Por qué la salud del suelo es esencial para combatir el cambio climático
Un agricultor siembra semillas de cebada en Ucrania. Image: Reuters/Alexander Ermochenko
Iliass El Fali
Managing Director, Corporate Strategy, Performance Management and Operations Coordination, OCP Group- Mejorar la salud del suelo es clave para combatir el cambio climático; las soluciones personalizadas son cruciales para aumentar el secuestro de carbono.
- Hay una creciente concientización política y apoyo a iniciativas para mejorar los suelos del mundo.
- Los agricultores necesitan financiación, tecnología y apoyo técnico para pasar al cultivo de alimentos sostenibles a gran escala.
La agricultura se enfrenta a un reto generacional: aproximadamente el 95% de todo el suministro de alimentos depende de suelos sanos, y sin embargo casi un tercio de la tierra agrícola mundial está degradada. A medida que se intensifica la presión para convertir más tierras al uso agrícola, es esencial reconciliar la agricultura con la naturaleza y utilizarla como medio natural para eliminar CO2.
En el centro de esta reconciliación están la salud de los suelos y las soluciones personalizadas. Mejorar la salud del suelo es clave para potenciar el secuestro de carbono en las plantas, aumentar el rendimiento de los cultivos y restaurar el impacto negativo que la agricultura intensiva tradicional ha tenido en el medio ambiente.
El suelo es uno de los recursos finitos más esenciales, pero también menos apreciados, de la Tierra. Hasta hace poco, las voces que señalaban los beneficios y la importancia del suelo se limitaban a la comunidad científica. Sin embargo, las recientes disrupciones del suministro global de alimentos han hecho que más responsables políticos reconocieran la importancia del suelo para garantizar la seguridad alimentaria. En su intervención en la Reunión Anual 2024 del Foro Económico Mundial en Davos, el Secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, describió el suelo como "la raíz de muchos problemas acuciantes de seguridad nacional", señalando que "si logramos suelos adecuados, tenemos los cimientos agrícolas para el futuro". La salud del suelo también fue destacada en la COP28 como clave para desarrollar una agricultura y sistemas alimentarios más fuertes y resilientes.
Como resultado de esta mayor concientización y apoyo político, se han creado varias iniciativas nacionales e internacionales para proteger y mejorar la salud del suelo. En la Cumbre Africana sobre Fertilizantes y Salud del Suelo de 2024, delegados de todo el continente se comprometieron a promover la salud del suelo y la regeneración de suelos degradados para permitir una "transformación sostenible de los sistemas alimentarios". La cumbre culminó con la declaración de Nairobi, que comprometió a los signatarios a triplicar la producción nacional y la distribución de fertilizantes de calidad certificada para 2034, así como a desarrollar sistemas para proporcionar recomendaciones agronómicas dirigidas.
Cultivar la seguridad alimentaria y luchar contra el cambio climático
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha identificado la mala salud del suelo como una de las principales amenazas para la seguridad alimentaria mundial, un obstáculo para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y un factor que contribuye al cambio climático.
La degradación de los suelos acentúa la brecha entre el rendimiento actual y potencial de los cultivos, incentiva indirectamente la deforestación al empujar a los agricultores a ampliar las tierras de cultivo y reduce la capacidad natural de la tierra para secuestrar carbono. Por el contrario, los suelos sanos albergan una gran diversidad de organismos, mejoran la biodiversidad y los servicios ecosistémicos por encima y por debajo del suelo, y aumentan la productividad agrícola de los agricultores. En este sentido, los suelos son un activo importante para la sostenibilidad económica, social y ambiental de los agricultores y del planeta.
El impacto de la degradación de los suelos es especialmente visible en África, donde la mala gestión de los nutrientes y una larga historia de explotación minera han perjudicado la fertilidad y la salud de los suelos. Al mismo tiempo, África también tiene un increíble potencial agrícola. Un estudio reciente del African Plant Nutrition Institute afirma que un enfoque de uso de soluciones de nutrición vegetal centrado en el rejuvenecimiento de los suelos no solo cerraría la brecha de rendimiento, sino que también aumentaría el carbono orgánico del suelo (COS) y la fertilidad del suelo en beneficio de las generaciones futuras. Una triple victoria para los pequeños agricultores.
