Las ocho caras de la inteligencia
Image: REUTERS/Dado Ruvic
Creemos en el concepto de coeficiente intelectual como valor absoluto para abarcar algo tan complejo como la inteligencia humana es insuficiente
Creemos en el concepto de coeficiente intelectual como valor absoluto para dividir a las personas en listas y menos listas en función de unos estándares que, en realidad, son insuficientes para abarcar algo tan complejo como la inteligencia humana. Howard Gardner, profesor de Harvard, luchó contra esta idea revolucionó el mundo de la psicología hace varias décadas al afirmar que existen ocho tipos de inteligencia independientes entre sí, y que cada persona destaca en el manejo de una o de varias de ellas. De ese modo, una persona que no sabe resolver una ecuación puede tener, en cambio, una capacidad de orientación fabulosa, ser un genio de la música o tener grandes habilidades interpersonales. Así, la inteligencia no es un concepto único, sino un octaedro. ¿Cuál es la tuya?
Los grandes oradores y escritores o las personas políglotas capaces de aprender varios idiomas sin grandes esfuerzos son ejemplos de este tipo de inteligencia, que se manifiesta en la capacidad para la expresión oral y escrita, el aprendizaje de otras lenguas y la facultad utilizar eficazmente la palabra para expresar ideas.
Es la propia de científicos y matemáticos, que destacan por su capacidad de análisis y resolución de problemas nuevos mediante el uso de la lógica. Según Gardner este tipo de inteligencia se relaciona con el razonamiento deductivo y la facilidad a la hora de detectar patrones incluso en la vida cotidiana.
Se refleja en la habilidad para componer y apreciar patrones musicales, ritmos, tonos y timbres y en la capacidad de aunarlos consiguiendo resultados armónicos.
Es la propia de los deportistas de élite, bailarines o gimnastas. Consiste en la facultad del uso del propio cuerpo para alcanzar metas, expresar ideas y sentimientos o resolver problemas. Es, en realidad, una capacidad mental para coordinar movimientos corporales.
Es la capacidad que permite percibir el espacio y poder generar imágenes mentales a partir de dicha percepción visual. Es clave en profesiones como la arquitectura o la ingeniería.
Consiste en la habilidad de reconocer, clasificar y aprovechar las características del entorno. Un ejemplo claro lo encontramos en Darwin, que revolucionó la teoría del origen del hombre simplemente a raíz de la observación de su entorno.
Es la capacidad de entender las ideas, deseos, motivaciones y frustraciones de otras personas. Encuentra su base en la empatía, y es clave en profesiones relacionadas con la educación o en la psicología.
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