Así es como gana dinero realmente cada empresa tecnológica
Image: REUTERS/Jason Lee
Los últimos diez años son los de la eclosión del smartphone de forma tan paulatina como masiva. Ha pasado de ser un lujo únicamente necesario y asumible para un nicho muy concreto de la sociedad, relacionado con la dirección de empresas o la gestión online de su trabajo, a ser uno de los productos más populares de la historia. Ancianos, preadolescentes, ricos, pobres, no importa: todo el mundo acaba con uno en el bolsillo.
Quizás por eso los smartphones han democratizado la tecnología como pocos antes: ni era tan barato ni permitía hacer tantas cosas, ni mucho menos llevarlo a todas partes. El smartphone no tiene parangón ni siquiera en los ordenadores durante los noventa y primeros 2000. También por eso son la facción más popular de cada gran fabricante que los tiene en su catálogo: cuando hablamos de ellos seguramente son sus teléfonos lo que se nos viene a la cabeza. Pero hay vida más allá de ellos. De hecho, el de los smartphones es un negocio muy difícil. Producirlos puede llegar a ser relativamente sencillo, pero hacer dinero con ellos es otra cuestión.
¿Cómo gana dinero entonces cada empresa tecnológica? ¿Qué es lo que realmente le da beneficios y llega a sostener a la compañía? Con los resultados financieros en la mano nos hemos puesto manos a la obra para comprobarlo.
Alphabet (para entendernos, Google) es una empresa que se ha hecho famosa entre el gran público, en mayor o menor medida, por algunos de sus productos clave: su buscador Google.com, su servicio de correo electrónico, sus herramientas de ofimática en la nube o el sistema operativo para móviles Android. La forma de monetizar todos esos productos lleva, en casi todas las ocasiones, a lo mismo: Google es una empresa de publicidad, la mayor agencia del mundo. El resto de sus productos son una forma de llevar esa publicidad a cuantas más personas mejor bajo su dominio.
Las apuestas de Google para ir más allá de ese negocio han sido muchas, todas insignificantes en sus resultados financieros. La compra y posterior venta de Boston Dynamics es solo un ejemplo de cómo puede permitirse usar a una buena parte de la empresa como laboratorio e incluso escenario en el que desarrollar aficiones. La tarta publicitaria siempre paga la fiesta con una sonrisa y muchos billetes sobrantes en la cartera.
¿Es Alphabet una empresa dependiente del negocio publicitario de Google? Completamente. ¿Hay visos de que la tendencia cambie? No, sus "otras apuestas" son una máquina de perder dinero de forma divertida. ¿Es esto irremediable? Tampoco, quizás lleve muchos años pero la compañía, como cualquier otra empresa, ha ido dejando señales de su voluntad de dejar de depender de una sola división. Y de hecho, las millonarias pérdidas de esas "otras apuestas" van dejando de ser tan sangrantes trimestre tras trimestre desde hace un par de años, en que se van acercando poco a poco a la rentabilidad. Dicho eso, insistimos: el camino será largo. Algo ayudan los Pixel o los Google Home, aunque lo que hayan logrado a efectos de contabilidad dentro de toda la empresa es poco más que anecdótico.
Larry Page, su CEO, ya escribió recientemente una carta a los inversores en la que se mostraba "entusiasmado" sobre el futuro de esas apuestas. Merece especial atención Waymo, que a finales del año pasado salió de Google X para convertirse en una división propia encargada del rumbo de Alphabet en la industria de los coches autónomos.
El resto de "otras apuestas" que han trascendido en los últimos tiempos son, entre otras, Google Fiber, proveedor de acceso a Internet y servicios de telefonía y entretenimiento en el hogar; Nest, su línea de productos de domótica; Calico, que lucha contra el envejecimiento y sus enfermedades derivadas; o Verily, antes conocida como Google Life Sciences dedicada a usar proyectos y aplicaciones de origen científico para "mejorar la vida de las personas".
Si tenemos que simplificarlo al máximo... Alphabet es una empresa de publicidad a través de su división Google. Concretamente, la mayor agencia publicitaria del mundo.
Amazon es comercio electrónico, y el comercio electrónico es Amazon. Con matices, con asteriscos, sí. Pero con poco violín y mucho mono de trabajo, la empresita de Bezos se ha convertido en un gigante. Un gigante que factura 35.000 millones de dólares al trimestre por sus ventas comerciales y 3.700 millones por Amazon Web Services (AWS), sus servicios en la nube. Pero como hemos visto, un número de ingresos elevado no siempre implica unos golosos beneficios.
