Así estamos perdiendo la guerra contra el plástico
Image: REUTERS/Philippe Wojazer - D1AESXTWROAA
Ya hay varios países donde se incluye una tasa al precio de la bolsa de plástico, y el turno más reciente le ha tocado a Inglaterra, cinco centavos por cada uno de estos envoltorios diarios que pidamos en los supermercados.
Y sus cifras han sido aún mejor de lo esperado: una caída del 85% del consumo de este producto sólo en sus primeros seis meses. Malas nuevas para los organismos de caridad a los que iba a parar el dinero recaudado, que sólo han conseguido amasar 29 millones de libras con la medida; pero una buenísima noticia para todos los demás. Para el medio ambiente británico, y en realidad, de todo el mundo.
Que los ingleses hayan pasado de gastar 7.600 millones de bolsas de la compra a apenas 600 (en lo que llevamos de año) es un titular que se cruza con el que recibimos hace nada: las previsiones apuntan a que a partir de 2050 en el mar habría más deshechos de plástico que peces en el mar. Es posible que la economía del gasto de plásticos se racionalice en los próximos años (la respuesta a la tasa de las bolsas, dicen en The Guardian, animará al gobierno a imponer sanciones similares a vasos de bebida, cubiertos y similares), pero aun así es importante recordar el punto de máxima gravedad con respecto a este tema en el que nos encontramos ahora mismo.
20 minutos en la tierra, 200 años en el fondo del mar
Desde los años 50 el plástico ha crecido como industria de una forma mucho mayor a la que lo ha hecho su población. Cada vez se crea una mayor cantidad de packagings que lo incluyen y otros materiales como la madera o el aluminio se han sustituido por diferentes elementos plásticos.
El océano no es el lugar donde arrojamos la mayor cantidad de estos vertidos, pero sí es el lugar con mayor repercusión climática.
Sólo en 2010, según la revista Science, tiramos a los mares ocho millones de toneladas de plástico en todo el mundo, y en 2015 la cifra ha andado más próxima a los nueve millones. Las famosas islas de residuos que hay a lo largo del globo no contienen todos esos desechos. Como en el caso de los icebergs, la mayoría va al fondo del mar (una masa entre 10 y 1.000 veces mayor que la que habría flotando), donde es casi imposible recuperarlo. Este material supone el 80% de basura total de los océanos y costas.
Los desechos plásticos en los océanos causan 13.000 millones de dólares en daños cada año, según un informe de las Naciones Unidas, y esa cifra podría ser mucho mayor. Se espera que la producción de plástico en todo el mundo puede alcanzar 33 mil millones de toneladas para el 2050 (de ahí las cifras sobre la cantidad de bolsas y peces que comentábamos al principio).
El plástico reciclado, además, supone un 88% menos de energía para su producción que el plástico hecho con materiales crudos. Es decir, una tonelada de plástico reciclado le ahorra al mundo el equivalente a 685 barriles de petróleo, 5.774 kilovatios hora de electricidad o 30 contenedores individuales de deshechos. Pese a ello, sólo reciclamos una pequeña parte del plástico, dependiendo mucho del país. En Estados Unidos reciclan el 25% de sus plásticos, en la media de los países de Europa el 26. En los países en vías de desarrollo (que son, además, los que más crecen) las cifras son aún más descorazonadoras.
Denominación asiática para un problema mundial
Otro de los principales problemas es cómo nos deshacemos de ello. Sólo los 20 países que más contaminan del mundo producen más del 80% de todo el plástico mal gestionado. China gana por goleada, y le siguen Indonesia, Filipinas, Vietnam y Sri Lanka. Sólo esos cinco países acumulan el 60% de estos residuos.
