3 desafíos que las economías latinoamericanas deben superar para impulsar el comercio intrarregional
En la última parte del siglo XX, la integración comercial ayudó a impulsar el crecimiento económico en los países avanzados y en desarrollo, sacando a millones de personas de la pobreza.
Sin embargo, desde comienzos de la década de 2000, la desaceleración de la reforma comercial, el aumento del proteccionismo tras la crisis y el riesgo de nuevos retrocesos repercuten en el comercio, la productividad y el aumento de los ingresos. En este contexto, la integración regional se ve cada vez más como un poderoso motor de crecimiento y nuevas oportunidades.
La tendencia a largo plazo hacia la integración regional es clara: en las últimas dos décadas ha habido un avance constante hacia economías regionales más integradas en casi todo el mundo.
En Asia oriental, se están realizando esfuerzos para concluir las negociaciones sobre la Asociación Económica Integral Regional (en inglés, Regional Comprehensive Economic Partnership) de 16 países, que abarcaría varias economías importantes, y además mejoraría el comercio de bienes y servicios, las inversiones, la cooperación económica y técnica, la propiedad intelectual, la competencia y la solución de controversias, entre otros temas.
En África, los países trabajan para reducir los costos comerciales y atraer las muy necesarias inversiones en infraestructura, abordando al mismo tiempo los desafíos que enfrentan las personas que viven en pobreza extrema para recibir los beneficios del comercio.
La situación no es diferente en América Latina. El surgimiento de la Alianza del Pacífico, un ambicioso y progresista mecanismo de integración que incluye a Colombia, Chile, México y Perú, ha reavivado el impulso de la integración regional destinada a liberalizar el movimiento de bienes, servicios, personas y capital entre los países participantes. También es una buena plataforma para fortalecer aún más las relaciones comerciales con los países de Asia y el Pacífico. El reciente interés de Argentina de integrarse a la Alianza del Pacífico, la dinámica económica cambiante en el Cono Sur y el renovado interés por estrechar los lazos entre México, Brasil y Argentina, proporcionarán seguramente un renovado impulso para la integración en la región.
¿Por qué la integración regional genera tanto interés entre los responsables de formular políticas en las diferentes regiones del mundo? Suele argumentarse habitualmente que la integración regional solo puede desempeñar un papel limitado en la mayoría de las regiones, incluida América Latina y el Caribe, debido a la similitud de las dotaciones entre sus países.
Si bien esto sucede con frecuencia, esta visión tradicional no reconoce que una cooperación regional más profunda puede aprovechar la proximidad y la complementariedad en la producción de bienes y servicios. Es un hecho que la actividad económica está agrupada geográficamente, ya sea porque los costos comerciales son más bajos o porque los determinantes del desempeño económico, como las dotaciones y las instituciones, son similares entre los países vecinos. Los responsables de formular políticas reconocen a nivel internacional que la integración regional es vital para el crecimiento económico y el comercio y, por consiguiente, para la creación de más y mejores empleos.
Además, en el siglo XXI, la principal motivación para la integración regional es explorar el potencial de dos canales de comercio interrelacionados: el surgimiento de redes regionales de producción (o cadenas de valor regionales) y el desarrollo del comercio transfronterizo de servicios. El comercio de servicios se suele descuidar en el análisis de la complementariedad del comercio, pero está adquiriendo mayor importancia, ya que sigue creciendo de manera constante, contribuyendo a impulsar el crecimiento económico. En 2014, el comercio de servicios representó el 13,2 % del producto interno bruto (PIB) mundial.
En un estudio que acaba de publicar la Oficina Regional del Economista en Jefe para América Latina y el Caribe del Grupo Banco Mundial se describen importantes ventajas de la integración regional para las economías latinoamericanas: se identifican claramente las ganancias de eficiencia asociadas a una mayor integración entre la zona meridional y la zona norte de la región. Según el estudio, las ganancias de eficiencia promedio que países como Argentina y México podrían obtener de los socios regionales de fuera de su subregión, son comparables a las que podrían alcanzar negociando con países de otras partes del mundo.
¿Qué se necesita, entonces, para impulsar el comercio intrarregional en América Latina? Algunas resultan obvias: por ejemplo, algunos países harían bien en reducir sus aranceles y buscar acuerdos comerciales formales. Además de eso, los responsables de formular políticas consideran cada vez más tres aspectos clave que obstaculizan el éxito de la integración regional y mundial:
1. Los costos desproporcionadamente elevados del comercio dentro de la región debido a la mala infraestructura de transporte y logística, así como a programas de facilitación del comercio ineficientes
La integración latinoamericana sigue empañada por costos comerciales relativamente altos, asociados en su mayoría a la geografía de la región, pero exacerbados por la mala calidad de su infraestructura material e inmaterial. Si bien la tarea de abordar la infraestructura material representa una agenda ambiciosa debido al tamaño de las inversiones que se necesitan, se podría prestar más atención a los componentes inmateriales relacionados con el mejoramiento de la facilitación del comercio y la gestión fronteriza. Por ejemplo, la aplicación del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio constituye una oportunidad para que los países fortalezcan la coordinación interinstitucional en las fronteras y aumenten el diálogo entre los sectores público y privado acerca de la facilitación del comercio. Estas son medidas que pueden conducir a la reducción de los costos comerciales.
2. Medidas no arancelarias complicadas y poco transparentes
Estas se refieren a todas las medidas distintas de los aranceles que afectan la libre circulación de bienes y servicios a través de las fronteras e incluyen medidas técnicas relacionadas con las normas y las especificaciones de calidad de los productos, como las normas sanitarias y fitosanitarias y los obstáculos técnicos al comercio. También incluyen medidas como las licencias de importación, las medidas de control de precios, los subsidios y las normas de origen. Las iniciativas para minimizar las distorsiones comerciales asociadas a estas medidas —muchas de ellas con objetivos perfectamente legítimos— pueden tener un gran impacto en la competitividad de América Latina.
3. Limitaciones regulatorias al comercio de servicios
Abrirse al comercio es un mecanismo clave para atraer la inversión extranjera directa y aumentar la competencia en los sectores de los servicios. Sin embargo, se necesita que la mayor apertura comercial se coordine con la reforma regulatoria de manera que se establezcan normas adecuadas que aborden fallas relevantes del mercado y fomenten la prestación competitiva de servicios.
Enfrentar estos desafíos básicos con estrategias integrales, que incluyan aportes no solo de los gobiernos sino también del sector privado, ayudará a garantizar un futuro más promisorio para la integración comercial de América Latina.
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