El ‘gasolinazo’ en México no llega en el mejor momento pero será positivo para la economía a largo plazo

A sign in the back window of a car is pictured at a Pemex petrol station in Mexico City, Mexico February 3, 2017. Sign reads "No more high prices of gasoline" REUTERS/Carlos Jasso - RTX2ZJ0B

Image: REUTERS/Carlos Jasso

Knowledge @Wharton

México, una de las mayores economías de América Latina, atraviesa momentos convulsos desde el punto de vista social y económico, aunque ambos aspectos están estrechamente unidos. A la incertidumbre generada por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en Estados Unidos, con su agresividad hacia el país, la intención de construir un muro en la frontera y de gravar con altos aranceles todos los productos mexicanos, se han unido las decisiones tomadas por el Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto en el mercado de los combustibles gasolina, que han desatado el descontento ciudadano.

El Ejecutivo mexicano decidió elevar entre un 14,2 y un 20,1% el precio de la gasolina desde el pasado 1 de enero como parte de un programa de liberalización progresiva del mercado energético del país. Dentro de ese plan, el Gobierno permitió el año pasado que el sector privado importara gasolina y abriera estaciones de servicio, algo imposible hasta el momento ya que la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) mantenía un monopolio sobre ese mercado.

Este encarecimiento de los combustibles, el mayor ocurrido en el país en más de 20 años, ha desatado las iras de los ciudadanos, que se han lanzado a la calle para protestar. Se han producido bloqueos de carreteras y gasolineras, así como saqueos en tiendas. Unas manifestaciones en contra de la decisión que se han saldado con varios muertos y cientos de detenidos. El descontento podría continuar en los próximos meses porque la subida de los precios tendrá otros efectos sobre la economía del país.

“El incremento en el precio de la gasolina, sin duda, traerá un efecto inflacionario que ya estamos empezando a ver”, avisa el doctor Osmar Zavaleta Vázquez, profesor y director de la Especialidad en Administración Energética de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey. “Es muy claro que prácticamente todo lo que consumimos tendrá un incremento ya que todo se debe trasladar desde dónde se produce hasta dónde se consume, entonces un alza en los precios de todos los productos será inevitable. Es importante mencionar que los encarecimientos no se darán en la misma proporción que en la gasolina, ya que dentro de la estructura de precios de los productos, el transporte es sólo una parte”, explica.

Zavaleta Vázquez sostiene que los efectos de la subida de los precios de la gasolina no se quedarán ahí. Espera que, como consecuencia de la inflación, las tasas de interés tiendan a subir, lo que hará que los esquemas de financiamiento para las empresas tengan un mayor costo y esto puede incidir en la competitividad de muchas organizaciones. “Esto puede ser un problema serio para la agenda económica de México, aunado a otros eventos del entorno internacional que ocasionan presión al peso mexicano que también se traducirá en inflación”.

Para Rafael Ramírez de Alba, profesor y director del área académica de Entorno Económico de IPADE Business School así como director del Executive MBA, “en el corto plazo, el aumento en el precio de la gasolina tendrá efectos negativos importantes”. En primer lugar, indica que impactará en la inflación, la cual espera que pueda llegar hasta cercan del 6% anual, un nivel que no se ve en México desde el año 2009. “Ciertamente, este efecto será pasajero, siempre y cuando no se continúe teniendo incrementos de la magnitud del que se dio a principios de año”, matiza. Por otro lado, cree que tendrá un efecto negativo en los costos de las empresas con un alto consumo de gasolina y que, de manera similar, afectará el poder adquisitivo de los consumidores, pudiendo ser un factor que haga disminuir el dinamismo del consumo privado, el cual, según su criterio, se ha mantenido relativamente alto en los últimos meses.

