Movilidad con enfoque local: cómo un mejor sistema de transporte puede crear mejores ciudades

La movilidad es el conducto de la vida urbana. La forma en que las ciudades diseñan el transporte no solo determina cómo nos desplazamos de un lugar a otro, sino también cómo interactúan las comunidades y qué sucede en los espacios que las separan.

Sin embargo, durante décadas, el diseño del transporte ha priorizado la velocidad y la capacidad por encima de los beneficios multidimensionales vinculados al lugar. En su afán por construir autopistas más anchas y lograr flujos más rápidos, muchas ciudades han quedado fragmentadas y contaminadas.

Con la inversión global en movilidad triplicándose hasta alcanzar los 1,1 billones de dólares en 2035, las ciudades se enfrentan a una decisión a nivel de sistemas. Pueden intensificar las prácticas actuales o pueden construir sistemas de transporte que estén al servicio de las personas y fomenten comunidades dinámicas.

Un enfoque local de movilidad ofrece una solución atractiva. En lugar de tratar el transporte como algo separado de la vida comunitaria, este enfoque integra la planificación del transporte en la estructura social, económica y física de los barrios.

Esto comienza por plantear una nueva serie de preguntas. ¿Para quién es esta movilidad? ¿Cómo define el carácter del lugar? ¿Y qué consecuencias tiene para el futuro?

Como resultado, podemos empezar a diseñar sistemas que sirvan a las localidades en las que se encuentran. Por ejemplo, bulevares que también funcionan como espacios públicos, estaciones de transporte público que se convierten en centros comunitarios o corredores peatonales que conectan barrios y proporcionan espacios verdes.

Dos ciudades pioneras, Medellín en Colombia y Montreal en Canadá, están demostrando cómo esto puede funcionar en la práctica.

En los últimos años, Medellín ha adoptado medidas importantes para repensar su infraestructura de movilidad orientada al automóvil. Durante décadas, la Autopista Sur, una vía de siete carriles, atravesaba el centro de Medellín, creando una barrera de concreto que dividía los barrios del este y el oeste de la ciudad a lo largo del río Medellín.

En respuesta a ello, la ciudad lanzó un ambicioso proyecto de recuperación urbana: el Parque del Río. Entre 2016 y 2019, casi 400 metros de la Autopista Sur fueron soterrados y sustituidos por un parque lineal bordeado por casi 2000 árboles nativos.

Diseñado para ser más que una simple vía pública, esta infraestructura integra jardines infantiles, áreas deportivas, espacios culturales, skateparks y fuentes, invitando a los visitantes a detenerse y disfrutarlo, en lugar de simplemente atravesarlo.

La ciudad ahora está ampliando esta visión con la expansión de más partes de la ribera del río para convertirla en un paisaje público continuo. El siguiente paso se está desarrollando más al norte del río: el Parque Primavera Norte, que se encuentra actualmente en construcción y cuya finalización está prevista para 2027.

En palabras del alcalde Federico Gutiérrez, "Primavera Norte no es solo un proyecto de construcción, es una forma de reconectar nuestra ciudad, especialmente en la zona norte, donde viven la mayoría de nuestras comunidades más vulnerables".

Para el alcalde, el proyecto refleja una filosofía más amplia: "Esta es la Medellín en la que creemos. Una ciudad que crece desde sus barrios, se reconecta con su río y se redescubre en sus parques".

Una movilidad con enfoque local también significa aprovechar los recursos naturales existentes que las ciudades han pasado por alto como infraestructura de transporte.

El canal Lachine en Montreal, un sitio histórico nacional, había caído en desuso a finales del siglo XX, lo que dejó a la zona industrial circundante sin una identidad.

Reabierto a la navegación recreativa en 2002, desde entonces ha sido reconcebido como un sitio patrimonial de 14 kilómetros. Ahora, en su 200 aniversario, el canal atrae a ciclistas, peatones y embarcaciones, y cuenta con instalaciones para la práctica del kayak y una programación cultural gestionada por Parks Canada.

Lisa Curtis, superintendente interina de Quebec Waterways, explica: "El canal es un lugar donde la historia, la naturaleza y la comunidad se encuentran. Su futuro depende de nuestra capacidad para hacerlo evolucionar, respetando a la vez el patrimonio que lo hace tan valioso".

