Así es la vida de quien educa a sus hijos sin tecnología digital: una lucha continua con familia, amigos y colegio

A group of Catholic school girls look at their phones as they wait on the route that Pope Francis will take later in the day near St. Patrick’s Cathedral in New York September 24, 2015. REUTERS/Lucas Jackson - GF10000219774

Image: REUTERS/Lucas Jackson - GF10000219774

Javier Penalva

Internet, smartphone, televisión, PC ... en casa la tecnología es ya un miembro más, cada día que pasa con más importancia tanto para el entretenimiento como la educación. Renunciar a la tecnología o reducirla a la mínima expresión durante la educación de los hijos es posible pero no fácil. Ni mucho menos lo habitual. Una familia de Galicia nos ha contado cómo es el día a día de unos padres con dos niños que han nacido en un entorno donde la tecnología tiende a protagonizarlo todo.

En esta casa no hay lugar para la "caja tonta"

"No somos estrictos pero no nos gusta que usen tablets o vean televisión porque sí" En casa de la familia de Marian, donde conviven dos niños pequeños, uno de dos años y medio y el mayor de seis, el control y casi total renuncia a la tecnología tienen una base muy sólida: evitar el sendentarismo y otros valores negativos de las pantallas para los primeros años de los más pequeños de la familia.

Marian trabaja desde casa. Allí han establecido un entorno donde la tecnología está limitada y tiene una presencia casi testimonial. Apenas un viejo iPad que ya estaba en casa antes de que nacieran los dos hijos, el PC que necesitan para trabajar, móvil para llamadas y gestiones y poco más. En el caso de los niños, el manejo de dispositivos es muy reducido y concreto. Nada de consolas ni usos del tablet excepto para cuando, puntualmente, lo piden en el cole.

Televisor también hay, pero su rol en casa no pasa de decorativo. Al menos hasta hace muy poco. En casa, Marian y su pareja no ven apenas la tele. No es ese dispositivo que, aunque nadie le esté prestando atención, se deja encendido. Como una mascota más de casa. Un dispositivo conectado de adorno que ilumina la estancia y hace ruido. Para mantenerse informados recurren al tablet durante el desayuno y durante el día prefieren la música.

"Que los niños estén pegados a una pantalla, para mi es una pérdida de tiempo. Se lo dan todo hecho, a mi me gusta que ellos imaginen y que hagan las cosas por sí mismos, y no que repitan conductas que vean en la tele"

Esa ausencia total del televisor en el día a día con los niños se ha alterado un poco últimamente. Ahora, solo dos días a la semana sus hijos ven dibujos que Marian o su pareja eligen. Y el viernes por la noche toca película. Nada más.

"La televisión parece que promueve el sedentarismo, estar tirado en el sofá"

"Nosotros buscamos el contenido en Youtube o ahora en Netflix, porque nos regalaron una tarjeta regalo, y buscamos que sean igualitarios en cuestiones de género, que no sean agresivos … es que yo creo que en los dibujos de hoy en día todo vale, que se fomenta mucho la agresividad y demás … a ellos les gusta mucho "Érase una vez la vida", una que veíamos nosotros, se lo dijimos un día y bueno … les gustó, o Masha y el Oso. Son dibujos que no son ni la Patrulla Canina ni nada de eso porque me parece que dejarles ver esos dibujos fomenta también todo tipo de consumo y que nosotros estamos completamente en contra, son cosas innecesarias y poco duraderas … no les compramos juguetes todos los días así que los que les compramos que duren un poco y no se pasen de moda"

En ese momento de ver los dibujos, que ya se ha establecido por rutina que sea después del baño los días que el hermano mayor tiene actividad extraescolar, Mariam y su pareja suelen aprovechar para estar con los niños sentados, "a modo de momento más calmado" del día. Si no piden ver los dibujos animados, no se ponen, pero ahora, el más grande ya no lo olvida. Pocos momentos son más de hábitos y rutinas que se graban a fuego como en los primeros años.