Para hacerse una idea de la magnitud del impacto de la subida de la gasolina en la vida de México, es importante indicar que el país es el cuarto mayor consumidor de combustible del mundo por persona, puesto que con una población de 120 millones de habitantes consume 190 millones de litros al día. Si al elevado consumo se une unos salarios bastante bajos, el resultado es que los mexicanos se encuentran a la cabeza en el mundo en cuanto al porcentaje total de ingresos anuales que destinan en adquirir gasolina, con un 3,5%, según datos recogidos por Bloomberg en 59 países.

Y tal y como auguran los profesores, la subida de los precios de los combustibles ya se ha empezado a trasladar al resto de productos de la cesta de la compra de los mexicanos. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la inflación quincenal del país se situó en el 1,51% en enero, la cifra más alta desde 1999, cuando los precios subieron el 1,62%. El dato del primer mes del año se situó muy por encima de lo esperado por los economistas. Los 13 expertos consultados por Reuters, esperaban de media una tasa del 1,16%, mientras que los analistas a los que pregunto Bloomberg pronosticaron una cifra del 1,27%.

Mirando al largo plazo

A pesar del previsible impacto negativo a corto plazo, los expertos son optimistas en cuanto a los resultados que puede tener la liberalización del mercado energético en el medio y largo plazo. Para empezar, Zavaleta Vázquez cree que el alza de la gasolina podría ser un incentivo para dejar de usar el vehículo de manera indiscriminada y con esto incidir, favorablemente, en la disminución de emisión de contaminantes. Por otro lado, mantiene que, tal vez, este escenario desfavorable propicie en mayor medida la definición de estrategias de ahorro, creativas, innovadoras y diferentes en las empresas y en las familias. “Escenarios como el que estamos viviendo muchas veces propician que impere el análisis en el interior de las organizaciones, la reflexión y el convencimiento de que las cosas se pueden hacer mejor de diferentes maneras. Esto podría generar que las organizaciones productivas de México, con capacidad de realizar actividades de comercio mundial, traten de diversificar más los destinos internacionales para potenciar su actividad comercial”, comenta.

Desde un punto de vista del mercado energético en general, opina que la liberación de los precios de la gasolina, que implica que el precio lo determine el mercado, “siempre es algo positivo ya que genera competencia y la competencia induce calidad en los servicios y en los productos, cosas que no necesariamente ocurren cuando tenemos prácticas monopólicas”.

Del mismo modo, considera que con la reforma energética se han establecido las condiciones para que se dé la inversión en la infraestructura de refinación, lo que en el largo plazo deberá incidir en que la importación de gasolinas disminuya. Recuerda que cerca del 57% de la gasolina que se consume en México es importada, lo que a su juicio implica que se encarezca en estos momentos por la depreciación que está sufriendo el peso frente al dólar. Es importante mencionar que una parte importante del precio actual de la gasolina (cerca del 30%) en México lo constituye la componente fiscal. El resto tiene que ver con los aspectos de transportación, de almacenamiento y el margen de utilidad de la empresa que expende gasolina. “De manera natural, cuando los precios del petróleo bajen y el precio de la gasolina esté liberado, los precios de la gasolina bajarán y esto será benéfico para la economía de las familias y de las organizaciones”, vaticina.

Ramírez de Alba opina que, a pesar de los costos a corto plazo, la subida de la gasolina era una “medida necesaria” dentro del proceso de liberalización del mercado de gasolinas en México. “Sin duda, en el mediano y largo plazo, esta liberalización es muy importante para que las gasolinas tengan un precio establecido por el mercado, que permita a los distribuidores y dueños de las estaciones de servicio llevar a cabo las inversiones necesarias para el abastecimiento oportuno y para que los consumidores ajusten el consumo de combustible de acuerdo a su escasez relativa, reflejada en aumentos o disminuciones en el precio”, destaca. Por otro lado, subraya que era importante que se eliminaran los subsidios que hasta el 2015 se habían utilizado para mantener los precios bajos, con un enorme costo para las finanzas publicas, “ya de por si debilitadas por el aumento en el gasto y la deuda del Gobierno”.

