Turismo con propósito: Cómo el modelo de Colombia ofrece lecciones al resto del mundo

El turismo mundial está en una encrucijada decisiva. Según el Indice de Desarrollo de Viajes y Turismo 2024 (Travel & Tourism Development Index 2024, TTDI) del Foro Económico Mundial, el sector se está recuperando de la pandemia, pero sigue enfrentándose a desafíos importantes – desde el cambio climático y la inclusión de las comunidades hasta las deficiencias en las infraestructuras, la escasez de talento y la necesidad de impulsar la digitalización para mejorar la competitividad.

En este nuevo contexto, los países deben replantearse sus estrategias turísticas más allá de la promoción y el crecimiento. La sostenibilidad ya no es una tendencia, sino la base de la competitividad a largo plazo. En este panorama global, Colombia ofrece un ejemplo contundente de cómo convertir los desafíos del sector en oportunidades para el desarrollo local.

Lejos de ser un caso aislado, la experiencia colombiana proporciona una hoja de ruta para los destinos que buscan desarrollar un turismo con propósito. Al relacionar la biodiversidad con narrativas globales y fomentar los laboratorios de innovación comunitaria, Colombia demuestra que los desafíos del turismo moderno pueden resolverse mediante soluciones creativas, tecnológicas y centradas en las personas.

La estrategia de Colombia giró en torno al replanteamiento de sus supuestas desventajas como oportunidades. El país se encuentra entre los más biodiversos del planeta, pero ocupa el puesto 50 en llegadas de turistas internacionales.

Esta brecha sembró la semilla de una poderosa idea: si millones de animales migran a Colombia cada año, ¿qué saben ellos que los humanos aún no han descubierto?

Así nació Humanimal, una campaña de turismo que combina ciencia, creatividad y tecnología para conectar la biodiversidad y el turismo.

Utilizando datos en tiempo real de más de 530 especies migratorias, la iniciativa lanzó promociones específicas en plataformas de viajes como Expedia y Despegar cada vez que tortugas, aves o ballenas llegaban a las costas y selvas tropicales del país.

El resultado fue más de 60 000 reservas, 370 millones de impresiones globales y un impacto reputacional equivalente a 42 millones de dólares en medios ganados. Esto demuestra que una narrativa centrada en la naturaleza puede convertirse en acción y confianza, con una campaña que despierta la curiosidad e inspira el compromiso con la conservación.

Más allá de las cifras, Humanimal ofrece una lección replicable: los destinos pueden transformar sus particularidades —incluso sus limitaciones— en diferenciadores únicos en el mercado.

La brecha entre el potencial natural y el número de visitantes se superó gracias a una nueva narrativa que fusiona la emoción, la ciencia y el propósito. La comunicación turística se convierte así en una estrategia de valor que transforma la percepción en acción y no se limita a la promoción.

El enfoque de Colombia hacia la inclusión ofrece otra lección clave. Durante la pandemia, cuando el turismo se paralizó, surgió el Club de Producto e Innovación Turística, un laboratorio colaborativo para fortalecer las capacidades de las comunidades y el comercio local.

Esta iniciativa tuvo como objetivo desarrollar un turismo sostenible, basado en experiencias auténticas concebidas por quienes viven en los territorios.

Los emprendedores, operadores, posadas y guías trabajan juntos para desarrollar productos turísticos que cumplen con los estándares internacionales sin perder su autenticidad cultural y ambiental.

En estos espacios de co-creación, los participantes aprenden a contar sus historias, estructurar precios, integrar herramientas digitales y aplicar metodologías de turismo regenerativo. De esta manera, el club crea productos turísticos al tiempo que desarrolla capacidades humanas y empresariales.

Decenas de estas experiencias aparecen en catálogos internacionales dedicados a la cultura, el bienestar, la naturaleza y el turismo comunitario.

Entre los ejemplos más destacados se encuentran Chachita, una pequeña posada en Nuquí, en el Pacífico colombiano, que se ha convertido en una empresa turística resiliente; Rojitama, una reserva natural para la observación de aves fundada por una familia en Boyacá, en los Andes centrales; y La Huerta, situada en el Valle del Cauca, en el suroeste del país, donde se fusionan la agricultura sostenible y las experiencias de bienestar en un modelo de turismo regenerativo.

La lección es que la competitividad del turismo se construye a través de la cooperación y la inclusión. Los destinos que integran a las comunidades locales como actores clave en la cadena de valor diversifican su oferta y crean un turismo que redistribuye los beneficios y fortalece el sentido de pertenencia.

La tercera lección del modelo colombiano es que el éxito del turismo no se mide únicamente por la cantidad de visitantes o los ingresos generados, sino por su capacidad para equilibrar la conservación, la innovación y el bienestar.

En 2024, Colombia recibió a más de 7 millones de visitantes no residentes, superando los niveles previos a la pandemia. En la primera mitad de 2025, se registraron 3.3 millones de viajeros y el país generó el equivalente a más de 5200 millones de dólares en ingresos.

Sin embargo, más allá de estas cifras, el turismo ha pasado de ser un objetivo económico para convertirse en una herramienta de desarrollo sostenible y cohesión social.

Humanimal transforma la biodiversidad en una narrativa global que inspira orgullo y conservación, mientras que el Club de Producto e Innovación Turística sostiene esa narrativa a través de acciones tangibles.

Ambas iniciativas demuestran que la sostenibilidad puede impulsar la competitividad y que el turismo puede generar impacto sin comprometer los recursos naturales o culturales.

En un momento en que la industria global busca equilibrar el crecimiento con la concientización, este modelo muestra que la cooperación público-privada, la innovación digital y las narrativas creativas pueden combinarse para redefinir el propósito del turismo.

Las estrategias de Colombia son, en última instancia, principios adaptables a otros contextos que se basan en tres pilares:

Estos tres pilares constituyen una propuesta replicable, mostrando a otros países cómo pueden convertir los desafíos en ventajas competitivas, la biodiversidad en una narrativa y la cooperación en un motor de innovación.

El mensaje subyacente es universal: la competitividad del turismo del futuro dependerá de la sostenibilidad entendida como un propósito colectivo. Los destinos que equilibren tecnología, inclusión y naturaleza estarán mejor preparados para afrontar los desafíos globales del siglo XXI.