La otra situación familiar delante del televisor suele ocurrir el viernes por la noche, cuando los niños piden ver algo de cine y entonces se convierte en otra oportunidad de acompañamiento. Para ese momento, como Marian me matiza, "no somos tan estrictos y si quieren ver una película de Disney, la vemos, pero siempre con ellos"

Esta idea de no televisión ni pantalla a edades tempranas coincide en esencia con el conocido método Walford, que estos últimos años se ha hecho bastante conocido por ser el que algunos grandes personajes de la industria de la tecnología han elegido para la educación de sus hijos. Entre otras premisas, el método Walford aboga por evitar el uso de pantallas y dispositivos, incluidos los vídeos y el televisor, para evitar que la creatividad y libertad de estos primeros años se estanque o quede condicionada. Se trata de propiciarla de manera natural, sin estar sentados en una silla, con juego libre.

En la familia de Marian se sitúan precisamente en esa ruta de vida. Consideran que la tecnología en general y la televisión en particular promueven justo la que ellos no quieren en la educación de sus hijos. Su empresa local, Racataplan, se basa en la vida slow, natural, de descubrimiento, respeto , movimiento en la naturaleza y creatividad. Marian diseña ropa ecológica que fabrican en talleres locales de Galicia. Para niños que se mueven, que juegan al aire libre.

"La televisión fomenta que estén sentados, y que lo hagan durante horas y horas delante de un televisor .. Nosotros somos más de movernos, salimos todos los días"

Marian está muy tranquila hablando de cómo gestionan en casa el tema del uso de la tecnología. Allí es normal que la tele no esté encendida pero es una situación que en otras casas es justo la contraria.

En casa de sus abuelos maternos, que el televisor esté continuamente encendido es de lo más habitual desde que están jubilados y pasan más horas allí. Pese a los intentos de Marian, que le pide a su padre que trate de apagar el televisor ("Yo soy clara, cuando vamos nosotros le digo, jo, Papá, apaga la tele"), el hijo mayor sabe que puede aprovechar para ver más televisión cuando están allí. Esa situación de diferentes usos del televisor en casa ocurre también en visitas a primos y otros familiares.

"En casa de los primos puede estar la televisión encendida todo el día, cosa que a mi me asusta"

Sin embargo, ese momento de tensión no suele generar conflictos. No hay inflexibilidad en la actitud de Marian. "Es verdad que nos respetan bastante, pero bueno, hay veces en que no puedes más y dices, bueno, pues no voy a estar discutiendo todo el rato. En casa hay unas normas y lo hacemos así, ellos las entienden, y bueno, fuera permitimos también nosotros"

Esas situaciones de excepcionalidad con el televisor se da también en su propia casa. Una visita de 8 niños con sus respectivos padres es más difícil de controlar, y si acaba en una película para los niños, no hay problema. Para Marian es un ejemplo de su flexibilidad con las normas de casa, aunque su hijo mayor no lo vea de la misma manera. En el día a día hay momentos para la negociación y por ejemplo no ha problema para que, si un jueves no están en casa, esa cita fijada para ver algo de televisión tras el baño, pueda ser cambiada por su hijo mayor y aprovecharla otro día."Negociamos, razonas y consensuamos, pero bueno, él sabe cómo es más o menos"

Con los años y la influencia del entorno y los amigos, el hijo mayor de Marian ya empieza a sentir curiosidad por algo que en casa nunca tiene: los videojuegos. La situación ha empezado con un grupo de amigos del pueblo, de un curso superior al del hijo mayor, y a uno de los cuales en Navidad le dejaron una consola de videojuegos con el FIFA. Demasiado tentador para todo el grupo de amigos a los que les gusta el fútbol.

"Cuando en casa de un amigo de nuestro hijo se plantea el uso de la consola, nosotros tratamos de salir a la calle"

"El otro día, cuando vinimos a su casa, yo le expliqué que para venir y estar jugando a una consola, prefiero que estemos en el parque o en el monte. Con la consola así los niños no socializan, para qué quieres jugar con una pantalla cuando tienen un amigo con el que jugar. Yo le dije que no teníamos una consola y que no la íbamos a comprar porque preferíamos jugar al fútbol fuera"

Marian, entre risas, admite que por ahora la situación está clara y va bien, pero que no sabe cuánto durará. De momento, si el plan con esos amigos es jugar a la consola, limitarán las visitas porque a ellos no les agrada la situación para sus hijos.

