Así de enorme sería tu fortuna si hubieras apostado por Bitcoin desde el principio
Con una década de trayectoria a sus espaldas y un valor que sube irregular pero constantemente, el Bitcoin sigue siendo visto por muchos con suspicacia como un valor de inversión. Si sucede con las acciones bursátiles e incluso con esas participaciones que algunos bancos regalan a sus clientes al abrir una cuenta, una divisa descentralizada y relacionada con la especulación y los ciberataques no iba a ser menos.
Sin embargo, la criptomoneda creada por la persona (o personas) refugiadas tras el pseudónimo Satoshi Nakamoto ha demostrado ser un rentable valor al alza que ya ha proporcionado pingües beneficios a aquellos que compraron bitcoines con la intención de incrementar su patrimonio. “Quienes pensábamos que Bitcoin iba a poder usarse para comprar cosas nos equivocábamos”, reconoce el experto en tecnología 'blockchain' del Grupo Barrabés, Alberto Gómez Toribio, a HojaDeRouter.com. “Por una serie de motivos, el Bitcoin está evolucionando hacia algo más parecido a un elemento de reserva de valor”.
Los motivos son muchos y muy variados, pero antes de analizar las posibles razones, conviene medir la envergadura de ese tren que ya ha perdido la amplia mayoría de personas que no se decidió a apostar por Bitcoin. Para ir abriendo boca, basta con comprobar en cuánto está valorada la criptodivisa a día de hoy. En el momento de escribir estas líneas, un bitcóin vale la friolera de 2.175,44 euros.
Todo empezó a finales del año 2009. Si bien el origen del Bitcoin se remonta a meses antes con el documento firmado por Nakamoto, no fue hasta entonces cuando alguien se animó a establecer el primer tipo de cambio. Fue New Liberty Standard, que promovió el primer servicio de compraventa de bitcoines basándose en el coste de la electricidad necesaria para generar una de estas jóvenes monedas digitales. Esa primera tasa se estableció en 1.309,03 bitcoines por cada dólar estadounidense, que por aquel entonces se cambiaba por unos 70 céntimos de euro. El incremento salta a la vista.
Con estos datos se pueden dibujar dos posibles escenarios. Por una parte, el de un pionero que minó bitcoines en los primeros compases de la criptodivisa y, por otra, la de un sagaz inversor (si cabe más adelantado a su tiempo) que compró bitcoines por diversión, como experimento. En ambos casos, a día de hoy tendrían una cuenta corriente de lo más suculenta.
Las primeras cadenas de bloque obtenidas conllevaban una recompensa de 50 bitcoines. Esa cifra, que se reduce a la mitad cada 4 años (aproximadamente) y está hoy en los 12 bitcoines y medio liberados cada diez minutos, sería la que se habría llevado nuestro supuesto minero de 2009 gracias a una CPU estándar. Aquel era un momento irrepetible: a día de hoy, la oferta es menor y el ‘hardware’ utilizado para la minería de Bitcoin en granjas es muy superior (y consume mucho más).
En este caso, las cuentas son bastante sencillas de hacer: un visionario que probara a minar bitcoines y lo dejara tras obtener su primer bloque, habría podido conservar 50 unidades de la criptodivisa. Unos meses más tarde, no habría podido venderlas por más de 3 centavos de dólar que, al cambio de aquella fecha, no superaban los 2 céntimos de euro. Sin embargo, el tiempo ha sido bastante generoso con este minero, que no solo ha conservado sus 50 bitcoines, sino que ha decidido venderlos hoy mismo. Por esa operación, va a ingresar 108.772 euros.
Sin embargo, quienes ya en octubre de 2009 se lanzaran a la compra de sus primeros bitcoines y los conserven casi ocho más tarde están aún más de enhorabuena. Asumiendo que este inversor imaginario (aunque haberlos, haylos) apostara por la creación de Nakamoto con aquel primer tipo de cambio estipulado por New Liberty Standard, es posible imaginar que, por muy pocos dólares, llegara comprar miles de bitcoines. ¿Se va percibiendo el olor a criptomillonario?
Eran tiempos de abundancia: en un solo día, la cadena de bloques daba lugar a miles de bitcoines. Así, si por un dólar (70 céntimos de euro de la época) se obtenían más de 1.300 bitcoines, ¿por qué no invertir unos inocentes 3 euros en ese nuevo mundo de las criptomonedas? Exactamente, lo mismo que costó el Cuponazo de la ONCE del uno de enero de 2010, con una probabilidad similar de que la historia tuviera un final feliz. Pero vaya si lo fue en el caso de la criptodivisa.
