Así es cómo negociamos una solución al tribalismo
Este año, en la mayoría de las sesiones en Davos, se ha observado el mismo hecho atemorizante: durante los últimos años se ha visto un aumento de la violencia estatal y no estatal, que amenaza las vidas de las personas y contribuye significativamente a la pobreza mundial y a la crisis inmigratoria. ¿Qué se puede hacer para mejorar la situación?
En el corazón de este cambio se encuentra el incremento del tribalismo, que se ha diseminado por los países y las culturas con las corrientes de globalización. A medida que las personas experimentan una fusión aparentemente incesante de lo viejo y lo nuevo, lo familiar y lo ajeno, tienden a replegarse en comunidades físicas, digitales y psicológicas donde se sienten seguras y cómodas. Vuelven a las tribus.
En primer lugar, la toma de decisiones no se basa en la lógica sino en la lealtad. Una amenaza a una persona de la tribu es una amenaza a todo el grupo, lo que exacerba las diferencias basadas en la identidad y escala el conflicto. Vemos la identidad del otro con limitación y simplicidad —“son una amenaza”— y, por lo tanto, sentimos que es inútil colaborar. Daniel Shapiro denomina esta dinámica el “efecto de las tribus”, una predisposición conflictiva en la que cada lado está convencido de su propia verdad y se niega a conocer la perspectiva del otro.
En segundo lugar, cuando las tribus se enfrentan, la riqueza de la identidad se reduce a un solo factor diferenciador: ¿eres un aliado o un intruso? Apoyamos a los aliados y demonizamos a los otros. No podemos ver las divisiones sociales y políticas dentro de cada tribu, de la misma manera que no podemos comprometer a una amplia variedad de partes interesadas que podrían influenciar positivamente los esfuerzos para resolver los conflictos.
En tercer lugar, el tribalismo lleva a las partes a pelear por sus propias demandas sustanciales (“los términos de un contrato”) mientras que se presta poca atención a resolver las fracturas sociopolíticas que sostienen estructuralmente el conflicto. De esta manera, aun cuando el enfrentamiento de tribus resulta en un acuerdo, la dinámica subyacente persiste, muchas veces de manera clandestina o en nuevas formas como divisiones raciales o de clase.
1) Demostrar interés en la identidad. A medida que las partes involucradas en el conflicto comienzan a valorar más las historias de agravio de cada persona, la fuerza del tribalismo comienza a debilitarse. Los disputadores comienzan a verse como seres humanos con motivaciones y principios complejos, y la identidad deja de ser una fuente de división para convertirse en una base para la unidad. Conocer la historia del otro lado cobra valor; podría ir contra los valores fundamentales de un disputador y podría hacer que se vea como un traidor a su propia tribu. Estos riesgos se pueden reducir mediante la organización de espacios seguros para que ambos lados cuenten sus historias basándose en la identidad.
2) Comprometer a un grupo diverso de partes interesadas a desestabilizar el modo de pensar tribalístico y a abordar los problemas más amplios que están en juego. Invitar de alguna manera, sin asumirlo, a las partes interesadas a comprometerse en un conflicto es como mostrarles un espejo, no solo a ellas, sino también al conflicto en sí, revelando la dinámica que posiblemente no esté visible de otra manera. Las organizaciones como el Foro Económico Mundial ya han tomado medidas positivas para promover el diálogo reuniendo a diversas partes del gobierno, del sector comercial, de la sociedad civil y de las instituciones internacionales. Creemos que este enfoque de múltiples partes hacia la resolución del conflicto garantiza una mayor adopción.
3) Abordar los elementos sustanciales y basados en la identidad que forman parte del conflicto. Hemos creado un proceso para lograr esto; lo denominamos “diálogo sistémico”. Este enfoque ayuda a las partes a resolver en conjunto sus diferencias y reparar el dañado entramado social. El modelo, que se describe en el diagrama, respalda la inclusión de un diverso grupo de partes interesadas, la proyección de las aparentes diferencias a través de la posibilidad de compartir los relatos de identidad y la reparación de las divisiones más profundas de la sociedad a través de una medida constructiva.
Si bien los detalles del diálogo sistémico no se encuentran dentro del alcance de este artículo, creemos que esta nueva forma de diálogo de múltiples partes interesadas verdaderamente promete reparar las divisiones entre las tribus que están plagando nuestro mundo.
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