Los sindicatos frente al mundo del siglo XXI: la robotización del empleo y el modelo Uber/Airbnb
Image: REUTERS/Yuya Shino
“La digitalización es algo que no se puede parar y tiene muchas cosas buenas. Pero también tiene otras que, dependiendo de cómo se regule o no, pueden convertirse en algo en lo que los sindicatos no estamos de acuerdo. Por eso queremos regularla, para que la digitalización sea para todos, justa y que llegue a todo el mundo, y no solo a unos pocos”.
Las palabras de Miguel Jurado, adjunto a la secretaría de política sindical de CC.OO., resumen el sentimiento de buena parte de los sindicatos, tanto a nivel nacional como internacional. Todos ellos están negociando conjuntamente con empresas, asociaciones empresariales, partidos políticos e instituciones cómo debería ser (según ellos) esa sociedad que se está generando con la digitalización.
El temor de los sindicatos es que, si no se gestiona correctamente, la digitalización “podría conducir a una concentración aún mayor de riqueza y poder en un mundo donde la desigualdad económica es ya grande”, declara a Xataka Tim Noonan, director de campañas y comunicación en ITUC-CSI.
Hay muchas cuestiones sobre la mesa: el mantenimiento del estado de bienestar, el futuro de las pensiones, la desaparición de puestos de trabajo, el cambio del modelo educativo, la relación contractual y administrativa entre empresas y trabajadores… Pero también las infraestructuras que permitan conexiones de banda ancha lleguen por igual a todas las personas, independientemente de dónde vivan. Son algunas de las cuestiones por las que los sindicatos están mostrando su preocupación.
Como sindicatos laborales, estas organizaciones se muestran preocupadas por la posibilidad de pérdidas importantes de puestos de trabajo, además de otras cuestiones como “la vigilancia altamente intrusiva de los trabajadores (la "vigilancia total" del lugar de trabajo)”, señala Noonan.
Para Comisiones Obreras, estamos hablando de un cambio del modelo económico y social a nivel mundial. Su adjunto a la secretaría de política sindical defiende que se debe avanzar “y lo más rápido posible” en esta digitalización, “pero analizando todos los cambios”.
“Se trata de un asunto urgente de justicia social y económica. Si no se resuelve, entonces la "economía digital" será sólo para la mitad de la población mundial”
Más allá de discutir (que también) sobre si va a haber más puestos de trabajo o si se van a destruir (“nosotros creemos que se van a destruir más que a crear”), Miguel Jurado remarca que se deben estudiar las nuevas formas de empleo que están apareciendo (“y que van a ir a más”, según su opinión) y sus consecuencias.
Varios sindicatos de diferentes países han firmado lo que se conoce como el Documento de Frankfurt sobre el trabajo basado en plataformas (o feudalismo digital).
Estas organizaciones no tienen nada en contra de la denominada economía colaborativa. El problema reside, según ellos, cuando las empresas se aprovechan de esta situación y, a través de plataformas tecnológicas, hacen la labor de intermediación. “Eso está llevando a que se están sustituyendo puestos de trabajo por, en el mejor de los casos, relaciones contractuales entre empresa y trabajador”, asegura Jurado. Algo que merma la recaudación de impuestos y de la Seguridad Social y que también puede conllevar “que la prestación del servicio también puede ser peor”.
"Si la transformación digital sólo se emplea para reducir costes al extremo de reducir el empleo y con él las contribuciones sociales, obviamente tendremos un problema con las pensiones y el estado del bienestar"
Uber es, de nuevo, el ejemplo que se utiliza sobre todos estos cambios. Sin querer entrar a valorar las iniciativas puestas en marcha por los sindicatos a nivel internacional, fuentes de la compañía aseguran que en España todos los conductores conectados a la plataforma de Uber operan con licencias de servicio público (VTC) y son profesionales autónomos o empleados de pequeñas y medianas empresas de transporte.