¿Lo ven? Su división de América del Norte arroja beneficios que crecen mucho más rápido que sus ingresos, lo cual es una noticia excelente para Amazon. No lo es tanto que su división internacional, que gestiona las ventas fuera de la región norteamericana y los aumentos en los ingresos se traducen en unas pérdidas mayores: cada vez le cuesta más dinero a Amazon vender sus productos, algo fruto de sus muy agresivas políticas que a su vez se traducen en unas condiciones cada vez mejores para el comprador. Menos tiempo de envío al mismo precio, cada vez más servicios incluidos con Prime, favores a los clientes como la garantía del menor precio posible incluso si lo reservó cuando estaba más caro...
Por otro lado, la excelente travesía de AWS, que tiene unos beneficios muchísimo más holgados que lo del retail, en torno a un 25%, y también maneja una tendencia al alza que ya quisieran muchos otros. En 2015 se produjo ese sorpasso en el que, aunque los ingresos seguían estando muy por debajo, su negocio en la nube le dio muchos más beneficios. En cierta forma, sus servidores están subvencionando que podamos comprar en Amazon en condiciones mucho mejores. Los beneficios de AWS ya están llegando a los 1.000 millones de dólares trimestrales.
Si tenemos que simplificarlo al máximo... Amazon es una empresa que vive de sus servicios en la nube y además tiene una plataforma de comercio online que le da ciertos beneficios.
A lo largo de su historia, y especialmente desde que comenzó a vender algo más que ordenadores, Apple ha ido variando su dependencia de una o más líneas de producto. Comenzó, claro, con los Mac. Luego el iPod llegó a suponer el 40% del negocio de Apple (importante tener en cuenta la diferencia de precio medio entre iPod y Mac), y el iPad hizo su incursión después.
De fondo, el implacable dominio del iPhone, que en 2012 superó la barrera del 50% de los ingresos de toda la compañía y desde entonces ha continuado su escalada. Hoy está en torno al 65%. Es decir: de cada tres dólares que ingresa Apple, dos son fruto directo del iPhone. En el dólar restante también está su influencia y parte de responsabilidad: ingresos por App Store, iCloud, Apple Music, etc.
En esta gráfica se puede ver bien qué nivel ocupó cada línea de producto durante la historia reciente de Apple, desde que decidió ir más allá del Mac.
Los tiempos más recientes de Apple parecen sugerir que, ante la imposibilidad de que haya un fenómeno tan masivo como el smartphone, y con las ventas tocando cierto techo, la evolución natural está en obtener más dólares de cada usuario de iPhone maximizando sus servicios: iCloud a partir de iOS 11 ya tiene una aplicación de ficheros y por lo tanto se convierte en una alternativa real a Dropbox, Apple Music se lanzó hace un par de años, la App Store ha sido fuertemente rediseñada para obtener un empujón en las ventas, y el negocio de dispositivos corporales está en alza con Apple Watch y AirPods a la cabeza.
Poco más sabemos sobre el futuro de Apple salvo que habrá que ver hasta dónde y con qué vías de negocio llega su apuesta por la realidad aumentada o por los sistemas de conducción autónoma.
Si tenemos que simplificarlo al máximo... Apple es una empresa que vende un teléfono móvil que, además de ser el más rentable del mundo, deja buenos ingresos por sus servicios asociados.
De HTC, tristemente, hay poco que decir a estas alturas. Samsung y Apple arrasaron con todo lo que pudo llegar a ser, Huawei se comió las migas que le podían quedar. A día de hoy son una sombra de lo que fueron, quizás menos. Durante mucho tiempo vivieron exclusivamente de sus smartphones. Cuando llegaron las vacas flacas, pivotaron hacia otros dispositivos, como cámaras de acción o wearables, incluso con un casco de realidad virtual.
2016 terminó como terminan las historias de miedo, llegando incluso a cerrar algunas de sus oficinas regionales, como la española. Ahora la pregunta es hasta cuándo aguantará con pérdidas trimestre sí trimestre también, antes o después sus reservas bancarias se agotarán y la guerra habrá sido perdida de forma oficial. Triste final para un pionero que fue un icono durante mucho tiempo.
Si tenemos que simplificarlo al máximo... HTC es una empresa que pierde dinero de forma continuada con sus smartphones y su más reciente apuesta por diversificar el negocio con wearables, realidad virtual o cámaras deportivas.
Huawei es conocida en el mercado de consumo por sus smartphones. Otras incursiones, como las de las tablets o los wearables, han pasado sin hacer demasiado ruido, pero sus teléfonos han puesto patas arriba el mercado, sentenciado de muerte (en colaboración con otros fabricantes) a rivales como HTC e incomodado al trono de Samsung, que por momentos ve cómo los chinos le superan en cuota.
