Reino Unido debe seguir abierto a la competitividad y el talento externo

Rain Newton-Smith
Chief Executive, Confederation of British Industry (CBI)

Hace casi un año, los británicos votaron – 52% a 48% – a favor de abandonar la Unión Europea. Muchos esperaban que el voto produjera una grave volatilidad económica. Pero la economía, hasta ahora, ha demostrado tener resiliencia, aunque a medida que nos acercamos a las elecciones generales de esta semana, hay señales de que el mayor nivel de inflación está afectando a los consumidores y a algunos negocios. La pregunta es si la economía puede resistir, en los hechos, los procedimientos de divorcio de la UE.

Inmediatamente después de la votación a favor de Brexit, la rápida actuación del Banco de Inglaterra ayudó a calmar los mercados financieros y a mantener el flujo de crédito. A diferencia de la crisis financiera mundial del año 2008, el costo del crédito para la mayoría de las empresas y familias en el Reino Unido no ha aumentado; en todo caso, dicho costo ha bajado. Durante todo este tiempo, los consumidores británicos han hecho lo que mejor saben hacer: gastar su dinero en tiendas y vía internet. El gasto de los hogares apoyó un crecimiento general cercano al 2% el año pasado.

El gran cambio en los mercados financieros ha sido la fuerte caída en el valor de la libra. El tipo de cambio más débil ha contribuido a la competitividad de los exportadores en el Reino Unido. La encuesta de tendencias industriales del mes de abril, realizada por la Confederación de la Industria Británica (institución en la que trabajo como economista en jefe), mostró el aumento más fuerte en la fabricación de pedidos de exportación desde el año 2011. Pero, ese aumento es una espada de doble filo: los fabricantes británicos también enfrentan el aumento más rápido en los costos unitarios promedio desde el mismo año 2011, debido a los precios crecientes de las importaciones.

La disminución en el valor de la libra también puede comenzar a dañar a los hogares. Se pronostica que la inflación de los precios al consumidor llegará a un pico cercano al 3% este año. Sin embargo, dada la dinámica cambiante del mercado de trabajo y el crecimiento moderado de la productividad, es probable que las ganancias salariales promedio no superen el 2,5%. En términos reales, por lo tanto, es probable que los ingresos promedio de los hogares se mantengan planos o incluso se reduzcan, socavando el motor del gasto del consumidor que es de crucial importancia para la economía del Reino Unido.

Peor aún, estos retos macroeconómicos inminentes bien pueden verse empequeñecidos por los que surgirán de las próximas negociaciones de Brexit, aunque tal vez no por la razón que se podría esperar. El principal peligro para las empresas, como me dijo el líder de una empresa de ingeniería de la construcción, es que la planificación de todos los posibles escenarios de Brexit pueda llegar a convertirse en un asunto que consuma toda la atención, provocando que las compañías pierdan de vista sus objetivos estratégicos más amplios.

La buena noticia es que, hasta ahora, la comunidad empresarial parece tener confianza en sí misma. Los empresarios y directores ejecutivos tienen mucha experiencia en la toma de decisiones en un mundo incierto. Por lo tanto, a pesar de las incógnitas de Brexit, continúan invirtiendo en áreas orientadas al futuro como computación en la nube, inteligencia artificial y análisis de datos.

La verdad es que esto ocurre debido a que la revolución tecnológica y el aumento rápido del consumo en Asia – y no así la relación del Reino Unido con la UE – son los aspectos que va a transformar la forma de hacer negocios durante el próximo par de décadas. Al iniciar negociaciones entre el Reino Unido y la UE, es fundamental que las empresas tengan en cuenta dichos aspectos, y que usen una cerca de protección para aislar a los grupos de trabajo dedicados a Brexit y mantengan al resto del personal gerencial centrado en una estrategia comercial más amplia.

Esto no quiere decir, por supuesto, que debemos reducir la complejidad de la tarea que tenemos por delante, y mucho menos ignorar los desafíos que Brexit traerá consigo. Por el contrario, debemos enfrentar esos desafíos de manera frontal, incluyéndose el tener que afrontar algunas verdades duras y exigir que se tomen decisiones difíciles lo más antes posible.

Desde una perspectiva empresarial, una de las mayores preocupaciones relacionadas con Brexit se relaciona con las personas. En su situación actual, la economía del Reino Unido se ve afectada por la escasez de habilidades de trabajo de las personas: más de dos tercios de las empresas no tienen la seguridad de poder cubrir vacantes, durante los próximos 3 a 5 años, en puestos de trabajo que requieren altas especializaciones. La solución a largo plazo es una mejor educación y capacitación en habilidades a lo largo y ancho de todo el Reino Unido. Pero, a corto plazo, la migración debe desempeñar un papel.

Los migrantes de la UE – desde los trabajadores estacionales que cosechan frutas y hortalizas hasta los académicos que amplían las mentes de la próxima generación y los médicos y enfermeras que protegen nuestra salud – ya realizan una contribución importante a la economía del Reino Unido. En muchas organizaciones y empresas, los ciudadanos de la UE representan más del 40% de los empleados. Estos ciudadanos de la UE y sus familias se enfrentan ahora a una verdadera incertidumbre.

La comunidad empresarial, en general, aboga a favor de que se garantice de manera inmediata que los ciudadanos de la UE quienes trabajan actualmente en el Reino Unido puedan seguir haciéndolo en el futuro. De la misma manera, se debe conceder a los ciudadanos británicos que trabajan en la UE el derecho a permanecer donde están. Esto no es sólo hacer lo correcto; es llevar a cabo una acción económica inteligente, ya que las habilidades y el talento de la fuerza de trabajo serán el motor que impulsará a las empresas en las próximas décadas.

No obstante, los ciudadanos de la UE que ya se encuentran en el Reino Unido no serán suficientes, por sí solos, para alimentar ese motor. Es por eso que el Reino Unido también necesita un nuevo sistema de inmigración basado en la evidencia – y lo necesita rápido. Las empresas, los trabajadores y las familias necesitan saber a finales de este año cómo será dicho sistema, incluyendo cuáles serán los criterios de ingreso al país.

Otra decisión crítica que debe hacerse ahora es que “ningún trato” no es una opción. Más allá de mantener esta posibilidad abierta, como lo ha hecho el gobierno de la primera ministra Theresa May, el Reino Unido y la UE deben comprometerse a establecer un acuerdo claro sobre asuntos reglamentarias, garantizando así que las empresas de ambos lados del Canal de la Mancha puedan seguir haciendo negocios. Un escenario de “acantilado” – en el que el final del período de negociación de dos años traiga consigo un cambio repentino a un régimen regulador poco claro o incluso a un escenario en el que no se tenga aún un régimen regulador decidido – debe evitarse a toda costa.

Para que la economía británica pueda hacer frente a Brexit, tan bien como enfrentó una votación a favor de Brexit, ambos, el gobierno al igual que las empresas, deben minimizar el impacto de la incertidumbre manejando eficazmente dicha incertidumbre. Cualquiera que sea el argumento político a favor de retrasar el inicio de negociaciones serias sobre Brexit, no se debe permitir que los mismos eclipsen el argumento económico a favor de avanzar en las mencionadas conversaciones.

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