¿Gravar a los robots con impuestos?
Image: REUTERS/Benoit Tessier
Ken gana lo suficiente para vivir una vida digna al operar una gran cosechadora para un agricultor llamado Luke. El sueldo de Ken genera impuestos sobre la renta y pagos de seguridad social que ayudan a financiar programas gubernamentales para los miembros menos afortunados de su comunidad. Pero, ¡oh, caramba!, Luke está a punto de reemplazar a Ken con Nexus, un robot que puede operar la cosechadora durante más tiempo, con mayor seguridad, en cualquier clima, y sin pausas para el almuerzo, y además no toma vacaciones, ni percibe subsidios por enfermedad.
Bill Gates piensa que, para aliviar la desigualdad y compensar los costos sociales implícitos por los efectos de desplazamiento que conlleva la automatización, Nexus debería pagar impuestos sobre la renta, o Luke debería pagar un fuerte impuesto por reemplazar a Ken con un robot. Y, se debería usar este “impuesto a los robots” para financiar algo que sería como una renta básica universal (RBI). La propuesta de Gates, una de las muchas variantes del tema RBI, nos permite vislumbrar aspectos fascinantes del capitalismo y de la naturaleza humana que las sociedades ricas han descuidado durante demasiado tiempo.
El punto central de la automatización es que, a diferencia de Ken, Nexus nunca negociará un contrato laboral con Luke. De hecho, Nexus no va a recibir ninguna renta. La única manera de simular un impuesto sobre la renta a nombre de Nexus es usar la cifra de los ingresos anuales del último año en el que Ken trabajó, usándola como salario de referencia, y extraer de los ingresos de Luke el equivalente a los impuestos sobre la renta que Luke pagaba y los cargos por seguridad social que Ken pagaba.
Hay tres problemas con este enfoque. Para empezar, si bien los ingresos de Ken habrían cambiado con el tiempo si no hubiese sido despedido, el salario de referencia no puede cambiar, excepto de manera arbitraria confrontando a las autoridades fiscales y a las empresas. La oficina de impuestos y Luke acabarían en discordia sobre estimaciones imposibles de realizar con respecto a la medida en la que el salario de Ken habría aumentado, o habría disminuido, en caso de que Luke aún estuviese empleado.
En segundo lugar, el advenimiento de máquinas operadas por robots que nunca antes fueron operadas por seres humanos significa que no habrá ingresos humanos previos para actuar como un salario de referencia con el fin de calcular los impuestos que estos robots deben pagar.
Por último, es filosóficamente difícil de justificar que se pueda forzar a Luke a pagar impuestos por la “renta” de Nexus, pero no por la cosechadora que Nexus opera. Al fin y al cabo, ambos, Nexus y la cosechadora, son máquinas, y la cosechadora ha reemplazado a mucho más cantidad de trabajo realizado por humanos en comparación a Nexus. La única justificación defendible para tratarlos a cada uno de forma distinta es que Nexus tiene una mayor autonomía.
Pero, ¿hasta qué punto Nexus es genuinamente autónomo en una manera que la cosechadora no lo es? Por muy avanzado que sea Nexus, se lo puede considerar como autónomo si y solamente si desarrolla su propia conciencia, ya sea espontáneamente o con la ayuda de sus creadores.
Sólo si Nexus (como los replicantes de Nexus-6 en la película Blade Runner del año 1982) logra ese salto, “él” se habrá ganado el “derecho” de ser considerado como distinto de la cosechadora que opera. Pero, en ese caso, la humanidad habrá engendrado una nueva especie y un nuevo movimiento de derechos civiles (al cual, con mucho gusto, yo me uniría) que exija la libertad de Nexus y su igualdad de derechos con Ken – incluyendo un salario digno, beneficios mínimos y emancipación.
Si se supone que no se puede forzar a que los robots paguen impuestos sobre la renta sin crear nuevas posibilidades de conflicto entre las autoridades fiscales y las empresas (conflictos que estarían acompañados por procesos de arbitraje tributario y corrupción), ¿qué hay sobre la posibilidad de gravar a Nexus en el punto de venta en el cual Luke lo compra? Eso sería, por supuesto, posible: el Estado recaudaría un impuesto de suma fija pagado por Luke en el momento en que Luke iría a reemplazar a Ken con Nexus.
