Menos decoración, más distancia y desinfección constante: así funcionarán los hoteles en la pandemia
Trabajadores con trajes protectores desinfectan el hotel Dawliz, que se utiliza como lugar de refugio temporal para todo tipo de material médico con el fin de aumentar el distanciamiento social durante el brote de la enfermedad coronavirus (COVID-19) en Sale, Marruecos. 24 de abril de 2020. Image: REUTERS/Youssef Boudlal - RC2CIG95HO6F
Los clientes que se alojen en los hoteles españoles en cuanto el Gobierno dé luz verde para su reapertura se van a encontrar con un panorama muy distinto al que estaban acostumbrados. Las habitaciones apenas tendrán decoración, la comida de los bufés estará emplatada previamente y protegida, los empleados llevarán mascarillas y guantes casi siempre y habrá señalizaciones por todas partes para mantener la distancia de seguridad y para extremar la higiene.
Así consta en el borrador de reapertura para hoteles y apartamentos turísticos elaborado por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE) en colaboración con la patronal hotelera Cehat y la secretaría de Estado de Turismo. El borrador, presentado ya al Gobierno, espera tan solo el visto bueno de Sanidad, que se prevé llegue esta misma semana.
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El protocolo debe servir a los establecimientos o cadenas hoteleras como base para implementar su propio plan de contingencia y que se atenga, al menos, a los mínimos que marca el documento. “Cada hotel necesita su plan porque cada uno tiene unas características físicas y unos servicios”, explica Miguel Mirones, presidente del ICTE. El documento hace especial hincapié en garantizar las distancias de seguridad, sin concretar porcentajes de aforo -dejando a cada establecimiento que determine el aforo que asegure esa distancia-, y en extremar las medidas de higiene en todos los espacios, especialmente en aquellos de uso común, así como en las herramientas de trabajo que tengan que pasar de unas manos a otras (datáfonos, ordenadores, etcétera).
Según ha explicado Mirones, el ICTE recibió el encargo de redactar 21 protocolos para los distintos subsectores turísticos, desde hoteles a campos de golf, pasando por museos, playas u oficinas de turismo. Unas 450 personas (entre patronales de cada subsector, empresas, sindicatos, o personal de comunidades autónomas o ayuntamientos, además de la administración central) han participado en la redacción de estos protocolos, de los que ya están listos, a la espera del visto bueno de Sanidad, nueve. Han sido, además, validados por la Asociación Española de Servicios de Prevención Laboral. “Es un trabajo que en condiciones normales llevaría meses y recibimos el encargo el día 23 de abril”, ha señalado Mirones. “La clave del proyecto era el consenso y la transversalidad, para un formato que supera el diálogo social habitual, al incorporar a Gobierno y comunidades autónomas al diálogo entre patronal y sindicatos”, ha explicado.
En lo que respecta a la actividad hotelera, especialmente, dibuja una forma de funcionar a la que se tendrán que acostumbrar tanto los clientes como los empleados de los hoteles, recogidas en el punto 5 (“Requisitos de servicio”). Comenzando por la recepción, establece un aforo máximo o medidas para asegurar la distancia de seguridad, que debe señalarse con “marcadores”, hace obligatorio contar con gel hidroalcohólico y termómetros sin contacto e insta a no compartir elementos como un bolígrafo con la clientela (si se hace, habrá que desinfectarlo). Anima al pago con tarjeta y a desinfectar el datáfono, los equipos informáticos o las llaves o tarjetas “al finalizar la estancia o tras cada uso si se depositan en recepción”.
Recomienda también instalar alfombras desinfectantes a la entrada y si el servicio se encarga de transportar el equipaje deberá contar con “guantes desechables y/o toallitas desinfectantes para limpiar asas, manillas, etcétera”. Recomienda prescindir del servicio de aparcacoches (“debe evitarse la manipulación de coches de clientes por parte del personal”). El ascensor deberá ser usado solo por una persona a la vez o por las que viajen juntas o compartan habitación.
Ya en la habitación, recomienda reducir los textiles, la decoración y los obsequios que suelen facilitarse en los baños (geles, champús, peines, kits de afeitado…), proteger las almohadas y mantas en los armarios, desinfectar las perchas o los secadores de pelo tras cada cliente o reducir a una las papeleras, con tapa de pedal. El servicio de habitaciones no entrará a limpiar si el cliente está dentro.
En los espacios de uso común habrá que extremar la higiene y desinfección, determinar el aforo que asegure la distancia de seguridad, velar por su mantenimiento y ofrecer dispensadores de gel hidroalcohólico. Si hay spa o gimnasio, el establecimiento deberá garantizar la debida desinfección y el espacio. “Cada uno deberá analizar el coste y decidir si abre o deja clausurado el servicio”, señala Mirones. En el caso de las piscinas (y para el protocolo aplicable a las playas), se está a la espera de un informe solicitado al CSIC sobre el comportamiento del coronavirus en el agua y la arena.
En cuanto a los servicios de cafetería o restaurante, señala que “la elección de la tipología/s de servicio debe tener como objetivo reducir la manipulación y la intervención del cliente”. Por ello, en el caso de bufés, anima a fórmulas como el “bufet asistido con pantalla de protección, a través de emplatados individuales y/o monodosis tapados”. Por supuesto, anima también a retirar elementos de uso común como palilleros, servilleteros o aceiteras y la decoración. En restaurantes y cocinas se aplicará el protocolo específico de restauración, que también se presentará esta semana al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
Si el hotel ofrece servicio de animación, algo clásico en la costa española, las actividades “deben diseñarse y planificarse” para mantener la distancia. Si no fuese posible, se deberá usar mascarilla y desinfectar el material usado tras cada uso.
En general, recomienda incrementar la frecuencia de limpieza, ventilar las zonas de uso común, evitar sacudir la ropa de la habitación y lavarla, como los uniformes de trabajo, al menos a 60 grados.
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