Diversas partes interesadas locales e internacionales – desde agricultores hasta empresas multinacionales – ya están colaborando para aprovechar este potencial a través de una serie de alianzas y estrategias. Estos esfuerzos se esbozaron en un documento del Foro Económico Mundial publicado recientemente, Scaling Technology Adoption for Soil Health: A Focus on Africa (Ampliar la adopción de tecnologías para la salud del suelo: Un análisis de África). Presentado en el Foro de Sistemas Alimentarios de África, celebrado en Kigali en mayo de 2024 por la red Food Innovators Network, el documento identifica un número creciente de posibilidades de colaboración y adopción de soluciones y tecnologías existentes para mejorar la salud del suelo a escala y reforzar las capacidades de las partes interesadas. El documento también señala las numerosas oportunidades de innovación con potencial de inversión en el sector.
Finanzas para la fertilización e innovación radical
Lograr suelos sanos y fértiles no se hace de manera rápida ni fácil. Son necesarios mil años para crear tan solo medio centímetro de suelo sano, y algunos estudios estiman que actualmente estamos perdiendo suelo 50-100 veces más rápido que su capacidad de recuperarse. La FAO destaca que el equivalente a un campo de fútbol de suelo se erosiona cada cinco segundos. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que la aplicación selectiva de nutrientes clave puede ser un motor crucial para mejorar la salud del suelo y revertir su degradación.
Las soluciones personalizadas son un método crucial para lograr ese objetivo. En lugar de aplicar volúmenes cada vez mayores, un enfoque personalizado utiliza datos del mapeo del suelo para suministrar cada nutriente en el momento adecuado, a fin de garantizar que el cultivo recibe el nutriente correcto en cada fase de crecimiento. De este modo se minimiza la escorrentía, que perjudica el medio ambiente, y se garantiza un mayor rendimiento y una mejor salud del suelo.
Los avances en la ciencia del suelo – edafología – y la agricultura de precisión han acelerado este proceso, utilizando tecnologías como la teledetección satelital, sistemas de información geográfica, drones e IA, que permiten a los agricultores controlar mejor las condiciones del suelo y adaptar sus intervenciones.
Los agricultores no deben cargar con toda la responsabilidad de mejorar la salud del suelo. Los programas de apoyo a la agricultura también deben dar prioridad a las iniciativas que promueven la salud del suelo. La Iniciativa de los 100 millones de agricultores aborda el reto de financiar la transición hacia una agricultura sostenible, potenciando los beneficios para el suelo, el agua y la biodiversidad. Aunque la monetización de servicios ecosistémicos se encuentra aún en sus fases iniciales, una mayor inversión y consenso pueden incentivar a las comunidades agrícolas, proporcionando un apoyo esencial en nuestro camino hacia suelos, agricultura y sistemas alimentarios regenerativos.
La iniciativa Space for Place de USAID destaca esta necesidad, ofreciendo recomendaciones localizadas sobre fertilizantes para aumentar la productividad y el rendimiento de la inversión de los agricultores del África subsahariana. Los agricultores se enfrentan a numerosos desafíos, sobre todo en términos de riesgos económicos. Por eso, es crucial fomentar una acción colectiva eficaz y alianzas público-privadas para financiar y contribuir a la transición hacia la producción sostenible de alimentos. Este tipo de colaboración entre gobiernos, sector privado y sociedad civil sentará las bases de un futuro alimentario sostenible.
Hacer frente al cambio climático es un esfuerzo colectivo global, y la salud del suelo es un activo vital en esta batalla. Dado que la agricultura utiliza casi el 50% de la tierra habitable del mundo, la influencia del sector es indiscutible. Para que la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) sea un catalizador para avanzar en la restauración de la tierra y el suelo, es crucial que todas las partes interesadas de la cadena de valor agrícola colaboren para invertir en tecnologías y alianzas para restaurar, mejorar y proteger la salud del suelo.
Instamos a todas las partes interesadas del sector agrícola a conciliar sus prácticas con la naturaleza, liderar la lucha contra el cambio climático y garantizar un suministro sostenible de alimentos para el futuro. A corto plazo, apoyaremos activamente la COP16 de la CNULD, reuniendo a las partes interesadas para replantear la agenda en torno a la restauración de la tierra, con un fuerte enfoque en la agricultura regenerativa y el movimiento por las soluciones personalizadas de nutrición vegetal y salud del suelo.
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