Estas mismas fuentes defienden que las plataformas como Uber “son ya uno de los principales motores de creación de empleo en países como Reino Unido o Francia, donde uno de cada cuatro nuevos empleos creados en París durante el primer trimestre de 2016 tuvieron su origen en el sector de las VTC. Además, de los 22.000 conductores que actualmente operan en Paris la mitad estaban previamente desempleados”.
Mientras, desde Cabify explican que los transportistas que colaboran con ellos lo hacen bajo un régimen de contrato mercantil de servicios, ya sean empresas o autónomos propietarios de flota de vehículos VTC.
Mariano Silveyra, General Manager de Cabify Madrid y Valencia, nos asegura que Cabify “lleva a cabo un seguimiento de la vida laboral de sus conductores, así como de las aptitudes a la hora de ofrecer el servicio mediante las valoraciones realizadas por los usuarios, cruzadas con las entrevistas personales y de seguimiento que lleva a cabo el departamento de excelencia” y que “nos preocupamos de cuidar de que nuestros colaboradores tengan las mejores condiciones: flexibilidad laboral, ser dueños de su propio tiempo, proyección de imagen profesional, que se sientan más respetados y mejor valorados, etc”.
Sobre la destrucción o creación de empleo por efecto de nuevas tecnologías como la automatización hay informes para todos los gustos. Por eso, Benigno Lacort, director general de Ametic, cree que lo que inclinará la balanza hacia una tendencia o la otra será el “hacer las cosas bien tratando de ocupar una posición de liderazgo o abandonarnos a nuestra suerte y esperar a ver qué ocurre”.
En su opinión, y teniendo en cuenta que “nuestra economía es una de las 15 más grandes del planeta”, la única opción es apostar por la economía digital. “No tenemos elección. Habrá un periodo de cambios y adaptación y se acabará, si hacemos las cosas bien, con un crecimiento neto del empleo”.
Insistiendo en que no se oponen a la manida transformación digital (más bien al contrario), los sindicatos quieren que se prepare tanto a los actuales trabajadores como a las futuras generaciones ante los cambios que se avecinan.
En su reunión del Consejo General del sindicato, ITUC CSI dejaba claro que los trabajadores “necesitarán recibir formación para realizar distintas tareas en sus empleos actuales, incluyendo la gestión de la nueva tecnología introducida” con el fin de que puedan hacer una “transición hacia nuevos puestos de trabajo”.
“¿Qué va a pasar con todos los trabajadores que no son nativos informáticos o digitales?”, se pregunta Jurado, quien vaticina que incluso los jóvenes van a tener que tener unos conocimientos tecnológicos “que van más allá, tendrán que saber hacer pequeñas programaciones”.
Por eso, e independientemente de que esto pueda suponer “una dificultad tremenda para determinados trabajadores”, el sindicalista de Comisiones Obreras considera que se tiene que empezar a discutir sobre la educación de la gente joven, para que tengan los conocimientos necesarios para lo que “la era de digitalización les va a exigir”. “Hay que empezar a plantear cuáles son las necesidades educativas, tanto las universidades como la formación profesional e incluso en la educación reglada de primaria”.
Cuando preguntamos a Tim Noonan sobre las principales ventajas e inconvenientes que, según ellos, tiene la digitalización, este sindicalista responde que una de las grandes preocupaciones que tienen es que “hay una tendencia en algunas áreas hacia la concentración de poder en los monopolios - que no es sólo una amenaza a la competencia, sino que puede ser una amenaza para la democracia en sí”.
Según CC.OO., si no se lleva a cabo esta regulación que demandan los sindicatos, en un futuro habrá ”15 o 20 multinacionales que tendrán copado todo. Podemos estar hablando de acabar casi con las pymes”. Una situación que, según Jurado, está siendo bien entendida por las patronales como la CEOE (a la que pertenece Ametic, la Asociación de Empresas de Electrónica, Tecnologías de la Información, Telecomunicaciones y Contenidos Digitales).
