Los satélites de la NASA detectan un incremento radical del CO2
Los bosques tropicales ya no pueden con tanto dióxido de carbono. Esta es una de las conclusiones más plausibles del incremento de CO2 en la atmósfera detectado por los satélites de la NASA.
Los datos provienen de imágenes tomadas por el satélite OCO-2 (Orbiting Carbon Observatory) entre 2015 y 2016. Y es que OCO toma mediciones en espacios reducidos, franjas de unos 10 kilómetros de superficie terrestre. Además, en estos años los científicos especializados en clima tenían ante sí El Niño, un fenómeno propenso al estudio.
Cuando se da El Niño se produce la aparición de aguas cálidas en la parte central y centro-oriental del Pacífico. Las consecuencias son patrones climáticos irregulares y estos se agudizaron en 2015 y 2016.
Gracias a sus tres cámaras de espectrometría en alta resolución, OCO puede hacer lecturas de las concentraciones de dióxido de carbono y oxígeno. Y en este caso las mediciones practicadas por el satélite de la NASA han excedido con creces los estándares.
En circunstancias normales, la concentración de dióxido de carbono es de dos partes por millón (ppm) de moléculas de aire. Sin embargo, lo que OCO ha detectado son 3 ppm en estos años durante El Niño. Los científicos calculan que no ha habido tal incremento del CO2 en la atmósfera desde hace 2000 años.
La primera hipótesis al vuelo carga las tintas sobre las emisiones lanzadas a la atmósfera por el ser humano. Es inevitable, pero lo cierto es que la contaminación no ha aumentado un 50% en los últimos años. Los datos de OCO indicarían que los bosques tropicales, donde está concentrado una parte importante de la masa arbórea planetaria, no estarían absorbiendo tanto dióxido de carbono como en épocas anteriores.
Al parecer, la sequía en Sudamérica habría impedido que el crecimiento de las plantas sea el habitual. De esta forma, con plantas más pequeñas y en menor número, el dióxido de carbono que se absorbe disminuye. Tampoco en África marcharían bien las cosas, pues un clima más cálido habría acelerado la descomposición de las plantas. Y en Asia la sequedad y los incendios también habrían contribuido a reducir la tasa de absorción de CO2.
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