Cómo aplicar la IA en la nutrición para afrontar la próxima crisis global de salud

El mundo se encuentra al borde de una crisis sanitaria y económica provocada por problemas de nutrición. La malnutrición, en todas sus formas, ya no es solo un problema de salud, sino una emergencia económica con consecuencias globales. Hoy en día, más de 2500 millones de adultos viven con sobrepeso u obesidad, mientras que 149 millones de niños menores de cinco años sufren retraso en el crecimiento, lo que pone de relieve las profundas desigualdades y el fracaso sistémico de los sistemas alimentarios mundiales.

La carga económica es abrumadora. Los costos ocultos asociados a los sistemas agroalimentarios mundiales ascienden a 12 billones de dólares al año, de los cuales el 70% (8,1 billones de dólares) están relacionados con dietas poco saludables y enfermedades no transmisibles (ENT).

La desnutrición supone un gasto de al menos 1 billón de dólares al año en pérdidas de productividad, mientras que el sobrepeso y la obesidad agregan otros 2 billones de dólares. Para 2035, se prevé que el impacto económico mundial de la obesidad alcanzará los 4,32 billones de dólares anuales, lo que equivale a casi el 3% del PIB mundial (comparable al efecto de la COVID-19).

No se trata de una amenaza lejana. Es un desafío actual que socava los sistemas de salud, debilita la fuerza laboral y ejerce presión sobre las finanzas públicas. Es esencial adoptar medidas urgentes y coordinadas, aprovechando innovaciones como la inteligencia artificial en la nutrición, para evitar la próxima catástrofe sanitaria y económica mundial.

Brasil redujo el retraso en el crecimiento infantil mediante programas como Bolsa Família, la educación materna y la ampliación de la atención sanitaria, mientras que el programa de suplementos de vitamina A de Nepal demostró cómo las intervenciones tradicionales pueden lograr avances reales. Estos éxitos demuestran que la integración de políticas da resultados, pero también revelan sus límites. Los enfoques tradicionales son a menudo estandarizados, lentos de adaptar y difíciles de aplicar a gran escala, lo que deja lagunas en el panorama actual de la alimentación y la salud, que cambia rápidamente.

La tecnología puede salvar estas brechas. La inteligencia artificial, por ejemplo, puede permitir una orientación nutricional personalizada y adaptada a la genética, el estilo de vida y el entorno, que va mucho más allá de las intervenciones uniformes. Las herramientas digítales de monitoreo pueden proporcionar datos en tiempo real, lo que permite respuestas políticas más rápidas, mientras que las plataformas móviles pueden ayudar a ampliar el alcance, proporcionando educación y apoyo incluso a las comunidades más remotas.

Los sistemas tradicionales sentaron las bases. Pero para hacer frente a la magnitud y la urgencia de la crisis nutricional actual, debemos combinarlos con la IA y la innovación digital para crear soluciones más rápidas, inteligentes y equitativas.

La IA ofrece una vía transformadora gracias a su capacidad para analizar grandes conjuntos de datos (sobre genómica, consumo de alimentos, métricas de salud, etc.) para ofrecer orientación nutricional hiperpersonalizada y predecir los riesgos de enfermedades crónicas, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. En China, por ejemplo, intervenciones en el estilo de vida impulsadas por IA mejoraron los hábitos de salud de mujeres embarazadas obesas a través de información personalizada en tiempo real.

Los argumentos económicos son igualmente contundentes. El mercado de nutrición impulsada por IA pasó de 1600 millones de dólares en 2022 a 3660 millones en 2024, y se prevé que casi se duplicará nuevamente hasta alcanzar los 8510 millones en 2028. Este aumento refleja una mayor inversión, una ampliación de la oferta de productos y una mayor adopción impulsada por el aumento de las enfermedades relacionadas con el estilo de vida.

Ya están surgiendo innovaciones a gran escala. La aplicación Food Plus de Samsung, impulsada por IA y basada en visión artificial, reconoce 40 000 ingredientes alimenticios y se integra con electrodomésticos inteligentes, ofreciendo más de 160 000 recetas en ocho idiomas en 104 países. Del mismo modo, la tecnología de gemelos digitales de Twin Health ofrece consejo personalizado en tiempo real para regular el azúcar en sangre, un ejemplo de cómo la IA puede impulsar una nutrición práctica y profundamente personalizada.

En lo que va de 2025, se han producido varios avances interesantes en este ámbito, entre los que se incluyen:

El potencial de la IA en la nutrición es inmenso, pero también lo son los riesgos de ignorar la equidad y la ética. Imaginemos un modelo de IA entrenado principalmente con dietas europeas que se utiliza en África o Asia; las recomendaciones podrían ser irrelevantes, incluso perjudiciales. O pensemos en el caso del NHS y Google, en el que se compartieron datos confidenciales de pacientes sin el consentimiento adecuado; la confianza, una vez perdida, es difícil de recuperar.

La asequibilidad y el acceso siguen siendo igualmente urgentes. Si las aplicaciones de nutrición basadas en IA o las pruebas genéticas siguen siendo demasiado caras o si el acceso a Internet sigue siendo deficiente en las regiones rurales, las personas que más necesitan estas herramientas se quedarán atrás. Para evitarlo, es fundamental la colaboración entre gobiernos, empresas y plataformas globales como el Foro Económico Mundial, que deben establecer estándares éticos, crear modelos asequibles y cerrar la brecha digital.

La malnutrición y las enfermedades relacionadas con la alimentación ya representan un costo de más de 8,1 billones de dólares al año para el mundo y, si no se toman medidas urgentes, podrían desencadenar la próxima crisis sanitaria mundial. La IA ofrece una vía para avanzar: reducir las enfermedades, disminuir los costos de la atención médica y fortalecer la productividad de la fuerza laboral. Para desarrollar este potencial, las soluciones deben ser éticas, asequibles e inclusivas. Invertir en nutrición basada en IA no es solo una política de salud, sino una defensa económica contra una crisis global inminente.