3 ideas clave para construir soluciones para los 83 millones de desplazados internos del mundo

Los desplazados internos son personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares por factores ajenos a su voluntad y que buscan refugio dentro de su propio país (a diferencia de los refugiados, que han cruzado una frontera). Este fenómeno ha aumentado drásticamente en los últimos años, pasando de unos 24 millones en 1992 a más de 83 millones de personas en la actualidad. A pesar de ser un número mucho mayor que otros grupos de personas en situación de desplazamiento, como los refugiados y los migrantes, la difícil situación de los desplazados internos en el mundo es mucho menos conocida.

Las causas del desplazamiento interno son múltiples. Los conflictos y los desastres repentinos son los principales factores, pero la violencia criminal y los desastres que se producen lentamente, como el aumento del nivel del mar y la desertificación, también juegan un papel importante. En un número cada vez mayor de situaciones, los conflictos y el cambio climático se entrecruzan, creando dinámicas de desplazamiento complejas. Al aumento del número de desplazados se suma la naturaleza cada vez más prolongada de los desplazamientos; al mismo tiempo que aumenta el número de nuevos desplazamientos, cada vez son más los desplazados internos que no logran resolver su situación.

En un momento de recortes generalizados en los recursos de las Naciones Unidas y del sistema de ayuda en general, es muy importante encontrar soluciones duraderas para las personas atrapadas en este tipo de crisis prolongadas. Un Panel de Alto Nivel encargado por el Secretario General de las Naciones Unidas para examinar la cuestión de los desplazamientos internos fue muy claro sobre lo que se necesita para invertir la tendencia: un fuerte liderazgo gubernamental en los países afectados, el compromiso de encontrar soluciones para sus ciudadanos desplazados y financiamiento y políticas adecuadas que refuercen ese liderazgo.

No hay sustituto para el primero de estos tres puntos. Nadie más puede asumir compromisos en nombre de un Estado. Nadie más puede tomar decisiones políticas difíciles en torno a cuestiones como indemnizaciones. Nadie más puede movilizar los compromisos políticos y financieros a largo plazo que se necesitan.

He pasado los últimos dos años y medio dirigiendo un pequeño equipo interinstitucional de las Naciones Unidas para trabajar con gobiernos seleccionados y equipos de las Naciones Unidas en países afectados por el desplazamiento a fin de poner en práctica estas ideas razonables.

Cuando cerramos nuestra oficina a finales de 2024 (ya que desde el principio se diseñó como un catalizador, no como una entidad permanente), casi 12 millones de desplazados internos habían sido incluidos en vías de solución por sus gobiernos en la República Centroafricana, Colombia, Etiopía, Irak, Libia, Mozambique, Nigeria y Somalia. Aprendimos juntos por qué este giro hacia un "enfoque basado en soluciones" es difícil, pero factible si nos lo proponemos colectivamente.

¿Cuáles fueron las principales conclusiones? ¿Cómo podemos romper este patrón de desplazamientos prolongados y apoyar mejor a los gobiernos para que encuentren soluciones?

En primer lugar, en lo que respecta al liderazgo gubernamental, los gobiernos locales demostraron estar especialmente sensibilizados y receptivos a esta cuestión. Los gobernadores de Nigeria, los presidentes regionales de Etiopía y los alcaldes de Colombia se encuentran en primera línea de la crisis de desplazamiento. Tienen un interés real en la cuestión y un sentido de urgencia por encontrar soluciones. Además, a menudo están dispuestos a aportar sus propios fondos.

La experiencia también puso de relieve el carácter intensamente político de las soluciones al desplazamiento. Muchas veces, estas requieren decisiones sobre políticas (y recursos) relacionadas con cuestiones como indemnizaciones, justicia, vivienda, tierras y propiedades. El millón de desplazados internos de Mogadiscio, o los aproximadamente 200 000 desplazados internos que viven en Maiduguri y sus alrededores, cambian la demografía del electorado local. Todo esto puede ser muy político; las decisiones invariablemente alienarán a unos u otros votantes. Para lograr avances reales en las soluciones se necesita un liderazgo a nivel local dispuesto a invertir capital político para abordar estas cuestiones delicadas.

En segundo lugar, quedó claro que la respuesta humanitaria inicial influye profundamente en lo que ocurre después. Como se concluyó en una evaluación reciente, desde el primer día de la respuesta de emergencia es necesario adoptar un enfoque deliberado para promover "soluciones desde el principio"; además, debe existir el compromiso de pasar lo antes posible a estrategias de soluciones gubernamentales que vayan acompañadas de medidas específicas ajenas a la práctica habitual de los agentes humanitarios. Entre ellas figuran la colaboración con los sistemas gubernamentales, la participación temprana de los ministerios sectoriales y los esfuerzos por integrar a los desplazados internos vulnerables en las políticas nacionales de protección social.

En tercer lugar, las soluciones son costosas. Reconstruir la vida de alguien que ha perdido todos sus bienes no es una tarea económica. La vivienda suele ser el elemento que más cuesta. Más allá de la vivienda, las soluciones pasan por restablecer el acceso a los servicios, apoyar los medios de subsistencia y ofrecer compensaciones. El plan de soluciones de Somalia para el primer millón de desplazados internos costará alrededor de 2000 millones de dólares. El plan de Nigeria para los tres estados del noreste, que atiende a 4 millones de desplazados internos y 5 millones de personas en las comunidades de acogida, costará alrededor de 5000 millones de dólares.

Esto subraya la necesidad imperiosa de mejorar la prevención de los desplazamientos en primer lugar. Pero cuando esto no sea posible, como sin duda ocurrirá, tendremos que aumentar la inversión a largo plazo para ayudar a los gobiernos a ofrecer soluciones duraderas. Se necesitan hogares, no refugios; puestos de trabajo, no limosnas. Hemos visto que los gobiernos están dispuestos a ayudar a financiar esta labor. Vimos el potencial de aprovechar las inversiones existentes en lugares donde se concentran los desplazados internos – siempre que exista la voluntad política. Pero también llegamos a la conclusión de que es necesario encontrar nuevos recursos para ampliar esta labor.

Inspirándonos en los éxitos de los mecanismos de financiación para refugiados adoptados en los últimos años por ACNUR y el Banco Mundial, hemos desarrollado un concepto similar para un mecanismo de financiación concesional específico para soluciones destinadas a los desplazados internos a través de las instituciones financieras internacionales (IFI). La justificación humanitaria es contundente. El caso de negocio también es convincente, ya que el gasto humanitario en desplazamientos internos supera con creces los 5000 millones de dólares anuales; si los donantes destinaran el equivalente al 10% de ese gasto de emergencia a la financiación del desarrollo para soluciones (entre 400 y 500 millones de dólares anuales) y combinaran esa financiación para el desarrollo con la financiación de las IFI, esto supondría un cambio radical.

Nuestra oficina cerró según estaba previsto, pero no debemos perder el impulso. El aumento de los conflictos y las catástrofes en los últimos años está provocando un aumento inexorable del número de desplazados, en un contexto de recortes drásticos de la ayuda. La urgencia de pasar a soluciones impulsadas por los gobiernos no podría ser más evidente y apremiante.

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