Esos 3 euros equivalían a poco más de 4 dólares. Una insignificante cifra que servía para comprar 5.497 bitcoines previamente minados por otros. Una ganga, un juego, un experimento. Conservados hasta la fecha actual (algo poco probable, a decir verdad), esos bitcoines estarían valorados en casi 12 millones de euros. Calcular el beneficio de la venta es sencillo: una vez descontados aquellos tres euros invertidos inicialmente, solo quedaría reservar un buen pellizco para Hacienda, que reclamará una parte de la venta en la declaración del año siguiente.
“Es muy similar a la venta de acciones”, explica Gómez Toribio. Teniendo en cuenta que se han conservado los bitcoines durante cerca de una década, se aplicarían tipos fijos que harían que nuestro inversor tuviera que pagar unos 3 millones de euros por esa rentable venta de criptodivisas. Hacienda somos todos, bitcoines incluidos. En definitiva, el resultado del beneficio rondaría los 9 millones de euros.
No fue hasta febrero de 2011 cuando el tipo de cambio alcanzó el dólar por bitcoin, lo que seguía suponiendo una jugosa compra en aquel entonces, aunque requería una inversión mucho mayor: alcanzar la cifra de bitcoines de nuestro inversor primigenio se antoja poco probable (pocos en su sano juicio habrían pagado más de 5.000 euros por una criptodivisa que apenas había alzado el vuelo en un año), pero el comprador de 2011 también tendría hoy un buen pellizco.
¿Por qué no apostar con unos pocos cientos de euros por esa extravagancia llamada Bitcoin? Para entonces, el euro ya había superado al dólar, así que con 200 euros (274 dólares de la época) se obtendrían 274 bitcoines. Guardados durante seis largos años, hoy podrían estar a la venta por la nada desdeñable cifra de 596.070 euros. Algo más de 150.000 euros para Hacienda en la próxima declaración y aquellos 200 euros invertidos inicialmente dejarían un beneficio de algo más de 400.000 euros. Tampoco está mal a cambio de haber apostado por lo que parecía una locura hace más de un lustro.
EL CRECIMIENTO DE 2017
Gómez Toribio apunta a varios probables motivos de la subida del valor del Bitcoin en este 2017, que ha llegado con máximos históricos para la criptodivisa. Más allá de la especulación pura y dura, los acontecimientos que se esperan para los próximos meses han provocado una situación similar (aunque multiplicada) a la que protagonizan las acciones bursátiles de Apple en las horas previas a sus ansiadas ‘keynotes’.
“En agosto las personas que tengan instalado el ‘software’ de Bitcoin van a comprobar si se activa o no una nueva funcionalidad prevista en el código y, si se activa, el Bitcoin va a verse revalorizado”, explica el experto en tecnología 'blockchain'. Entre otras cosas, esa novedad permitirá que los bloques puedan ampliar su capacidad para transferir información, “de forma que se podrán hacer más transacciones por segundo”. El Bitcoin será más eficiente y, a priori, cabría esperar que aumente aún más su valor.
Sin embargo, la volatilidad característica del Bitcoin (en lo que se ha tardado en escribir este artículo ha cambiado varias veces, y ahora mismo está en los 2.146 euros por bitcóin) hace que cualquier pequeño detalle haga que su valor se altere. De hecho, Gómez Toribio señala también como responsable de la actual subida de precio al mediático WannaCry. “No porque la gente haya pagado, sino porque ha salido en televisión, y cuando el Bitcoin sale en la tele, hay gente que compra simplemente porque quiere probar y hacerse la ilusión de ser rico”, explica.
Quién sabe si, invirtiendo miles de euros en Bitcoin a día de hoy, uno podría convertirse en millonario en unos cuantos años. “Cada cuatro, más o menos, se divide la emisión a la mitad, y si hay una reducción de oferta, se incrementará el precio”, recuerda Gómez Toribio. Eso sí, “sin tener en cuenta lo que pueda pasar en cuanto a especulación, regulación y otros aspectos”. Sea como sea, los que conocieron la creación de Nakamoto en sus primeros compases podrían estar disfrutando ahora de su fortuna (o arrepintiéndose profundamente de no haber comprado bitcoines).
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