No al crecimiento per se, sí a la eficiencia de la economía colaborativa
Image: REUTERS/Carlos Jasso
¿Se han puesto a pensar por qué siempre las autoridades, gobiernos, economistas y empresas dicen que debemos crecer?, y cuando se logra, debemos seguir creciendo…económicamente hablando.
Ante esta posición de continua disconformidad con lo logrado y con el dogma de crecer porque sí, muchos se han preguntado si este paradigma es correcto. Personalmente no creo que sea el camino correcto, aunque corro el riesgo de ser criticado abiertamente por atentar contra el paradigma imperante.
Cuando uno comprende que este planeta está bastante colapsado con el nivel de consumo que ha impulsado la sociedad occidental y ha provocado que se requieran materias primas en forma permanente (porque lo producido prontamente se desecha) es claro que nuestro planeta es incapaz de resistir este ritmo.
El dogma del crecimiento ha sido el elixir que le permite a los gobiernos, empresas y universidades justificar sus acciones y su enfoque en el uso de recursos para producir más bienes con el objeto de alcanzar un mayor bienestar social.
Este modelo no es sostenible, hoy somos más de 7,000 millones y la proyección para el 2025 es que seremos más de 8,100 millones
Sin embargo, este modelo no es sostenible, hoy somos más de 7,000 millones y la proyección para el 2025 es que seremos más de 8,100 millones. A este ritmo, no es posible mantener el nivel de explotación de los recursos naturales cuando gran parte de ellos van a parar finalmente a los vertederos. Por otro lado, más del 50% de los activos existentes están muy sub-utilizados, y más de un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdicia.
Por ello, el paradigma de crecimiento debe cambiarse por el paradigma de eficiencia. Y esta eficiencia se debe basar en disminuir las barreras para que los bienes sub-utilizados puedan ser destinados hacia quienes los necesitan.
Los países latinoamericanos que tienen muchos problemas sociales y económicos, no pueden insistir en implementar un modelo de crecimiento, ya que es mucho más lento el impacto en el bienestar social, y dependerá del ritmo de crecimiento, el cual es muy difícil de mantener en el tiempo.
Un mejor modelo de bienestar, es fortalecer el ecosistema para facilitar la transferencia de bienes y servicios a través de la economía colaborativa, la que permite alcanzar un bienestar social mucho más rápido, sin el gran costo que significa dedicar el esfuerzo a extraer materias primas y transformarlas en nuevos bienes que seguirán siendo sub-utilizados.
Nuestros países ya cuentan con muchos activos sub-utilizados y lo que necesitamos es organizarnos para poder utilizar esa capacidad ociosa. Eso mismo que nos enseñaron en las escuelas de negocios, donde la capacidad ociosa es una pérdida para la sociedad.
Si a modo de ejercicio, la capacidad ociosa de una economía es muy alta (se estima que es más de un 50% considerando todos los activos de la sociedad), si un país pusiera sus esfuerzos en crear el ecosistema para facilitar el uso de esas capacidades ociosas, el crecimiento económico sería mucho mayor al que se alcanzaría sólo con impulsar el crecimiento a través del empleo de nuevas materias primas.
En el caso de los vehículos, alguien que ocupa el auto para ir y volver del trabajo, lo ocupa solamente un 8% del tiempo (suponiendo que lo usa 2 horas diarias, una para ir a trabajar y otra para regresar a casa). Esto significa que prácticamente el 92% del tiempo esta sub-utilizado. Y si consideramos que ese mismo vehículo tiene 5 asientos, lo podrían usar 5 personas, el tiempo real de uso disminuye a menos de un 2%.
¿Usted estaría dispuesto a comprar un bien si solamente lo utiliza un 2% del tiempo?. Este tipo de números se aplica a todos los bienes de la sociedad que están siendo sub-utilizados
Tomando este mismo ejemplo, un país con foco en el bienestar de la sociedad, debería trabajar para que las personas no destruyan su patrimonio personal comprando vehículos, debería impulsar la creación de un modelo sistémico que facilite el uso comunitario de estos vehículos a un valor justo por el uso, con las garantías en materias legales y de seguridad, y no centrar los esfuerzos en poseerlos, ya que significa despilfarrar recursos de las personas y la sociedad.
Llevando este ejemplo a escala nacional, la sociedad podría beneficiarse mucho más, sin grandes inversiones en adquirir nuevas materias primas. Solamente se requiere que se diseñe una buena gobernanza para que no existan abusos y que exista un clima propicio para que los emprendedores puedan desarrollar modelos que faciliten el hecho de compartir.
Muchos estamos dispuestos a trabajar para cambiar el paradigma, súmate a los grupos de emprendimiento local de tu ciudad y país para crear conciencia en las autoridades de fomentar la economía colaborativa. Apoyémonos en las tecnologías para facilitar el contacto e interacción entre quienes tienen los activos sub-utilizados y quienes requieren los bienes, es la única forma en que lograremos un mayor bienestar sin destruir nuestro ecosistema ambiental y económico.
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