Para atraer a la próxima generación de agricultores, debemos invertir en habilidades y prácticas regenerativas

La demografía de la agricultura está evolucionando: con una fuerza laboral cada vez más envejecida, es hora de atraer a los jóvenes al sector agrícola ofreciéndoles mejores condiciones.

Menos de uno de cada veinte agricultores en todo el mundo tiene menos de 35 años; en algunos países, la edad media se acerca a los 60. Esta tendencia, combinada con el menor interés de los jóvenes, amenaza el futuro de la producción alimentaria justo cuando la demanda mundial está aumentando.

Según el Informe sobre el futuro del empleo 2025 del Foro Económico Mundial, se espera que la agricultura cree 35 millones de empleos adicionales para 2030, lo que representaría uno de los mayores aumentos de empleo a nivel mundial.

Sin embargo, el sector se enfrenta a desafíos cada vez mayores: suelos pobres, clima impredecible y aumento de los costos. Las prácticas agrícolas regenerativas y las tecnologías emergentes ofrecen una vía de futuro, restaurando los ecosistemas y mejorando la resiliencia del sistema alimentario frente a las crisis climáticas.

Para atraer a los jóvenes a la agricultura, el cultivo regenerativo debe percibirse como algo práctico y prometedor.

Invirtiendo en formación práctica, financiación accesible e innovación —en el marco de alianzas que unan a los gobiernos, las empresas y la sociedad civil— podemos preparar a la próxima generación para que el cultivo regenerativo sea un medio de vida viable y la base de sistemas alimentarios resilientes.

El enfoque de la agricultura regenerativa consiste en conservar y restaurar el ecosistema agrícola, en particular mejorando la salud del suelo. El suelo es fundamental para el 95% de la producción mundial de alimentos. La salud del suelo es la base para obtener rendimientos más altos y con mayor resiliencia en el futuro, lo que contribuye a satisfacer la demanda creciente de alimentos.

Lamentablemente, la salud del suelo se está degradando, entre otras cosas por el uso excesivo de maquinaria pesada, fertilizantes y pesticidas en la agricultura.

Hoy en día, la producción de alimentos representa hasta un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y sigue siendo una de las principales causas del agotamiento de los recursos y la pérdida de biodiversidad.

La agricultura regenerativa ayuda a revertir esta tendencia al mejorar la capacidad del suelo para retener carbono y agua. Las técnicas incluyen diversos sistemas de cultivo, agrosilvicultura e integración ganadera, todos los cuales impulsan la biodiversidad y la resiliencia.

En África, las prácticas regenerativas podrían aumentar el rendimiento de los cultivos hasta un 40% en las próximas décadas, mejorando los medios de vida de los agricultores, la salud del suelo y los ecosistemas.

Para Nestlé, fomentar la resiliencia en las granjas, las comunidades y los ecosistemas fortalece la cadena de suministro y es una prioridad empresarial. Para 2030, la empresa se propone obtener la mitad de sus ingredientes básicos de agricultores que utilicen prácticas regenerativas, alcanzando el 20% a finales de 2025.

Los Centros de Innovación Alimentaria (Food Innovation Hubs) del Foro Económico Mundial también demuestran el poder de las alianzas entre agricultores, innovadores, gobiernos y empresas.

En la región colombiana de Boyacá, por ejemplo, la plataforma ha creado un nuevo Centro de Excelencia para apoyar a los productores locales con conocimientos y herramientas para la agricultura regenerativa.

Gracias a la colaboración con el sector privado, un proyecto piloto inicial con cebada logró un aumento del 36% en la productividad, lo que demuestra cómo las alianzas ecosistémicas pueden generar beneficios tanto ambientales como económicos.

Los jóvenes no están dando la espalda a la agricultura, sino que buscan oportunidades que encajen con sus valores, habilidades y ambiciones, entre ellas el deseo de construir un mundo mejor.

La agricultura regenerativa se alinea con estos ideales, especialmente cuando se combina el conocimiento de las prácticas agrícolas tradicionales y modernas con el espíritu emprendedor, la tecnología y una formación relevante.

La tecnología y la inteligencia artificial (IA) están contribuyendo a la transformación de la agricultura. Sensores inteligentes, herramientas de precisión y modelos de cultivos basados en IA están haciendo que las prácticas regenerativas sean más eficientes, rentables y atractivas para los jóvenes innovadores.