Trump y el dólar

En cualquier caso, Ramirez de Alba es consciente de que la subida del precio de los combustibles ha llegado en un “momento complicado” para la economía mexicana. Desde su punto de vista, las finanzas públicas se han deteriorado considerablemente en los últimos años, con un fuerte aumento de la deuda del Gobierno, que está llegando a niveles cercanos a 50% del PIB. “Esto es producto de un crecimiento importante en el gasto que no ha sido compensado con un aumento de la misma magnitud en la recaudación. Habrá que esperar para ver si el Ejecutivo logra cumplir su objetivo de tener un superávit primario en las cuentas fiscales, ya que en años pasados, a pesar de anuncios de recortes, se acaba incumpliendo el presupuesto y gastando cada vez más”, advierte.

Por otro lado, destaca que la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, con una retórica proteccionista, ha tenido como consecuencia que muchos planes de inversión en el país, tanto de nacionales como de extranjeros, se hayan puesto en espera hasta conocer las medidas reales que tome el gobierno americano. Además, cree que si se llegara a concretar un arancel a las importaciones mexicanas, como han sugerido de diversas maneras tanto el presidente Trump como los líderes republicanos en el congreso, provocaría una nueva depreciación del peso y un menor dinamismo en las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos.

Para hacer frente a estos desafíos, Ramirez de Alba afirma que el Gobierno debe tomar una actitud proactiva para defender las bondades de la apertura comercial unilateral, independientemente de la actitud proteccionista de los representantes del Gobierno de los Estados Unidos. “A final de cuentas, el acceso a productos y servicios importados, ya sea de consumo o de capital, con una mejor relación entre precio y calidad, es un enorme beneficio tanto para los consumidores como para los productores mexicanos”.

Por otro lado, sostiene que “el Banco Central de México deberá mantenerse vigilante ante el aumento esperado en la inflación pero, al mismo tiempo, debe tener cuidado de no sobre-reaccionar a aumentos temporales en el nivel de precios con aumentos significativos en la tasa de interés de referencia que constituyan un freno adicional a la actividad económica, cuyo crecimiento, aunque positivo, se espera disminuya en los siguientes meses”.

Según Zavaleta Vázquez, una de los principales puntos de preocupación en estos momentos para la economía mexicana puede ser la recuperación económica de EEUU y el consiguiente aumento de las tasas de interés, lo que ha implicado que muchos inversionistas institucionales cierren sus posiciones en otros mercados (sobre todo en los emergentes) e inviertan allí. Esto ha provocado que prácticamente todas las monedas del mundo se deprecien respecto al dólar y, según explica, particularmente para México, la depreciación del peso traerá, de manera natural, ciertos niveles de inflación, lo que también ejerce presión en las tasas de interés. “La llegada de Donald Trump ha ocasionado una subvaluación considerable del peso. Considero que el tipo de cambio real debería ser de, aproximadamente, 18 pesos por cada dólar. Lo que significa que tenemos entre 3 y 4 pesos de distorsión ocasionados por la incertidumbre que ha generado Donald Trump”, calcula. Asegura que el nuevo presidente de los EEUU es sinónimo del nerviosismo que se ha inducido en los inversionistas y que puede reflejarse en una disminución de la demanda de instrumentos denominados en pesos.

Defiende que, para afrontar esta situación económica, el Gobierno debe crear incentivos fiscales suficientes para apoyar, sobre todo, a las pequeñas y medianas empresas. “Debe hacer un uso eficiente de los recursos (destinarlo a pagar deuda, por ejemplo, y no al gasto); reasignar capital a la banca de desarrollo para detonar proyectos en áreas prioritarias; y hacer un mayor esfuerzo por diversificar los destinos comerciales internacionales para los productores mexicanos, entre otras medidas”. En cuanto al banco central, mantiene que “debe continuar con su política monetaria responsable, con un incremento gradual de la tasa de referencia para hacer frente al tipo de cambio y al proceso inflacionario”.

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