El regreso del canal como espacio comunitario y de movimiento ha sentado las bases para su próximo capítulo: Lachine Canal 4.0. Este programa de la ciudad de Montreal fue creado en 2023 para transformar los cinco distritos vecinos en una Zona Metropolitana de Innovación, guiada por un marco de desarrollo que aborda el uso del suelo, la calidad del diseño y la co-creación.

En ambas ciudades, el éxito se debe a la combinación de tres elementos fundamentales.

En primer lugar, una participación comunitaria genuina. Los proyectos de transporte tradicionales a menudo ofrecen una concertación mínima, pero Medellín se basó en su tradición de urbanismo social e integró a las comunidades en el proceso de planificación mediante concursos de diseño y talleres.

Montreal incorporó ejercicios de visión, quioscos de consulta y ahora métodos de diseño colaborativo, como los talleres para Lachine 4.0.

En segundo lugar, estas ciudades redefinieron lo que se considera valor. Las iniciativas de transporte tradicionales se centran principalmente en aumentar la capacidad de las vías para vehículos y reducir los tiempos de desplazamiento. Medellín, sin embargo, aplica un marco internacional que tiene en cuenta los beneficios ambientales, sociales y económicos.

A partir de ahí, es evidente que el Parque del Río genera 1,67 dólares por cada dólar invertido a lo largo de 30 años, lo que equivale a aproximadamente 475 millones de dólares, gracias a beneficios que van desde la protección contra inundaciones hasta la revalorización de las propiedades y una mayor cohesión social.

Más allá de las métricas financieras, Medellín mide el éxito por la transformación comunitaria. Describiendo la ampliación de Primavera Norte, Gutiérrez destacó que se han creado "70 000 metros cuadrados de transformación urbana y ambiental, beneficiando a más de 900 000 personas, generando empleos para la población local y aumentando significativamente el espacio público por habitante".

Lachine 4.0, en Montreal, también realiza un seguimiento del progreso a través de un marco de seis pilares, que abarca la resiliencia, la equidad y la salud.

Estos valores dan a los inversionistas la confianza de que el dinero público y privado genera rendimientos acordes con sus objetivos, al tiempo que ayuda a los residentes a ver beneficios concretos para el barrio.

En tercer lugar, los proyectos incorporan una estructura de financiamiento que reduce el riesgo para los inversionistas. Medellín recurre a su presupuesto municipal, contratando a constructoras privadas, pero manteniendo el control público para proteger las prioridades de la comunidad.

En el caso de Montreal, la reapertura del canal contó con 100 millones de dólares canadienses procedentes de diversos niveles de gobierno, lo que catalizó más de 250 millones de dólares canadienses en inversión privada. Esto ilustra cómo un gasto público bien orientado puede abrir la puerta a una inversión privada recíproca mucho mayor.

El Canal Lachine 4.0 parte de esta base mediante una gobernanza colaborativa para movilizar a diversos inversionistas para que sigan cofinanciando el proyecto.

Estos casos demuestran cómo un enfoque local de movilidad contribuye a crear mejores espacios, no porque las personas se desplacen más rápido, sino porque se generan lugares que marcan el ritmo y cautivan la atención, el tiempo y el cuidado.

En Medellín y Montreal, fue clave la participación de la comunidad para fomentar la apropiación de la transformación, complementada con la redefinición del valor y la inversión creativa.

Para impulsar este impulso en las ciudades, la Alianza Davos Baukultur del Foro Económico Mundial ha puesto en marcha el Programa Pioneering Places, que comienza con seis ciudades: Medellín (Colombia), Montreal (Canadá), Nairobi (Kenia), Kuala Lumpur (Malasia), Utrecht (Países Bajos) y San Francisco (Estados Unidos).

El programa colaborará con las ciudades mediante la cooperación, el intercambio de conocimientos y la acción compartida para situar la calidad en el centro del desarrollo urbano, garantizando que lo que se construye y diseña responda a las necesidades actuales y, al mismo tiempo, genere un valor duradero para la comunidad. Esta labor cuenta con el apoyo de líderes públicos, privados y cívicos de toda la red global de la Alianza para impulsar un cambio sistémico y convertir las ambiciones urbanas en realidad.

Lo que se necesita ahora es escala, es decir, una contratación pública que incorpore la calidad basada en el lugar, una financiación pública que elimine los riesgos en las primeras etapas y una financiación privada que combine los rendimientos a corto plazo con el valor a largo plazo.