Gates apoya esta segunda mejor alternativa para hacer que los robots “paguen” impuestos sobre la renta. Piensa que ralentizar la automatización y crear desincentivos fiscales para contrarrestar el efecto de desplazamiento de la mano de obra debido a la tecnología es, en general, una política sensata.
Sin embargo, un impuesto de suma fija gravando a los robots simplemente conduciría a que los productores de robots encajen inteligencia artificial dentro de otra maquinaria. Se incorporaría a Nexus dentro de la cosechadora cada vez en un mayor grado, haciendo que sea imposible gravar al elemento robótico por separado de las partes no inteligentes que llevan a cabo la cosecha.
Hay dos opciones: o el impuesto sobre ventas de robots debería ser eliminado o dicho impuesto debería ser generalizado en la forma de un impuesto sobre ventas de bienes de capital. Pero, imagínese el escándalo que se armaría en contra de un impuesto sobre todos los bienes de capital: ¡Ay, pobres aquellos que intentasen disminuir la productividad y competitividad del país!
Desde el surgimiento del capitalismo industrial, hemos sido pésimos con respecto a diferenciar entre propiedad y capital; y, por lo tanto, entre riqueza, ingresos y ganancias. Esta es la razón por la cual un impuesto sobre la riqueza es tan difícil de diseñar. El problema conceptual relativo a diferenciar entre Nexus y la cosechadora que “él” opera haría que sea imposible ponerse de acuerdo sobre cómo un impuesto a los robots debería funcionar.
Pero, ¿por qué hacer la vida bajo el capitalismo más complicada de lo que ya es? Hay una alternativa a un impuesto a los robots que es fácil de implementar y sencilla de justificar: un dividendo básico universal (DBU), financiado con los rendimientos de todo el capital.
Imaginemos que una parte fija de las ofertas públicas iniciales (OPI) de venta de acciones vaya a un fideicomiso público que, a su vez, genere una corriente de ingresos a partir de la cual se paguen los DBU. En los hechos, la sociedad se convierte en accionista en cada corporación, y los dividendos se distribuyen uniformemente a todos los ciudadanos.
En la medida en que la automatización mejore la productividad y la rentabilidad empresarial, la sociedad en su conjunto comenzará a compartir los beneficios. No habrá necesidad de ningún nuevo impuesto, de ninguna complicación en el código tributario, y no se tendría ningún efecto sobre la financiación ya existente para el Estado de bienestar. De hecho, a medida que se perciban mayores ganancias y las mismas se redistribuyan automáticamente a través de los ingresos aumentados por los DBU, se tendrían más fondos disponibles para ser usados por el Estado de bienestar. Si esto se une a derechos laborales más fuertes y un salario digno que alcance para vivir, se daría una nueva oportunidad de vida al ideal de prosperidad compartida.
Las dos primeras revoluciones industriales se construyeron en base a máquinas producidas por grandes inventores en graneros glorificados, máquinas que fueron compradas por empresarios muy astutos que exigieron derechos de propiedad sobre el flujo de ingresos que generaban “sus” máquinas. La revolución tecnológica de hoy está marcada por la creciente socialización de la producción del capital. Una respuesta práctica sería socializar los derechos de propiedad sobre los grandes flujos de ingresos que el capital está generando hoy en día.
En resumen, olvidémonos de gravar con impuestos a Nexus o Luke. Por el contrario, pongamos una porción del patrimonio de Luke en la granja en un fideicomiso público, mismo que posteriormente vaya a proporcionar un pago universal a todos. Además, debemos legislar con el propósito de mejorar los salarios y las condiciones de todos los seres humanos quienes aún tienen empleos, mientras que, simultáneamente, nuestros impuestos proporcionen a Ken beneficios de desempleo, un puesto de trabajo remunerado garantizado en su comunidad o reentrenamiento laboral.
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