A falta de ver cómo termina 2017 y cuál es su posición en el ranking, a quien hay que añadir su marca secundaria Honor, el mayor negocio de Huawei está en las redes de telecomunicaciones, tierra fértil en la que comenzó a labrarse un futuro en 1994 y ya supera a históricos como Nokia o Ericsson, compañías fuertes en ese terreno.
De los 75.140 millones de dólares que ingresó en 2016, 5.448 millones fueron en beneficios, algo más de un 7%. Lo llamativo de Huawei es la enorme cantidad que reinvierte en I+D. Desbancar a Samsung por momentos no sale gratis.
Si tenemos que simplificarlo al máximo... Huawei es una empresa de infraestructuras de redes que también fabrica rentables dispositivos móviles.
LG es un caso paradigmático de lo que le ocurre a otras compañías. Muchas, de hecho, son las que llevan años con voluntariosos escarceos en el mundo de la telefonía móvil, pero con más insistencia que tino. Al menos si estamos hablando de hacer de esta actividad un negocio rentable.
LG, que no está sola en este, es incapaz de ganar dinero con sus teléfonos móviles. No importa si estamos hablando de la etapa del G4, del G5 o del G6. Ninguno hasta ahora le ha permitido, más allá de pequeñas alegrías efímeras, que su división de telefonía sea otra cosa que un hobby subvencionado por otras actividades.
Actividades que básicamente son la venta de electrodomésticos y sistemas de entretenimiento doméstico. En el primero están lavadoras, lavavajillas, microondas, neveras o aspiradoras. En el segundo, televisores, sistemas de sonido o reproductores multimedia. Veamos los resultados de su último trimestre fiscal.
Por otro lado, LG redobló recientemente su apuesta por su división de componentes para vehículos, algo que parece inteligente en la época en que los coches están pasando a ser gadgets con cuatro ruedas y la profundidad de tecnología electrónica va en aumento. Anteriormente ya estaban entrando en este sector, como evidencia su acuerdo con Mercedes para el desarrollo de coches autónomos o la asociación con Chevrolet para impulsar el coche eléctrico de bajo coste.
Si tenemos que simplificarlo al máximo... LG es una empresa de electrodomésticos y entretenimiento para el hogar.
Es posible que Microsoft haya perdido algo de fuerza como marca comercial entre la sociedad civil desde hace unos años. No es sorprendente: la punta de lanza de la tecnología en este tiempo ha sido el smartphone, y las miradas hacia el futuro se han centrado en los relojes inteligentes. Ni en un campo ni en otro ha tenido Microsoft un papel relevante, al menos de forma directa. Su estrategia ha sufrido una pivotación forzada que no les ha ido nada mal. Que Windows Phone / Windows 10 Mobile hayan naufragado no significa que Microsoft esté en apuros.
Azure, que rivaliza con Amazon Web Services como plataforma empresarial en la nube y forma parte de la división Cloud Intelligence, ha crecido notablemente en los últimos años.
More Personal Computing recoge tanto las licencias de Windows como el hardware de la empresa, es decir, Surface; y Productivity and Business Processes aglutina negocios como Office. Un Office que con 365 migró a un entorno de suscripciones y ha sido otro éxito de Microsoft: darlo gratis en universidades y facilitar su uso doméstico eliminando la elevada barrera. Así se asegura de forma adicional de que seguirá siendo el estándar en el mundo empresarial.
Mientras tanto, Surface sigue avanzando, el último Lumia fue anunciado en febrero de 2016 (hace un año y cinco meses), y las novedades de Microsoft en cuanto a smartphones son aplicaciones y herramientas para iOS y Android: Nadella decidió que si era imposible competir con ellas, al menos haría negocio a su costa.
Si tenemos que simplificarlo al máximo... Microsoft es una empresa de herramientas corporativas y académicas con una plataforma empresarial en la nube.
Samsung es un gigante tecnológico extremadamente veterano. Sus vías de negocio llevan diversificadas desde su nacimiento y es difícil encasillarlo en un lugar concreto, pero si se han hecho excepcionalmente famosos en la última década ha sido gracias a su estrategia con los smartphones, que le han convertido en líder en cuota de mercado, lugar del que, más allá de circunstancias efímeras, nadie le ha apeado en los últimos seis años. El poder de la marca Galaxy.
La asiática supo aprovechar mejor que nadie el descalabro de Nokia y la muerte a cámara lenta de BlackBerry. Y eso que HTC, pionera en Android y socia clave de Google en el ascenso del smartphone, estaba mejor posicionada. A HTC le sirvió de poco el cultivo intensivo y Samsung, con su trabajo de hormiguita surcoreana, dio matarile a las cigarras que no supieron ver lo que iba a suponer Android. Con los Galaxy S no pudo ni la fumigación con gas mostaza y los Note dejaron cualquier terreno baldío. Samsung es la madre de todas las plagas.
