Los bosques primarios están en riesgo: por qué son tan importantes para las personas y el planeta

Los bosques antiguos son vitales para la vida en la Tierra. Image: REUTERS/Peter Andrews
- Un nuevo informe del World Resources Institute presenta un panorama preocupante para los bosques del mundo.
- Los bosques primarios y los árboles milenarios son fundamentales para la estabilidad climática, la biodiversidad y el bienestar humano.
- Estas son las razones por las que son importantes, las amenazas que enfrentan y cómo podemos protegerlos.
Los bosques más antiguos del mundo enfrentan una presión creciente por todos lados. Su deterioro no es solo una preocupación ambiental: tiene consecuencias graves para las personas, la estabilidad climática y la biodiversidad global.
Según un nuevo informe del World Resources Institute (WRI), en 2024 se perdió más superficie de selva tropical primaria que en cualquier otro año de al menos las dos últimas décadas. El WRI define los bosques primarios como “bosques maduros que suelen tener un alto almacenamiento de carbono y una gran riqueza en biodiversidad”.
Entonces, ¿por qué son tan importantes los bosques —especialmente los más antiguos— y de qué manera las actividades humanas están acelerando su desaparición?
Los bosques antiguos del mundo
Los bosques antiguos son vitales para la vida en la Tierra.
Ya sea como sumideros de carbono o como hábitats insustituibles, los árboles milenarios brindan muchos beneficios. Un estudio publicado en 2022 en PubMed Central destacó cuán esenciales son para los ecosistemas de todo el mundo. Aunque su rol en el almacenamiento de carbono y el sostenimiento de la biodiversidad es bastante conocido, ¿sabías que también ayudan a regular las condiciones subterráneas que son clave para la regeneración del bosque? ¿O que tienen una mayor densidad de carbono —es decir, almacenan más carbono en el mismo espacio— que los bosques más jóvenes?
Según la organización británica Woodland Trust, que un árbol se considere antiguo o no depende de la especie. El abedul, por ejemplo, crece rápido y puede considerarse antiguo a los 150 años, mientras que un tejo podría tardar 800 años en alcanzar un estadio similar (hay un ejemplar de tejo, en las afueras de Londres, que se estima tiene 2.500 años). De hecho, el árbol más antiguo del mundo, ubicado en el este de California, se considera el ser vivo más longevo que existe, con más de 4.850 años —más viejo que las pirámides de Giza.
Tengan cientos o miles de años, el papel de los árboles milenarios y de los bosques antiguos es evidente. Como explica la Comisión Forestal del Reino Unido: “Están repletos de vida silvestre: comunidades ricas e irreemplazables, muchas veces de especies raras, que se han desarrollado durante siglos y han encontrado aquí su último refugio”. Esto también se aplica a ecosistemas similares en la Amazonía, la cuenca del Congo y el sudeste asiático, según señala el informe del WRI.

La pérdida de bosques primarios también puede afectar las temperaturas y las precipitaciones locales, agravando los efectos del cambio climático en esas regiones.
Pero, como subraya el estudio publicado en PubMed, los beneficios de los árboles y bosques antiguos van mucho más allá del planeta. También forman parte de nuestro patrimonio cultural compartido, y ofrecen valores estéticos, simbólicos, religiosos e históricos. A eso se suman los beneficios terapéuticos del baño de bosque, la práctica japonesa del shinrin yoku, tanto para la salud mental como física.
Y hay más: se estima que unas 1.600 millones de personas dependen de los recursos forestales para su sustento. Por eso, las consecuencias de perder los bosques antiguos son claras.
Bosques en riesgo
La actividad humana ha reducido drásticamente los bosques antiguos en todo el mundo. Tomemos el caso del Reino Unido, que en algún momento se cree que estuvo cubierto en un 75 % por bosques silvestres. Hoy, esa cifra es de apenas el 10 %, y solo una cuarta parte de esa superficie corresponde a bosques antiguos.
Según el informe del WRI, en 2024 se perdieron 6,7 millones de hectáreas de selva tropical primaria, en gran parte debido a incendios forestales masivos. A nivel global, cada año se pierde por deforestación una superficie equivalente al tamaño de Inglaterra y Gales.

El cambio climático está acelerando la pérdida de bosques antiguos. El aumento de las temperaturas amenaza a los ecosistemas forestales en todo el mundo, desde la Amazonía hasta los bosques boreales de Canadá y Rusia. Un estudio reciente de la Universidad de Leeds advierte que hasta el 90 % de los bosques templados lluviosos en algunas regiones podría desaparecer para 2100. Incluso con recortes inmediatos en las emisiones, al menos un 9 % se perdería de todos modos. A medida que estos sumideros de carbono vitales se degradan, liberan a la atmósfera el carbono que almacenaban, lo que intensifica el calentamiento global y genera un peligroso ciclo de retroalimentación.
Combatir la deforestación y proteger los bosques
¿Cómo podemos romper este ciclo? El primer paso es abordar el problema desde ambos frentes: prevenir la deforestación y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Un estudio de 2023 reveló que las áreas protegidas son eficaces, pero subraya que es clave enfocarse en las regiones con mayor riesgo de deforestación —como las fronteras agrícolas en la Amazonía e Indonesia—. También resultan muy efectivos los incentivos financieros para la conservación y el uso sostenible del suelo.
En los lugares donde los bosques ya han sido talados, la reforestación cumple un rol fundamental. Allí entran en juego iniciativas como 1t.org, lanzada por el Foro Económico Mundial. Su ambicioso objetivo: conservar, restaurar y plantar un billón de árboles para 2030.
La iniciativa reúne a los sectores público y privado, y colabora con UpLink —la plataforma del Foro para la innovación en etapas tempranas— para impulsar soluciones innovadoras y apoyar a la próxima generación de emprendedores ambientales.
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2 de diciembre de 2025






