumpir los sistemas nacionales y mundiales, sobre todo a través de ataques cibernéticos. Para hacer frente a esta amenaza, los países no pueden simplemente cerrarse. La única manera de avanzar es asegurarse de que la globalización está beneficiando a todos.

Un tercer desafío para los líderes será restaurar el crecimiento económico mundial. La disminución del crecimiento permanentemente e traduce en niveles de vida más bajos: con un crecimiento anual del 5%, se tarda sólo 14 años en duplicar el PIB de un país; con un crecimiento del 3%, se necesitan 24 años. Si nuestro estancamiento actual persiste, nuestros hijos y nietos podrían encontrarse en peores condiciones que sus predecesores.

Incluso sin el desempleo estructural provocado por el cambio tecnológico, la economía mundial tendría que crear miles de millones de puestos de trabajo sostener a una población creciente, que se prevé que llegará a 9,7 mil millones en 2050, un considerable incremento de los 7.400 millones actuales. Así, 2017 será un año en el que la inclusión social y el desempleo juvenil se convertirán en temas críticos a nivel global y nacional.

Un cuarto desafío será reformar el capitalismo de mercado y restaurar el pacto entre los negocios y la sociedad. Los mercados libres y la globalización han mejorado el nivel de vida y han sacado a la gente de la pobreza durante décadas. Pero sus defectos estructurales, el corto plazo miópico, el aumento de la desigualdad en el reparto de la riqueza y el "amiguismo", han alimentado reacciones políticas en los últimos años, lo cual indica la necesidad de crear estructuras permanentes para equilibrar los incentivos económicos con el bienestar social.

Por último, los líderes deberán abordar la crisis omnipresente en la formación de la identidad que ha resultado de la erosión de las normas tradicionales en las últimas dos décadas. La globalización ha hecho que el mundo sea más pequeño, pero también más complejo. Muchas personas ahora temen por su futuro, han perdido confianza en las instituciones y están buscando creencias que puedan proporcionar un sentido de propósito y continuidad.

La formación de las nuevas identidades no son un proceso racional; sino profundamente emocional y a menudo se caracteriza por altos niveles de ansiedad, insatisfacción y enojo. La política también es impulsada por la emoción: los líderes atraen votos no respondiendo a las necesidades o presentando visiones a largo plazo, sino más bien ofreciendo un sentido de pertenencia, nostalgia por tiempos más simples o un retorno a las raíces nacionales. Hemos sido testigos de todo esto en 2016, ya que los populistas ganaron al fomentar creencias reaccionarias y extremas. Los líderes responsables, por su parte, deben reconocer los temores y la ira de la gente como legítimos, al mismo tiempo que proporcionan inspiración y planes constructivos para crear un futuro mejor.

¿Pero cómo? El mundo de hoy parece estar envuelto en un mar de pesimismo, negatividad y cinismo. Y sin embargo, tenemos la oportunidad de sacar a millones de personas de la pobreza, para que puedan llevar vidas más saludables y más significativas. Y tenemos el deber de trabajar juntos hacia un mundo más verde, más inclusivo y pacífico. El éxito no dependerá de algún evento externo, sino más bien de las decisiones que toman nuestros líderes.

Este año será una prueba crítica para todas las partes interesadas en la sociedad global. Más que nunca, necesitaremos un liderazgo responsable y que responde para abordar nuestros desafíos colectivos y para restaurar la confianza de las personas en las instituciones y en los demás ciudadanos. No nos faltan los medios para hacer del mundo un lugar mejor. Pero para hacerlo, debemos mirar más allá de nuestros propios intereses y atender los intereses de nuestra sociedad global.

Esta tarea comienza con nuestros líderes, que deben entablar un diálogo abierto y una búsqueda común de soluciones a los cinco grandes desafíos en el horizonte. Si reconocen que la nuestra es una comunidad global con un destino compartido, habrán hecho un primer paso, aunque modesto, en la dirección correcta.

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