Nomadismo y entrega a la comunidad, características de los nuevos coworkers
Image: REUTERS/Charles Platiau
La palabra «coworking» se está estropeando un poco de tanto usarla. Los usos incorrectos suelen darse cuando un concepto se extiende y está de moda. «Si bien es cierto que el término “coworking” está vivo y ha evolucionado bastante, hay límites. Por ejemplo, he visto llamar “centro de coworking” a una copistería». Quien lo explica es Carlos Almansa, cofundador de Nexus. Será uno de los ponentes de la Coworking Spain Conference, un evento sobre la industria del coworking que tendrá lugar en Sevilla los próximos 11 y 12 de mayo.
Según Almansa, si se busca una definición de la palabra «coworking», no se puede obviar la comunidad de personas que se crea en torno a los espacios. «Es un error usar el concepto cuando se deja fuera del mismo a dicha comunidad».
Él, que ha conocido espacios de coworking en distintas ciudades del mundo, cree que cada cultura presenta sus particularidades, aunque «el coworking es un movimiento global que comparte elementos de base. Esto hace que, al viajar, uno pueda tener una idea general de lo que esperar».
Si busca un elemento diferenciador entre los espacios de coworking españoles y los de otros países, se quedaría con la apertura de los primeros a la incorporación de nuevos miembros. «En otros países esto es quizás un poco más complicado, aunque en última instancia, también son los gestores del espacio los catalizadores responsables de que se produzcan esas “colisiones” entre los coworkers».
En el extremo opuesto, opina que en España aun queda camino por recorrer en todo lo relacionado con operaciones en los espacios de coworking. «Procesos como facturación, pagos en línea, reserva de salas, check-in, etc; se automatizan de forma generalizada en otros países como Estados Unidos. Los pagos a través del móvil también están muy extendidos en países como China», asegura. Y puntualiza que no se refiere solo al uso de tecnología para la gestión de un espacio de coworking, «sino también a establecer protocolos y metodologías de trabajo, lo que facilita el crecimiento de un espacio sin incrementar significativamente la dedicación a labores de gestión».
También le llama la atención la tendencia a la especialización que ha observado en varias ciudades: «espacios dedicados a mujeres emprendedoras, coworkings exclusivos para chefs, comunidades dedicadas a la salud… Es un indicador claro de la diversidad que está adquiriendo el movimiento alrededor del mundo».
A los que son escépticos con este formato de trabajo les diría, simplemente, «que probasen». Y les recuerda que, a la hora de elegir un espacio, no solo hay que tener en cuenta el espacio en sí sino, sobre todo, la comunidad que te vas a encontrar en él. «El formar parte de una comunidad y poder establecer lazos personales y profesionales» es para él la principal ventaja de trabajar en un coworking y el argumento que usaría para convencer a quien todavía no se haya animado a probarlo.
Pese a que Almansa augura que esta nueva forma de trabajar y relacionarse profesionalmente seguirá creciendo, «eso no significa que en diez años todos estaremos trabajando desde un espacio de coworking». Admite que este sistema «no es para todo el mundo» y que «seguirán existiendo empresas que empleen a profesionales, funcionarios públicos o profesionales que trabajan desde casa, por poner algunos ejemplos».
Lo que hace que las iniciativas de coworking tengan éxito ahora y no hace algunos años es, principalmente, que ha cambiado la forma de trabajar de las personas. Ha nacido un nuevo perfil llamado digital nomad que nos interesa atraer a nuestros espacios y ciudades, como bien sabe el asesor y organizador de eventos Jaime Aranda, que trabaja actualmente como Space Manager de la empresa WorkINcompany.
Un digital nomad es, en palabras de Aranda, «una persona a la que pagan por trabajar aunque no vaya a la oficina y lo haga desde su casa… o desde donde quiera». El experto lanza una pregunta: «Si tú pudieras hacer eso, ¿dónde te irías? Los nómadas digitales deciden irse a sitios que no conocen o que les parecen interesantes por su cultura, clima, calidad de vida… o, simplemente, por que las cosas son más baratas y pueden sacar más rendimiento de su sueldo».
Él no trata de convencer a los escépticos. Repite las palabras que Carlos Almansa pronunció un momento antes: «recordemos que el coworking no es para todo el mundo». Únicamente invitaría a las personas que se lo estén planteando «a hacerse un examen interior y valorar si el coworking les puede aportar algo a su día a día, personal o profesionalmente».
Le cuesta identificar los aspectos en los que quizá sea preferible una oficina tradicional. Señala, sin mucho convencimiento, detalles como que en un espacio de coworking los cambios de decoración no dependan de ti, la obligatoriedad de usar un mobiliario concreto o que haya de forma regular personas nuevas con las que quizá no puedas llegar a establecer una relación, lo cual «puede ser un problema para algunos».
Los digital nomads no solo buscan espacios de coworking. También aprovechan para desarrollar su actividad en otros lugares o eventos. Según Aranda, «nuestra actividad no virtual cada vez tiene un reflejo más inmediato en la virtual a través de las redes. Si no somos unos ‘piratas’, esto siempre va a ser positivo; por lo tanto, limitar o dificultar la conexión de un evento es torpe y poco óptimo de cara a sacar el máximo rendimiento del mismo».
En la era de globalización, Jaime Aranda piensa que aun hay cosas que ganan sentido cuando son locales. «Creo que hay cosas locales a las que solo se puede acceder siendo partícipe de esa realidad o integrándose “de verdad” en un ecosistema. Supongo que esa pertenencia es algo realmente valioso y que, por ese motivo, aún requiere una inversión alta en interés, dedicación y preocupación verdadera».
La Coworking Spain Conference de Sevilla contará con la participación de los dos entrevistados en este artículo y de otros expertos en la materia como Diego Tomás, cofundador de PBC Coworking; Nerea Guinea, propietaria del Coworking Co&Art; Miriam Moreno, experta en modelos de cambios; Carles López, director de Crec Coworking; Rafa de Ramón, creador de Utopic_Us; África Rodríguez, cofundadora del espacio Arroelo; Laia Benaiges, Maica Cabello y Mónica Sánchez, fundadoras de LECO consultoría legal de coworkings; Chus Prol, gestora de Doutroxeito Coworking; Eduardo Salsamendi, fundador de Klammer Business Centers; Alberto Pérez-Sola, cofundador de workINcompany; Miguel Ángel Calero, gestor de CoSfera y Javier Mora, fundador de Fangaloka Innovation & Talent.
Las ponencias se centrarán en los aspectos prácticos que tendrán que hacer frente aquellos que decidan abrir un espacio de coworking: alianzas locales, conceptos legales, crecimiento del equipo, diferencias con un business center, formas de monetizar un espacio y motivos que pueden llevar al cierre.
Para más información, visita la web de CoworkingSpainConference.es o sigue el hashtag #CwSC en Twitter e Instagram.
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