El monitoreo en tiempo real del clima, los nutrientes del suelo y el agua también puede optimizar los insumos y, al mismo tiempo, aumentar los rendimientos y reducir el costo y las emisiones.

Según el informe Tendencias mundiales del empleo juvenil 2024 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), alinear las habilidades con las demandas cambiantes de capacidades ecológicas y digitales es fundamental para reducir los desajustes en la educación.

Sin embargo, la tecnología por sí sola no es suficiente. El reciente informe de la Red de Innovadores Alimentarios sobre Datos y preparación digital en los sistemas alimentarios señala que la innovación digital puede transformar los sistemas alimentarios, pero que su impacto duradero depende de la preparación, la equidad y la confianza. Es necesario garantizar que las soluciones digitales y de inteligencia artificial fomenten la inclusión y la resiliencia, en lugar de la desigualdad.

Nestlé reconoce que los agricultores suelen aprender mejor de sus pares y comunidades. Por lo tanto, la empresa apoya la capacitación y la mejora de las habilidades de los agricultores para que tengan los conocimientos necesarios para adoptar técnicas regenerativas.

Nestlé colabora con organizaciones aliadas para ofrecer programas de capacitación interactivos en línea a agrónomos y profesionales de la agrosilvicultura.

Estos programas se centran en la salud del suelo, las prácticas de agrosilvicultura y la mejora de los sistemas de agricultura a pequeña escala, lo que contribuye a ampliar el acceso a aplicaciones prácticas y científicas de agricultura regenerativa.

Sin embargo, para que sea viable, la agricultura regenerativa debe ser económicamente rentable. El Programa de Aceleración de Ingresos de Nestlé para los productores de cacao es un ejemplo claro.

Al incentivar la matriculación escolar, recompensar determinados métodos agrícolas y apoyar fuentes alternativas de ingresos, el programa mejora la productividad y acerca a las familias agricultoras a niveles de ingresos dignos.

Programas similares enmarcados en el Plan Nescafé 2030 están permitiendo a los productores de café de Costa de Marfil, Indonesia, México y Honduras aumentar sus ingresos mientras adoptan prácticas de agricultura regenerativa.

La colaboración impulsa el progreso. Desde la iniciativa francesa Sols Vivants (Suelos Vivos) hasta las alianzas con AgroImpact, Cargill y ETG | Beyond Beans, Nestlé colabora en todas las cadenas de valor para fortalecer los ecosistemas, utilizando finanzas, capacitación, innovación y tutoría para ayudar a los jóvenes agricultores a tener éxito.

La tecnología y la inteligencia artificial son catalizadores de este cambio.

El Instituto Nestlé de Ciencias Agrícolas está aprovechando la inteligencia artificial y la ciencia de datos para desarrollar soluciones prácticas que reduzcan el impacto ambiental de la agricultura. Por ejemplo, se está utilizando la inteligencia artificial para acelerar el cultivo de plantas, ayudando a identificar variedades de café de alto rendimiento y resistentes a la sequía y a las enfermedades.

Al invertir en las habilidades de los jóvenes y en la tecnología, e integrar la agricultura regenerativa en los sistemas alimentarios, podemos cultivar una nueva generación de líderes ágiles, empoderados y preparados para construir un futuro más resilente.

Los jóvenes agricultores serán fundamentales para garantizar una transición justa en la agricultura. Para que la agricultura regenerativa sea viable y atractiva, debemos invertir colectivamente en sus aspectos fundamentales: acceso a la tierra y a la financiación, mejor educación, formación y tecnología.

Para escalar el impacto, es necesario que todas las partes interesadas —gobiernos, empresas, sociedad civil e innovadores— trabajen juntas a lo largo de toda la cadena de valor.

Nestlé es uno de los muchos actores que contribuyen a este esfuerzo compartido. Entre otras iniciativas, pronto colaborará con Goodwall para conectar a los jóvenes a través de plataformas digitales, relatos y aprendizaje práctico con el fin de promover la agricultura como una carrera con futuro.

Como complemento, la red Food Innovators Network del Foro Económico Mundial reúne iniciativas e instituciones similares para desarrollar capacidades colectivas e impulsar la colaboración a gran escala, garantizando que los jóvenes dispongan de las habilidades, las herramientas y los ecosistemas que necesitan para liderar la transformación.

Como nos recuerda el Foro Mundial de la Alimentación, que tuvo lugar este mes en Roma, el futuro de la alimentación depende de la próxima generación de agricultores. Construyámoslo con ellos, no para ellos.