¿Pagan las empresas chinas impuestos exorbitantes?

A woman talks on the phone as she walks along an elevated walkway in downtown Shanghai, November 18, 2013. China may reduce the influence of the state on stock markets as part of its sweeping reform agenda, including by making it easier for companies to list their stocks and making management of state-owned enterprises more accountable to shareholders.  REUTERS/Carlos Barria  (CHINA - Tags: BUSINESS SOCIETY) - RTX15IHR

Image: REUTERS/Carlos Barria

Zhang Jun
Professor, University, Shanghai

Hace un par de semanas, una entrevista al magnate chino Cao Dewang (fabricante de vidrios para automóviles) generó un acalorado debate en toda China. Cao explicó que su reciente decisión de invertir 600 millones de dólares para crear una filial de su empresa (Fuyao Glass Industry Group) en los Estados Unidos se debió en gran medida a los altos impuestos que pagan los fabricantes chinos, que según Cao son 35% más altos en China que en Estados Unidos. ¿Será verdad que la carga impositiva sobre las empresas chinas llegó a un nivel insostenible?

A juzgar estrictamente por los números, no parece ser así. Si se la mide como el cociente entre ingresos fiscales y PIB, la carga impositiva general en China según el Manual de estadísticas de finanzas públicas del Fondo Monetario Internacional es un poco más de 29%, esto es, 10% menos que el promedio mundial.

Otro modo de medir la carga impositiva general es calcular el porcentaje del PIB que supone la suma de recaudación impositiva y aportes a la seguridad social. Según esa cifra, la carga impositiva general promedio en China entre 2012 y 2015 fue 23,4%, o sea 12% menos que en los países de la OCDE. La recaudación impositiva china equivale a un 18% del PIB (contra cerca del 26% del PIB en los países desarrollados y cerca del 20% en los países en desarrollo, en 2013) y sigue en bajada.

Pero no todos coinciden en que la carga impositiva china sea relativamente baja, sobre todo en el nivel de las empresas. Un informe reciente del Banco Mundial indica que el tipo impositivo total promedio para las empresas chinas es 68%, el 12.º más alto del mundo. Es posible que el 35% de impuesto a los fabricantes al que alude Cao haya salido de aquí. Pero no está claro de qué manera el Banco Mundial calculó esa cifra.

Lo que está claro es que los empresarios e inversores chinos (que llevan años quejándose de la pesada carga impositiva de su país) están más cerca de coincidir con el Banco Mundial que con comparaciones e índices más favorables. Una razón es el hecho de que aparentemente China cobra más impuestos a los productores y menos a los consumidores que la mayoría de las economías desarrolladas.

Según Li Wanfu, director del Instituto de Investigación Tributaria dependiente de la Administración Estatal Tributaria de China, más del 90% del total de los impuestos y tasas en China los pagan las empresas, mientras que las personas pagan menos del 10%. En los países occidentales, el impuesto a la renta de las personas y las retenciones para la seguridad social son un porcentaje mayor de la recaudación impositiva total.

¿Cuál es entonces la carga impositiva real sobre las empresas chinas? Oficialmente, los productores chinos deben pagar un impuesto corporativo del 25% sobre sus ingresos. Pero muchas empresas tienen incentivos impositivos; por ejemplo, las de tecnología avanzada que reciben apoyo del gobierno sólo pagan el 15% de sus ingresos; y algunas empresas pequeñas pagan el 20%. De modo que yo diría que el tipo medio del impuesto corporativo a los ingresos es del orden del 20%.

Las empresas también deben pagar 17% de impuesto al valor agregado, pero pueden acceder a tipos preferenciales del 13%, 11%, 6% e incluso 3%. Eso coloca a China más o menos a la par de otros países respecto del IVA. Sin embargo, el tipo impositivo promedio de China es considerablemente superior a los de Japón, Corea del Sur y Singapur.

Para determinar el efecto real de estas cifras, he tomado una serie de datos compilados por la prensa pequinesa en relación con dos empresas fabriles chinas muy conocidas, Gree Electric Appliances y Canny Elevator. Según el último informe de responsabilidad social de Gree, en 2015 la empresa pagó en impuestos alrededor de 14 800 millones de yuanes (2100 millones de dólares). Sus ingresos totales ascendieron a más de 100 500 millones de yuanes, y sus ganancias netas fueron unos 12 500 millones de yuanes. El impuesto total que pagó la empresa fue el 14,7% de su ingreso total o 1,18 veces su ganancia neta.

En cuanto a Canny Elevator, su informe anual muestra que en 2015 pagó 336 millones de yuanes en impuestos y aranceles; es decir, 10,27% de los ingresos de la empresa en ese año (por un total de 3270 millones de yuanes) y 68,8% de las ganancias netas del año (que fueron 488 millones de yuanes).

Esto puede tomarse como prueba de una pesada carga impositiva. Pero no está claro que estas cifras se correspondan con lo que pagan la mayoría de las empresas chinas. No hay que olvidar que los gobiernos de nivel local suelen ofrecer exenciones, reintegros y períodos de gracia, es decir que la carga impositiva varía mucho entre empresas, industrias y regiones. Y eso sin contar la muy difundida evasión impositiva de las pequeñas empresas.

Pero la percepción de la “carga impositiva” en China también incluye gastos extratributarios, entre ellos una proporción relativamente alta que aportan los empresarios a la seguridad social de los trabajadores, el costo real de la tierra, los recursos y la financiación, y una variedad de aranceles extraordinarios. Cao mencionó el elevado costo de la tierra en China (así como el creciente costo laboral) como factores adicionales que impulsaron la decisión de su empresa de hacer un traslado parcial a Estados Unidos.

Sólo los aranceles extraordinarios equivalen a no menos de 13% de los ingresos de las empresas chinas, porcentaje repartido entre 7% para financiar la construcción y el mantenimiento de infraestructuras urbanas, 5% para educación y 1% reservado para el control de inundaciones. Estos aranceles se pagan a los gobiernos de nivel local, deben salir de las ganancias y no se pueden trasladar a los consumidores.

Esto contribuyó a la reducción de los márgenes de ganancia de las empresas chinas, que según Li Dongsheng, presidente de TCL Corp, cayeron a menos de 2%, en promedio. De modo que los aranceles extraordinarios que pagan las empresas fabriles equivalen a cerca de la cuarta parte de sus ganancias, lo que supone una presión adicional para aquellas que operan con márgenes estrechos.

Estimar el volumen exacto de la carga impositiva sobre las empresas chinas es imposible, pero es un hecho que se sienten presionadas. En tiempos de desaceleración del crecimiento económico, lo último que necesita China es expulsar a más productores. Para evitarlo, China debe crear un sistema impositivo más sencillo y transparente, con la adopción de impuestos más explícitos y directos. Es preciso reducir los impuestos, tasas y aranceles que pagan las empresas chinas, así como la proporción que pagan del seguro social de los trabajadores.

Al mismo tiempo, la dirigencia china debe comprometerse a poner límites al creciente costo de la tierra y de la financiación, para que sea posible crear un mercado más parejo y competitivo para todas las empresas. El primer paso es reconocer que mientras las infraestructuras básicas permanezcan en poder de empresas estatales a menudo ineficientes, algunos sectores que dependen de aquellas tendrán que soportar costos más altos, que con el tiempo pueden deteriorar la competitividad de las empresas fabriles chinas, o empujarlas a emigrar a mercados más propicios.

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