Por qué debemos pensar más allá de los ciclos electorales para crear sistemas de salud sostenibles

El año pasado fue de grandes cambios electorales; ahora, los gobernantes de hoy tienen el mañana en sus manos. Para lograr un crecimiento sostenible y construir un futuro mejor para las personas, la sociedad y el planeta, hay que actuar colectivamente e invertir para hacer frente a algunos de los mayores retos de salud de nuestro tiempo de una manera que trascienda los intereses a corto plazo y los ciclos electorales.

La salud es la base de un futuro próspero. Si actuamos para mejorar la salud, podemos añadir unos 12 billones de dólares al PIB mundial de aquí a 2040 – un aumento del 8%. El envejecimiento de la población, las tasas crecientes de enfermedades crónicas y los problemas de salud relacionados con el clima no solo ponen a prueba los sistemas de salud ya sobrecargados, sino que socavan nuestra capacidad para construir economías y sociedades resilientes.

Las desigualdades sanitarias persisten en países de ingresos bajos, medios y altos, y las consecuencias económicas de la inacción comprometen el crecimiento futuro en todo el mundo.

Dados sus beneficios sociales y económicos bien demostrados, los gobiernos deben dar prioridad a la inversión en salud. Esto debe sustentarse en soluciones de financiación que logren resultados sostenibles a medio y largo plazo.

Sin embargo, es más fácil decir que hacer. Muchos gobiernos están bajo presión para recortar gastos, por lo que los sectores público y privado deben colaborar para garantizar que las inversiones en salud sean estratégicas y estén orientadas a maximizar el impacto positivo, transformar la prestación de servicios y generar ahorros a largo plazo para los sistemas sanitarios. Hay tres inversiones clave a las que dar prioridad:

En todo el mundo, hasta 3000 millones de personas viven con enfermedades crónicas y raras.* Esto tiene un alto costo: las cinco enfermedades no transmisibles (ENT) más comunes podrían costar a la economía mundial 47 billones de dólares entre 2010 y 2030 – considerablemente más que el PIB estadounidense de 29 billones de dólares. Se calcula que las personas que conviven con enfermedades raras en Europa pierden anualmente 78 días laborables de productividad por persona.

Además, estas enfermedades plantean graves problemas de equidad sanitaria. Las ENT afectan de forma desproporcionada a las personas de nivel socioeconómico más bajo, mientras que los pacientes de enfermedades raras a menudo experimentan un proceso de diagnóstico más largo, tienen menos opciones de tratamiento y se enfrentan a un conocimiento limitado de sus enfermedades en comparación con las personas que viven con enfermedades más comunes. El diagnóstico y el tratamiento precoces, junto con medidas para promover la salud de la población, evitar hospitalizaciones y prolongar la productividad económica, son más rentables a largo plazo. Es imprescindible abordar las desigualdades sanitarias.

Afortunadamente, existen soluciones. Los avances científicos y la innovación en tecnología tienen un gran potencial para revolucionar la salud y mejorar la equidad sanitaria. Sin embargo, la atención preventiva solo recibe una pequeña parte de los presupuestos destinados a la salud – una media de solo el 3% en la Unión Europea –, a pesar de que las ENT causan aproximadamente el 70% de las muertes en todo el mundo y representan una importante carga económica.

Las alianzas público-privadas pueden aportar recursos y conocimientos. Por ejemplo, el Ministerio de Salud de Malasia colaboró con AstraZeneca para ofrecer pruebas de detección de cáncer de pulmón asistidas por inteligencia artificial y un programa de sensibilización comunitaria que permitió examinar a 65 000 personas e identificar a 2500 pacientes de alto riesgo que fueron encaminados para someterse a más pruebas. El diagnóstico precoz del cáncer de pulmón en EE. UU. podría reducir tres veces los gastos médicos durante los tres años posteriores al diagnóstico, y mejorar la supervivencia hasta 13 veces en Inglaterra.

Para reducir los costos para los sistemas de salud, mejorar los resultados de los pacientes y garantizar que nadie se quede atrás, debemos actuar tempranamente sobre las enfermedades crónicas, eliminar el cáncer como causa de muerte y encontrar enfoques innovadores para tratar las enfermedades raras, valiéndonos de los hallazgos científicos y la colaboración. Y lo que es más importante, debemos garantizar que estas soluciones lleguen a quienes más las necesitan.

La crisis climática es otra gran crisis sanitaria que debemos abordar. La contaminación atmosférica se convirtió en 2021 en el segundo factor de riesgo de muerte en todo el mundo, causando 8,1 millones de fallecimientos. Al igual que ocurre con las ENT, las poblaciones vulnerables son las más afectadas. Para 2030, los efectos negativos del cambio climático sobre la salud podrían sumir a 40 millones de personas en la pobreza extrema.

El sector de la atención sanitaria es responsable de alrededor del 5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y de hasta el 10% de las emisiones en Estados Unidos. Esta tendencia se ve agravada por la inversión insuficiente en tratamientos precoces, que son menos perjudiciales para el medio ambiente que los cuidados tardíos. Con el envejecimiento de la población mundial y el aumento de la carga de morbilidad, el problema no hará sino empeorar.

Es imprescindible invertir en sistemas de salud más resilientes al clima y con emisiones netas cero. La responsabilidad colectiva puede ayudar a construir un futuro más sostenible y equitativo.

Si algo hemos aprendido desde la pandemia de COVID-19 es que los sistemas sanitarios deben ser más sostenibles y resilientes para adaptarse a las nuevas necesidades de salud de la población.

Colaboraciones globales multisectoriales, como la Alianza para la Sostenibilidad y la Resiliencia de los Sistemas de Salud (PHSSR, por sus siglas en inglés), están ayudando a impulsar la transformación necesaria para lograrlo. Se trata de un proyecto cofundado por el Foro Económico Mundial, AstraZeneca y la London School of Economics y activo en más de 30 países, que encarga investigaciones independientes y elabora recomendaciones políticas tangibles en salud. Su último informe mundial analiza soluciones como gobernanza a largo plazo y estrategias de financiación sostenibles, ofrece orientaciones para la asignación de recursos y señala las áreas con recursos insuficientes.

La atención sanitaria puede convertirse con demasiada facilidad en víctima de recortes presupuestarios miopes, sobre todo si los responsables políticos aún no han reconocido el vínculo vital que existe entre salud y economía. Necesitamos líderes audaces, dispuestos a pensar más allá del próximo ciclo electoral para reforzar la resiliencia y la sostenibilidad de los sistemas sanitarios a largo plazo.

La colaboración de cara al futuro ofrece posibilidades de crecimiento económico ahora y a largo plazo, para crear una sociedad más saludable y próspera.

* Esta cifra ha sido calculada utilizando datos de la British Heart Foundation, Our World in Data, The Lancet, y dos otras fuentes de investigación académica.