Europa sustituye a Trump en la guerra al cambio climático
Image: REUTERS/Wolfgang Rattay
La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, han reafirmado este miércoles su convicción en que el Acuerdo de París, a pesar de las intenciones de Donald Trump de retirar a EE UU de este pacto, no tiene vuelta atrás. Y confían en que las ciudades, los Estados y las empresas de ese país puedan suplir a la Casa Blanca en la lucha contra el calentamiento. Ambos han participado en Bonn en la Cumbre del Clima. Merkel ha reconocido que su país está en la senda de incumplir sus objetivos de recortes de emisiones de gases de efecto invernadero debido al carbón. Macron ha propuesto que la UE asuma la financiación que EE UU ha retirado al grupo de científicos que auspiciados por la ONU radiografían el cambio climático en el planeta.
La Cumbre del Clima de este año, la COP23, se debía celebrar en Fiyi, pero por razones logísticas (a estas citas acuden más de 20.000 personas) se decidió trasladarla a Bonn, aunque la presidencia sigue en manos de este Estado insular del Pacífico. En Bonn está la sede permanente del departamento de Naciones Unidas de Cambio Climático.
La cumbre de este año es una cita fundamentalmente técnica. No se puede comparar con la de París de 2015, en la que se cerró el acuerdo que ahora se intenta desarrollar, ni siquiera con la de Marrakech del pasado año. En ambas la presencia de presidentes y jefes de Estado fue nutrida. En la de Bonn, una veintena han participado este miércoles en el pleno que abre la fase más política de las negociaciones, en las que intervienen los ministros de medio ambiente.
Angela Merkel y Emmanuel Macron han sido las figuras de más peso, al margen de António Guterres, secretario general de la ONU, el organismo bajo cuyo paraguas se celebran desde hace más de dos décadas estas cumbres del clima.
Ambos mandatarios no han dudado en referirse abiertamente a la retirada anunciada por Trump de EE UU del Acuerdo de París. Y ambos han puesto su vista en los Estados, las ciudades y las empresas de EE UU como contrapeso a la decisión de Trump. Porque muchos de esos Estados y ciudades tienen objetivos propios de recortes de emisiones y de implantación de renovables. "A pesar de la decisión de Trump", ha dicho Merkel, "muchos siguen a favor" de la lucha contra el calentamiento dentro del país. "El sector privado norteamericano y las ciudades", ha añadido Macron, "compensarán" la retirada de EE UU.
Sin embargo, uno de los aspectos que más preocupa es el de la financiación que Estados Unidos puede dejar de aportar. Trump ya ha decidido eliminar la aportación al grupo de científicos que bajo el paraguas de la ONU radiografían el cambio climático en el planeta, el llamado IPCC. Macron ha propuesto que la Unión Europea supla esa financiación. También, que se le ponga un precio alto al dióxido de carbono que emiten las empresas y las centrales eléctricas: 30 euros por cada tonelada, frente a los siete que el mercado europeo de emisiones fija ahora.
Según los especialistas, un precio tan alto (a partir de los 24 euros) desencadenaría el cierre de las centrales de carbón, las que más emiten dióxido de carbono (el principal gas de efecto invernadero) a la hora de generar electricidad. De hecho, así ha ocurrido en el Reino Unido, que fijó su propio precio, mucho mayor que el de la UE. Macron ha recordado su compromiso de cerrar todas las térmicas de carbón a partir de 2021.
Pese al liderazgo que Merkel intenta protagonizar en la lucha contra el cambio climático, Alemania tiene serios problemas para cumplir con los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Así lo ha resaltado este miércoles desde Bonn Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Acción por el Clima y Energía. "Alemania no está cumpiendo", ha resumido. Y así lo ha reconocido la propia Merkel: "nos falta mucho trabajo por delante". "No es fácil", ha dicho sobre los objetivos que tiene que cumplir en 2020.
Un informe de la Comisión Europea, publicado hace una semana, indicaba que siete Estados europeos no están en el camino para cumplir con los recortes de las emisiones a los que se habían comprometido para 2020. Entre ellos, destaca, sin duda, Alemania, el mayor emisor de los 28 miembros de la UE. El estudio apunta que Alemania se quedará 3,3 puntos por debajo del objetivo que tenía en 2020: recortar sus emisiones un 40% respecto a los niveles de 1990.
Y tras esta tendencia negativa están las centrales térmicas de carbón, que proporcionan alrededor del 40% de la electricidad de este país. Las organizaciones ecologistas presentes en la reunión de Bonn han reclamado a Merkel que anuncie un calendario de cierre de las centrales de carbón. "La eliminación del carbón como una fuente de energía es una prioridad", recordaba esta semana Patricia Espinosa, la responsable del departamento de cambio climático de la ONU.
Los dirigentes alemanes son conscientes de este problema y de los efectos que desencadena la quema de carbón para generar electricidad. Frank-Walter Steinmeier, presidente alemán, ha leído este miércoles en la cumbre el fragmento de un artículo de un periódico en el que se alertaba de que la quema de carbón podía "llevar a un aumento de la temperatura" del planeta y a consecuencias "graves". El artículo se escribió en 1912.
La capital de Francia ha quedado ligada para décadas a la lucha contra el cambio climático, tras la firma en 2015 del Acuerdo de París. Y su presidente quiere ocupar una posición de liderazgo en la lucha global contra el calentamiento. Para este mes de diciembre, cuando se celebran los dos años del acuerdo (cuyas medidas no se empezarán a aplicar hasta 2021, cuando finaliza la vigencia del Protocolo de Kioto), ha invitado a un centenar de jefes de Estado a una cumbre, esta vez sí, claramente política y al margen de las negociaciones técnicas como las que se celebran en Bonn.
Este encuentro, según han recordado Merkel y Macron, se centrará en la financiación que los países y las empresas tienen que poner sobre la mesa para cambiar el modelo energético (para limpiarlo de emisiones de gases de efecto invernadero). También se abordarán las aportaciones de los países desarrollados para que los que están en vías de desarrollo puedan afrontar las consecuencias del cambio climático. El compromiso es aportar, anualmente, 100.000 millones de dólares a partir de 2020.
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