La OPEP a la búsqueda de un nuevo equilibrio
Image: REUTERS/Bazuki Muhammad
En noviembre de 2014, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió mantener el nivel de producción pese a una aparente sobreabundancia de petróleo a nivel internacional. El resultado fue una caída pronunciada de los precios.
Dos años después, el 30 de noviembre de 2016, la organización cambió de rumbo y se comprometió a reducir su producción de petróleo crudo en 1,2 millones de barriles al día durante seis meses (es decir, en 3,5%) —a 32,5 millones de barriles al día— a partir de enero de 2017. El resultado fue un pequeño aumento de los precios y cierta estabilidad.
Pero esa pausa podría resultar pasajera, ya que el alza de los precios probablemente estimule rápidamente la producción fuera de la OPEP. La fuerte caída sufrida hace poco por los precios como consecuencia del nivel de las existencias de petróleo en Estados Unidos, que superaron las expectativas, pone de relieve lo temporal que podría ser el acuerdo de la OPEP.
Arabia Saudita, Iraq, los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait son quienes soportan el grueso de los recortes de la OPEP, que podrían prolongarse otros seis meses, en tanto que algunos países miembros como Nigeria y Libia han quedado eximidos. Además, los productores ajenos a la OPEP también acordaron recortar la producción en aproximadamente 600.000 barriles al día. Rusia se comprometió a reducir la mitad y otros 10 países productores que no pertenecen a la OPEP acordaron en contribuir los demás 300.000 barriles diarios.
Estos acuerdos parecen haber equilibrado la oferta y la demanda a un nivel ligeramente por encima de los $50 por barril, en gran medida gracias al estricto cumplimiento de los miembros de la OPEP con el nivel de producción acordado en noviembre pasado. La OPEP declaró un cumplimiento cercano al 90% en enero, algo muy diferente de lo ocurrido con acuerdos de producción anteriores. Según algunas fuentes, el cumplimiento no es tan elevado, pero Arabia Saudita ha indicado que hará todo lo necesario para afianzar la credibilidad del acuerdo y recortó su producción más de lo necesario.
Ahora bien, hay otros factores que podrían poner en entredicho la eficacia del acuerdo, incluso a corto plazo. Algunos miembros de la OPEP —Iraq, Libia y Nigeria— han incrementado la producción desde octubre. Además, los productores ajenos a la OPEC no solo hicieron recortes más pequeños que los miembros de la organización; también disponen de más tiempo para alcanzar sus metas de producción. Por ejemplo, Rusia ha recortado apenas 120.000 de los 300.000 barriles diarios a los que se había comprometido. Y algunos analistas creen que algunos de los recortes son ficticios, ya que reflejarían una disminución natural respecto de niveles de producción históricamente elevados, no reducciones propiamente dichas.
Pero la amenaza más grande para la estabilidad de los precios quizá provenga de los productores de petróleo de esquisto. El hecho de que los precios del petróleo al contado aumentaran $6 el barril cuando se dejó entrever en septiembre del año pasado que la OPEP suscribiría un acuerdo de producción seguramente estimulará la inversión en la producción de petróleo en 2017, tras disminuciones significativas los dos años previos. Un aumento de la producción de petróleo de esquisto en Estados Unidos podría compensar rápidamente los recortes tanto dentro como fuera de la OPEP, ya que los pozos de esquisto pueden entrar en producción un año después de la primera inversión, a diferencia del petróleo convencional, que requiere varios años.
El efecto del esquisto no es una novedad. A comienzos de 2014, a pesar de que la oferta ya estaba alcanzando niveles excesivos, los precios del petróleo permanecieron en torno a $100 el barril porque los participantes en el mercado esperaban que la OPEP redujera la producción para apuntalar los precios; así se fijó un nivel mínimo de precios que estimuló la producción fuera de la OPEP, no solo de petróleo de esquisto sino también de petróleo extraído de fuentes relativamente costosas. Ese nivel mínimo no duró mucho porque la sobreoferta continuó acumulándose; los precios del petróleo comenzaron a caer, y de manera precipitada después de la reunión de la OPEP de noviembre de 2014.
Si bien la OPEP está en mejores condiciones de sustentar el acuerdo de producción reciente, es probable que se repita una secuencia de acontecimientos algo parecida porque el petróleo de esquisto puede responder con rapidez a las variaciones de los precios. La inversión estadounidense en petróleo de esquisto cayó en picado cuando los precios del petróleo comenzaron a retroceder en 2014, y la producción descendió en cuestión de meses. El repunte de los precios del petróleo en 2016 contribuyó a estimular la inversión, y lo mismo ocurrió en septiembre de 2016, cuando la OPEP anunció en Argelia la intención de recortar los niveles de producción. Para febrero de 2017, la inversión petrolera estadounidense, medida en términos del número de torres de perforación en servicio, había alcanzado el nivel más alto desde noviembre de 2015.
Además, la amenaza que representa el petróleo de esquisto es mayor porque los productores estadounidenses gozan de una mayor eficiencia gracias a la mejora de las operaciones y la mayor selectividad en cuanto a los pozos que explotan. Aunque la capacidad final de producción de petróleo de esquisto es incierta, su comportamiento es una característica central del nuevo mercado del petróleo y contribuirá a generar ciclos de producción y precios más limitados y más cortos.
El acuerdo de la OPEP ha acelerado el reequilibramiento del mercado petrolero; es decir, la situación en la cual la oferta de petróleo concuerda con la demanda y está acompañada de precios estables. El acuerdo de producción de la OPEP debería reducir la sobreoferta, al menos provisionalmente. Pero el mercado de futuros sobre precios del petróleo sugiere que las expectativas están firmemente ancladas en torno a $50 el barril. Las fuerzas que activó el acuerdo de la OPEP limitarán su eficacia durante los próximos años.
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