La precariedad contribuye a la debilidad de los sueldos

Employees of Careen working closely together in there office space in Dubai, United Arab Emirates on May 14, 2017. Photo © Dominic Chavez/ International Finance Corporation

Image: Dominic Chavez

Manuel V. Gómez
Periodista, El País

España ha encadenado en 2017 cuatro años creando empleo a un ritmo alto: solo el año pasado la Seguridad Social ganó 611.146 afiliados. La alta preprecariedad es el gran pero: buena parte de ese aumento se debe a temporales y trabajo a tiempo parcial (380.000). Y esa precariedad es una de las explicaciones —con permiso del paro— de la debilidad de los salarios en los últimos años, opinan varios expertos consultados. También el BCE maneja esta hipótesis para la zona euro, donde los sueldos crecían un 2%; en España, el 0,5%.

El Banco Central Europeo está sorprendido por la debilidad que muestran los salarios en la recuperación. Buscándole explicaciones a este comportamiento en la zona euro cuando el paro ha bajado más de lo que se esperaba, ha llegado a la conclusión de que el subempleo —y los desocupados que no aparecen en las estadísticas como parados— puede ser una de las causas que está detrás. ¿Qué es el subempleo? Trabajar a tiempo parcial por no poder hacerlo a tiempo completo. Y España es uno de los países que descolla en este aspecto: casi el 60% de quienes trabajan a tiempo parcial quiere hacerlo más horas.

Otro de esos indicadores de precariedad en los que España destaca entre los países de su entorno es el empleo temporal. Desde que comenzó a crecer el mercado laboral, la tasa de temporalidad ha subido unos cinco puntos, hasta el 27,4% el pasado verano. Y la inmensa mayoría de ese empleo temporal es involuntario.

“Los precarios se ven afectados de varias formas. Una de ellas es que no participan en la negociación de los convenios”, señala Florentino Felgueroso, investigador de Fedea. También les afecta, añade, la rotación laboral que sufren, algo que como evidencia el alto número de contratos temporales firmados el año pasado (19,6 millones) no es un fenómeno residual. “Ya no es que no participen en la fijación de salarios al no estar en los convenios, también sufren porque no tienen poder para negociar con el empresario, que les ofrece un sueldo y lo toman o lo dejan”, continúa Felgueroso.

La rotación laboral de los temporales y sus entradas y salidas al desempleo —que cada vez se prolongan por más tiempo— rompen con un mecanismo tradicional de mejora de las retribuciones: la acumulación de experiencia y la mejora de su productividad, lo que permite pedir aumentos o cambiar de empresa en busca de un salario mejor.

A esta debilidad se añade el efecto en la estadística, como recuerda el economista José Ignacio Pérez Infante, de la negociación colectiva, ya que los temporales cobran menos que los indefinidos —16.422,5 euros al año frente a 24.561,8 euros— y la hora de un empleado a tiempo parcial también se paga a un precio menor (10,44 euros por 15,53 euros). Según esta explicación, sería el gran aumento de este empleo peor pagado el que presionaría a la baja los salarios medios, que en el tercer trimestre se situó en 1.809,12 euros brutos al mes, un cantidad casi igual a la de 2016 y 2015.

Baja productividad

Para este economista, la creación masiva de empleo precario explicaría que el mercado laboral crezca casi tanto como la economía y, por tanto, la baja productividad, que también está anclada desde que comenzó la recuperación. Esto se observa al restar el aumento anual del empleo en la última EPA (2,8%) y el del PIB (3,1%).

La precariedad ha sido uno de los asuntos que han tomado organismos como la OCDE o la Comisión Europea para alertar del aumento de la desigualdad o la pobreza laboral en España. Hasta 2016 el 13,1% de los ocupados estaba en riesgo de pobreza, tres puntos más que al inicio de la crisis (en la zona euro el incremento ha sido de 1,5 puntos). Además, solo Grecia y Rumanía tienen tasas más altas en la UE.

Para Carlos Martín, director del gabinete económico de CC OO, todo esto está relacionado con que en la salida de la crisis hay una novedad respecto a ocasiones anteriores: “Nuestro mercado laboral siempre se ha caracterizado por la inestabilidad, y ahora se suma la precariedad salarial”. Él calcula que entre 2008 y 2017 “los salarios pagados por realizar el mismo trabajo han perdido un 7% de poder de compra”. Defiende que el final de la inestabilidad en el empleo acabaría por impulsar la productividad —hay estudios que ligan la temporalidad con la falta de formación— y rebajaría la desigualdad.

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