¿El truco? Para no ver comprometidas su huella ecológica por los acuerdos medioambientales, los países ricos derivan sus (muchos) desechos a estos otros territorios con una política ecológica menos estricta. Por ejemplo, China recibe el 56% de las exportaciones mundiales de deshechos plásticos. En esos países orientales es más fácil que el plástico acabe incinerándose, en vez de reciclándose. Parece obvio, pero hay que repetirlo: de nada sirve, a nivel medioambiental, que instauremos medidas de control si sólo desplazamos los desechos que generamos a otros países. Vivimos todos en el mismo planeta.
El plástico en 14 espeluznantes datos
Y aquí va, simplemente, una batería de frases que demuestran la escala de este problema sobre el que no estamos haciendo lo suficiente.
1. Todos los fragmentos de plástico alguna vez creados por el hombre siguen existiendo en la tierra (en una forma u otra) salvo los pequeños trozos que hayamos incinerado.
2. De forma natural, se estima que el plástico puede necesitar entre 500 y 1000 años para desaparecer.
3. Algunos compuestos químicos de los plásticos pueden ser absorbidos por el cuerpo humano (un 93% de los norteamericanos de seis o más años dan positivo en bisfenol A, un tipo de químico).
4. En los últimos 10 años hemos producido más plástico que en todo el siglo pasado.
5. El estadounidense medio tira 84 kilos de plástico al año.
6. El plástico supone el 9% de los desechos totales que genera el ser humano.
8. Un millón de aves marítimas y 100.000 mamíferosmarinos mueren por su culpa (bien por la ingesta o su inmovilización a causa de los envases).
9. La producción de estos materiales consume el 8% del petróleo del planeta(y los bioplásticos no son una buena solución, ya que requieren de cultivos alimenticios como fuente).
10. Se consumen al año cinco trillones de bolsas de plástico. Son 160.000 al minuto. La inmensa mayoría se tiran tras su único primer uso.
11. A datos de 2006, el 46% del plástico flota, y puede tardar años yendo a la deriva antes de adherirse a las islas de plástico.
12. El plástico constituye el 80% de la contaminación que termina en las profundidades.
13. Un 44% de las aves marinas, el 22% de los cetáceos y multitud de especies de tortuga están entre las especies marinas afectadas por estos compuestos.
14. En algunas zonas analizadas, como en Lake Erie, se ha demostrado que el 85% de los residuos plásticos era inferior a dos décimas de pulgada de extensión. Son millones de partículas por milla cuadrada, lo que supone aún un mayor peligro para la flora y fauna.
Las soluciones al problema
Como apuntábamos al principio, Inglaterra se ha unido con esta medida de imponer un impuesto a los plásticos a una tendencia que tiene otras réplicas en los continentes europeo y americano. Francia, Bélgica, España, Alemania, Argentina y el Estado de California son algunos de los sitios en los que ya es obligatorio para los supermercados cobrarle al cliente por su bolsa. Es una medida que se ha demostrado efectiva allá donde ha ido. También en Francia han ido recientemente un paso más allá, y han prohibido la comercialización de vajilla y cubiertos de plástico a no ser que estén hechos de materiales biodegradables.
E incluso en las últimas décadas ha crecido el compromiso ciudadano con las basuras. Los municipios europeos (unos de formas más radicales que otros) han hecho un esfuerzo por instalar y mejorar los sistemas de clasificación de basuras y los habitantes han respondido con un mayor y mejor uso de estos sistemas. La respuesta del público depende bastante del municipio, pero la tendencia sigue siendo al alza.
Pero el desperdicio de estos materiales sigue siendo ubicuo y extensible a muchas otras esferas de la realidad. Por ejemplo, aun no hay sanciones (a empresas o ciudadanos) por el uso excesivo de empaquetados de nuestros productos diarios; y tampoco no lo olvidemos, los desechos plásticos en el entorno industrial (el mayor trozo del pastel) sigue sin cumplir los objetivos mínimos propuestos por Europa. Una cosa es segura: si seguimos creciendo, como está previsto, a un 5% más de uso de plásticos por año en la sociedad, el para 2050 el hombre también habrá conquistado los mares. En el peor sentido posible.
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