“Nos preocupamos de cuidar de que nuestros colaboradores tengan las mejores condiciones"
El director general de esta rama de la patronal asegura que desde Ametic se comparte esta visión. “Debemos cooperar para que la transformación digital de nuestro país redunde en bienestar y oportunidades para la población, eficacia y eficiencia en nuestras administraciones públicas tanto en la gestión como en la prestación de servicios y, finalmente, en generación de tejido industrial tecnológico y en competitividad de nuestros sectores productivos”
En sus reivindicaciones, los sindicatos aseguran que no están mirando solo por los intereses de los trabajadores, sino de la sociedad en general, incluyendo a las empresas.
Tal y como explica Jurado, “para la digitalización llegue a todo el mundo hay que tener la infraestructura necesaria”, lo que supondrá unas “inversiones extraordinarias” en toda Europa para que los municipios de menos de 10.000 habitantes también tengan conexiones de banda ancha.
“Hay miles de empresas que están ubicadas en municipios de menos de 5.000 habitantes. En España tenemos unos 23 millones de habitantes que viven en municipios donde prácticamente la fibra óptica y las nuevas tecnologías de alta velocidad de las telecomunicaciones no está previsto que lleguen hasta dentro de muchos años, dependiendo del tamaño del municipio y de la rentabilidad que pueda tener para las operadoras. Esa gente se queda fuera de la digitalización. Todas las empresas que están ubicadas en esos municipios se quedan fuera y, cuando quieran entrar, ya no tienen espacio”, asegura.
Un problema que no es exclusivo de nuestro país. “Alrededor de la mitad de la población mundial no tiene acceso a Internet y la comunidad internacional no está abordando este asunto adecuadamente”, sentencia Noonan. “Se trata de un asunto urgente de justicia social y económica. Si no se resuelve, entonces la "economía digital" será sólo para la mitad de la población mundial”.
Por todo ello, estos sindicatos están reclamando a los gobiernos más medidas y toma de decisiones para que la digitalización tenga beneficios para todos.
“Los gobiernos deben garantizar que se respeten los derechos fundamentales de los trabajadores, como la libertad de asociación y el derecho a la negociación colectiva, a medida que se despliegan nuevas tecnologías. Esto no es difícil, es sólo una cuestión de voluntad política”, explica el responsable de ITUC.
En su opinión, “los gobiernos deben garantizar que los procesos de diálogo social estén a la vanguardia en la configuración del nuevo mundo del trabajo y que se respete el derecho de los empleados a negociar el cambio con sus empleadores. Si se hace, será posible manejar el cambio para que sea en beneficio de muchos en lugar de unos pocos. Si no, el futuro podría ser sombrío. Los sindicatos están listos y dispuestos a negociar el cambio, pero allí donde el cambio se impone sin consulta y derechos, los trabajadores y sus sindicatos se resistirán a esa imposición”, advierte.
Desde Comisiones Obreras se asegura que la digitalización “bien aplicada” puede mejorar el estado de bienestar y la vida de todos los ciudadanos. Los beneficios para los trabajadores no tienen por qué ser a través de dinero necesariamente. “Por ejemplo, podemos aprovechar ese aumento de la productividad para que no se pierdan los puestos de trabajo, trabajando menos horas”, propone.
Patronal y sindicatos, al menos en España, parecen tener algunas de las mismas inquietudes. “Para nosotros lo fundamental es generar riqueza, incrementar el PIB e incrementar la tasa de empleo. Con esta receta, habrá estado del bienestar. Y éste es el enfoque que para nosotros tiene y debe tener la transformación digital de nuestro país”, explica el director general de Ametic.
Este mismo directivo empresarial reconoce que “si la transformación digital sólo se emplea para reducir costes al extremo de reducir el empleo y con él las contribuciones sociales, obviamente tendremos un problema con las pensiones y el estado del bienestar. En definitiva, la clave no es tanto el modelo de relaciones laborales que se impone a la Economía Digital, sino el aprovechamiento de la Economía Digital para la generación de riqueza. Y en ese entorno de generación de valor, no en un entorno de descapitalización económica y tecnológica, se podrán discutir las nuevas relaciones laborales”.
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