La agricultura en África, clave para la paz
Image: REUTERS/Siphiwe Sibeko
La gente de África importa. Importa para nuestro medio ambiente. Importa para nuestra economía. Importa para nuestro planeta. Después de haber viajado a través del continente para probar alimentos, reunirnos con agricultores, representantes de gobiernos y chefs, y cultivar conocimientos culinarios que han nutrido nuestras recetas, estamos seguros de que la gente de África importa aún más para poner fin a la pobreza y proteger nuestro planeta de los riesgos reales y actuales que trae el cambio climático.
En Nigeria, por ejemplo, comenzamos junto con Naciones Unidas, el Gobierno y el sector privado una iniciativa piloto liderada por el Fondo de Objetivos de Desarrollo Sostenible en Kaduna, al norte del país, para abordar el desperdicio de alimentos, el empleo juvenil y la seguridad alimentaria de una forma integrada.
Hemos visto cómo en África se está transformando la forma en que se ve la agricultura, en que se ve el medioambiente y en la que se ven los mercados y se gestionan los riesgos. En las regiones más desarrolladas del mundo necesitamos reflexionar sobre los alimentos que consumimos, de dónde provienen y qué significan como parte de nuestros esfuerzos globales para terminar con la pobreza en el año 2030. Y también acelerar el logro de los objetivos establecidos en el Acuerdo de París sobre cambio climático, como limitar el aumento de temperaturas a 2ºC, apoyando a quiénes viven en situaciones vulnerables a que adapten sus economías a la nueva realidad climática.
África necesita modernizar sus sistemas alimentarios. Esta modernización debe ocurrir a un ritmo acelerado para prevenir la propagación de enfermedades, reducir las muertes ocasionadas por hambrunas y evitar decisiones que podrían amenazar con desestabilizar la región.
Pensémoslo de esta manera. En Somalia se estima que 2,7 millones de personas enfrentarán crisis climáticas y escasez de alimentos por una reducción en la previsión de lluvias. Esto significa que podría aumentar las muertes infantiles y que más personas se verían obligadas a migrar o, en el peor de los casos, a unirse a organizaciones terroristas y criminales para sobrevivir. Si sufriéramos de hambre, ¿no haríamos lo mismo?
Entonces, ¿cómo podemos alcanzar esta meta? Para empezar, debemos considerar toda la cadena de valor que lleva los productos desde la tierra de cultivo al mercado. En Nigeria, por ejemplo, se pierde hasta un 75% de las 1,5 millones de toneladas de tomates cosechados cada año. Eso son muchos tomates desperdiciados.
Si bien África ha visto avances notables en la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y el empoderamiento social en la última década, el continente en su conjunto sigue dependiendo de alimentos importados. Esto no es bueno para el medio ambiente, la economía o el crecimiento sostenido.
El cambio climático está agravando los riesgos. Cambios en los patrones de lluvia, aumentos en la frecuencia de las sequías y aumentos en el nivel del mar amenazan a los agricultores que a menudo carecen de sistemas de riego o de herramientas de cultivo mecanizadas.
El continente aún depende de alimentos importados. Esto no es bueno para el medio ambiente, la economía o el desarrollo sostenible.
Es un juego de números, y ya estamos retrasados en la construcción de un África resistente. En todo el mundo, tenemos que aumentar la producción de alimentos en un 50% antes de 2050 para alimentar a las casi 9.000 millones de personas que vivirán en nuestro planeta. África con sus vastos recursos naturales y capacidad humana podría ser la manera de alcanzar esta meta.
Sin embargo, estamos enfrentando una situación con difícil salida. Debemos detener la expansión de los gases de efecto invernadero. En África, la agricultura produce el 15% de las emisiones totales de CO2 del continente cada año. Sin modernización, esta cifra aumentará. Y para complicar aún más las cosas, según un informe que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo publicará este otoño, el cambio climático podría producir importantes caídas en la producción: la producción de trigo podría descender hasta en un 35% para 2050.
La buena noticia es que África está cumpliendo con su potencial. En lugares como Etiopía, los agricultores están implementando sistemas de irrigación a base de energía solar y mirando hacia cultivos comerciales para aumentar su resiliencia ante el cambio climático. En Somalia, las represas de arena están salvando vidas y almacenando agua para los agricultores. Mientras tanto, las Naciones Unidas están trabajando con gobiernos, organizaciones sin fines de lucro y agricultores en todo el continente para crear las políticas que África necesita para transformar su sector agrícola.
Si queremos frenar el cambio climático y cumplir nuestros compromisos mundiales para poner fin a la pobreza para 2030, tendremos que pensar detenidamente sobre el papel de la agricultura y la alimentación en África. La comida es un ingrediente esencial para la vida, y desde nuestro humilde punto de vista, proporcionará un camino hacia un mundo más pacífico.
Joan, Josep y Jordi Roca, son chefs y embajadores de buena voluntad del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
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