Durante un buen tiempo, Samsung sí supo hacer dinero gracias a los smartphones. Y lo sigue haciendo, aunque esos beneficios han ido a la baja en los últimos tiempos. Su división de electrónica de consumo también da beneficios, pero menores, algo similar a su negocio de pantallas. Pero en 2016, quien más dinero dejó en Casa Samsung fue la división de semiconductores, es decir, procesadores, chips, memorias y demás que venden también a otros fabricantes de electrónica.
Si tenemos que simplificarlo al máximo... Samsung es una empresa de semiconductores que hace dinero vendiendo a otros fabricantes, y también logra beneficios con la producción y venta de smartphones.
Los últimos resultados financieros de Sony revelan de dónde obtiene una mayor cantidad de ingresos -y beneficios- la compañía nipona. Cuando el río suena, agua lleva, y en efecto la PlayStation es el tsunami del que todos sospechamos... pero no el único. Veamos el gráfico:
Varias cosas que matizar sobre estos resultados. Por un lado, la división móvil (es decir, los Sony Xperia) no representan gran cosa en cuanto a ingresos, especialmente si tenemos en cuenta el negocio mundial que suponen los smartphones, y muy poco en cuanto a beneficios. La situación, si echamos la vista atrás, viene de lejos y tiene asteriscos. Si los Xperia tienen unos tímidos beneficios es gracias a las fuertes reestructuraciones de los últimos tiempos con las que atajaron las enormes pérdidas que llegó a provocar la división.
De hecho, las ventas de los Xperia llevan un camino a la baja y están muy por detrás de las cifras de ventas de varios competidores. Las previsiones para 2017-2018 son de un ligero aumento en los ingresos pero a costa de ver los beneficios cercenados por la mitad.
Y otro matiz dentro de la división Xperia: las apuestas satelitales que han salido durante este tiempo han funcionado tan mal que la mayoría ni siquiera han tenido un recorrido posterior, en algunos casos han sido cancelados y en otros viven a la espera de recibir noticias de ser descontinuados, con una nula inversión en marketing mientras tanto. Nunca se volvió a saber de los objetivos intercambiables para smartphones, o del Xperia Ear. La apuesta por jugar a la PlayStation desde el Xperia con un adaptador está muy bien pero tampoco ha hecho mucho ruido desde que se anunció. Con el Xperia Touch, el proyector con Android de 1.500 euros, más de lo mismo. De las tablets Xperia mejor ni hablamos.
¿Quién le deja dinero entonces? Su discográfica, Sony Music, la todopoderosa PlayStation y sus servicios asociados, y sus servicios financieros, encargados tanto de la financiación de sus productos como del negocio de leasing. El resto supone pérdidas o ingresos mucho menos significativos.
Si tenemos que simplificarlo al máximo... Sony es una empresa de videojuegos que también sabe sacar buen partido a sus servicios financieros.
De Xiaomi no tenemos disponible tanta información porque sigue siendo una empresa privada. En 2014, posiblemente su mejor momento, su rápido crecimiento en ventas hizo que saliese a debate la cuestión sobre si podría llegar a salir a bolsa y por lo tanto convertirse en una empresa pública. La deceleración que vio en ese crecimiento poco después pospuso la cuestión, tanto que su CEO estimó hace un año que tal hito no tendría lugar hasta... 2025.
Lo poco que sabemos es gracias a las declaraciones de su directiva, como cuando Hugo Barra admitió a Reuters que sus terminales no le daban ningún beneficio:
"Podríamos vender 10.000 millones de smartphones y Xiaomi no ganaría un solo centavo. Estamos regalándolos sin ganar dinero porque nos preocupamos por los flujos de ingresos a largo plazo en lugar de por los márgenes inmediatos en hardware".
¿De dónde saca el negocio entonces Xiaomi? Aparte de sus numerosas inyecciones de capital y rondas de financiación, de sus servicios online, o de otros productos de su curioso catálogo, como su mítica arrocera.
En cualquier caso, Xiaomi no atraviesa su mejor época. Su valoración, que alcanzó los 45.000 millones de dólares y alcanzó previsiones de hasta 100.000 millones en diciembre de 2014, hoy apenas se estima por debajo de los 4.000 millones. No obstante, como buena compañía privada que es y puede hacerlo, lo deniega sin más manteniéndose opaca en cuanto a sus cifras. Veremos qué tal le sienta el paso de otros tres años.
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