El reto de resistir al tablet y el móvil a todas horas

En casa de Marian hay un tablet, "un iPad de hace tropecientos años, que yo tenía antes de que nacieran ellos". Este dispositivo tan conocido por muchos niños sigue presente pero su uso es muy limitado: apenas lo usan para leer la prensa por las mañanas, mientras desayunan. Y siempre ellos, nunca los niños. A veces ya lo piden, pero la contestación es la misma: solo en el colegio.

Con un sistema educativo donde la competencia digital a veces se entiende exclusivamente como el uso de dispositivos, aunque sea para ver vídeos, Marian, pese a su rechazo completo, asume que sea un entorno donde su hijo tiene que usarlo.

En el cole a donde acude su hijo mayor usan mucho las pantallas y los recursos de vídeo. Desde el primer curso de primaria, a partir de segundo trimestre, le pidieron que llevara el tablet para usar una vez al día, lo que fue un problema para Marian. Tocaba pues reforzar en su hijo la idea de que en el cole sí pero no en casa.

"Él tiene claro que nosotros en casa no usamos el tablet. No tiene acceso a él. Conoce la clave porque la mete en el cole pero sabe que en casa yo juego con él, pero la tablet no se usa"

El momento más temido: la llegada del teléfono móvil

Si con el televisor, el PC o incluso la consola, el uso de la tecnología por parte de los niños está plenamente normalizado, la llegada abrumadora del teléfono móvil y todo lo que ello supone para un adolescente, ha hecho que esa disponibilidad absoluta de dispositivos plantee dudas a algunos padres. Es el momento clave y bastante temido por las dudas sobre si se podrá gestionar correctamente. Marian, ahora mismo, se siente impotente ante esa idea.

Marian y su familia vienen en una zona bastante rural de Galicia. Apenas 3000 habitantes tiene su lugar de residencia, y su esperanza es que allí, todo lo que tiene que ver con teléfonos móviles y niños llegue más tarde. No niega la realidad, "siempre va a haber alguno que quiera un teléfono móvil", pero confía en la gestión de la situación de la misma manera que ya ocurre con otros elementos que tienen otros niños y sus hijos no. Por ahora no ve muchos niños que tengan teléfono móvil y espera que todo siga igual, aunque a la velocidad que ya ocurre todo, uno nunca sabe qué va a ocurrir.

"Yo supongo que como estamos en un pueblo y realmente todos nos conocemos y estamos a cinco minutos de todo, pues que el teléfono móvil tampoco es tan necesario"

Ese momento crítico del teléfono móvil se nota que genera estrés en Marian. E incluso cierto miedo por la velocidad a la que en adelante irán ocurriendo las cosas. Es una situación creo que también temida por lo incontrolable que puede resultar, y para la que no quiere pensar en hoja de ruta pese a que, según expertos y otros padres, una gestión temprana y acompañada del uso de la tecnología es muy recomendable. Por ahora no piensan en ello también porque el rol del teléfono móvil en su casa es bastante discreto y no son de los que están a diario pendientes de él.

"Nosotros el uso que hacemos del teléfono, hoy, es bastante más de lo que quisiéramos, pero tampoco somos de los que estamos en la mesa con él … yo si estoy con ellos pues el teléfono está en otra sala"

Esa máxima la llevan a rajatabla en sus situaciones diarias, salvo situaciones inevitables que, por trabajo o asuntos familiares, tienen que resolver en ese momento. Pero si están en el parque o jugando con ellos, nada de teléfono. Con eso opinan que ya están ofreciendo una educación en positivo del uso del dispositivo, confiando en que si su hijo ve que eso es lo que se hace en casa, pues será una actitud que comprenderá, respetará y podrá asumir.

No hay miedo por la llegada tardía al uso de la tecnología

Para Marian y su pareja, por ahora, esa limitación en el uso de la tecnología no solo no perjudica a sus hijos sino que les va a resultar positivo. Es un alivio por el abuso que, según ella, se hace de la tecnología y los menores hoy en día.

"Yo no creo que mi hijo vaya a tener un retraso tecnológico por esto, para nada, le sobra tiempo para aprenderlo"

De cara al futuro no sabe cómo se adaptarán sus hijos al uso de la tecnología ni en qué situación llegarán respecto a sus compañeros que sí que han tenido acceso a esa tecnología en grandes dosis, pero no cree que sea un problema porque, aunque no sabe cómo, opina que hoy en día están preparados y "en tres minutos" aprenden a incorporar la tecnología en su día a día.

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