4 formas científicas de mejorar tu inteligencia emocional en el trabajo
Imagínate que pudieras disfrutar de relaciones honestas y sinceras con tus compañeros de trabajo. Que te ofrecieran ayuda antes de que la tuvieras que pedir porque fueran capaces de ponerse en tu piel y que pudieras leer sus verdaderas emociones y se sintieran más comprendidos con tu mera presencia. ¿Cómo mejoraría tu vida laboral?
Sin embargo, la realidad no es exactamente así, pues existen conflictos con los demás empleados, ambientes donde reina la hipocresía e intentos de ocultar información, jefes tiranos y subordinados rebeldes. Hay días que estar en la oficina puede poner a prueba incluso tu salud mental.
La inteligencia emocional puede ayudarte a transformar tus relaciones en el trabajo, proporcionándote a corto plazo mayores beneficios que cualquier competencia técnica. Y es que varios estudios ya han demostrado que un alto cociente emocional, además de mejores relaciones, reducción del estrés, más felicidad y mejor salud, tiene otras consecuencias a nivel profesional.
En una investigación se determinó que la inteligencia emocional es el mayor predictor del rendimiento, siendo la responsable del 58% del éxito en cualquier tipo de trabajo. El mismo estudio encontró que los trabajadores emocionalmente inteligentes ganan en promedio más de 29,000 dólares anuales que aquellos con menor cociente emocional.
Sigue leyendo para descubrir cuatro claves que te permitirán mejorar tu inteligencia emocional para crear relaciones más benéficas en tu carrera profesional.
Uno de los principales indicadores de una baja de inteligencia emocional es la falta de empatía. Si te cuesta comprender cómo se siente alguien es más probable que le hagas un comentario inoportuno que pueda sentarle mal. Pero para entender las emociones de los demás es fundamental que primero seas capaz de entender las tuyas.
Sin embargo, vivimos desconectados de las emociones porque de pequeños nos han enseñado a renegar de ellas. ¿Tu madre también te decía que no lloraras cuando estabas triste o enfadado?
Empieza creando un diario emocional. Cuando sientas una emoción, detente un momento y anota en una libreta o tu móvil qué emoción has sentido y por qué crees que la has sentido. Cuanto más concreto seas, mejor. Así empezarás a verlas como lo que son: algo humano y natural de lo que no tienes que esconderte.
Hablar de tus sentimientos es los más parecido a un superpoder que tenemos las personas. ¿Sabes por qué? Porque se ha demostrado científicamente que las emociones se contagian. Y no sólo cuando las vemos en los demás, sino simplemente cuando nos hablan de ellas.
Por este motivo, si quieres que tus compañeros empaticen contigo pónselo fácil y habla de tus sentimientos. Es tan sencillo como añadir a tus mensajes cómo te hace sentir lo que estás explicando. “Me gustaría que me ayudaras a revisar este informe porque me siento abrumado por la carga de trabajo y contar con tu supervisión siempre me tranquiliza.”
Aunque estamos poco acostumbrados a usar esta forma de comunicación asertiva en el entorno profesional, es la manera más sencilla de evitar conflictos y crear relaciones más humanas.
En la mayoría de empresas hay gente tóxica, trabajadores instalados en la crítica y el pesimismo que lo ven todo con un filtro de negatividad. Para ellos quizás ya sea tarde porque se han acostumbrado a juzgar a todo aquel que escuchan, pero tú deberías evitar caer en esa trampa.
Para conseguirlo, intenta convertirte en un detective de las emociones. Escucha a los demás sin juicios de por medio, simplemente buscando descifrar qué emoción ha desencadenado su comportamiento y cuál puede ser su motivo. Se ha demostrado que este hábito es lo que multiplicará tu empatía y te convertirá en una persona emocionalmente inteligente, de las que se agradece tener al lado.
Para terminar de desarrollar tus competencias emocionales es fundamental que domines el idioma del cuerpo, ya que es un reflejo prácticamente infalible del estado anímico de cualquier persona.
De forma parecida a las emociones, ser consciente primero de tu lenguaje corporal te servirá para identificarlo mejor en los demás. Para ello haz una pausa mental de vez en cuando (en una reunión, tomando el café, etc.) y obsérvate. ¿Qué postura estás tomando? ¿Cómo te sientes? ¿A qué emoción corresponde?
Como guía general, las posturas corporales pueden dividirse en dos tipos:
Apertura: son aquellas posiciones que exponen nuestro cuerpo, como puede ser abrir ligeramente las piernas, inclinar el cuerpo hacia nuestro interlocutor o mostrar las palmas de las manos. Significan confianza, seguridad y relajación.
Protección: son las posturas que nos ofrecen protección contra el exterior, como cruzar los brazos, las piernas, taparse la boca o poner una maleta entre nuestro interlocutor y nosotros. Expresan desconfianza, inseguridad o malestar.
La inteligencia emocional se mejora comprendiendo tus emociones y esforzándote por empatizar con los demás. No tiene más secretos. Es una carrera de fondo que requiere cierto esfuerzo, pero es capaz de ofrecerte beneficios durante toda tu vida profesional.
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